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Hideputas de servicio.

Placa a los Mártires caídos en el Cementerio de Carabanchel.

La política actual, ya sea la del estado, la autonómica, la municipal y hasta la de las comunidad de vecinos, está dominada por una organización satánica que tiene un servicio bien remunerado: el de Hideputa de Servicio, el cual tiene por misión descubrir cualquier resquicio que pueda haber en la muralla que les protege, para evitar la menor fuga ni, por supuesto, la entrada de ningún intruso. Es decir que hoy es muy rentable ser Hideputa y estar además de Servicio.

Son los Hideputas de Servicio los que se preocupan, desde la prensa, radio y televisión, y desde los puestos rentables de la política, de descubrir a éste o aquél monumento denominado “franquista” para destruirlo o, como dice una alcaldesa, para llevarlo a una cantera.

Nos imaginamos que no se les habrá quitado el sueño a los Hideputas de Servicio la reunión de los cuatro generales para divulgar el “Blog del General Dávila”, ya que con la Ley de la Memoria Histórica en la mano, que los sucesivos Mandos no se atreven a rechazar públicamente ni exigir su desaparición, pueden hacer de mangas capirotes, lo que les de la gana. Lo vienen haciendo desde el año en que salió esa ley de miserables para sumisos acobardados.

Ha sido el propio Mando el que desde que salió esa infame Ley han obedecido sin la menor duda o rechazo sus órdenes, arrasando, y permitiendo con su colaboración, que se arrasara gran parte de nuestro Patrimonio Militar, que es ya, en estos momentos, prácticamente irrecuperable.

En las Reales Ordenanzas “Chaconas”, las últimas de la serie, se nos recuerda, porque a lo mejor lo habíamos olvidado, que en la guerra hay que respetar el derecho internacional (Art. 11), pero también se les coló éste otro artículo que nos dice (Art.21) que….”se sentirán herederos y depositarios de la tradición militar española. El homenaje a los héroes que la forjaron y a todos los que entregaron su vida por España es un deber de gratitud y un motivo de un estímulo para la continuación de su obra”. Y por si fuera poco y las molleras militares fueran duras, lo remacha con este otro (Art.22): “Conservará y transmitirá el historial, tradiciones y símbolos que perpetúan su recuerdo (…)”. También dice algo sobre no obedecer órdenes injustas. Por eso, cualquier cosa que se quiera hacer, aun con la menor voluntad, sin antes echar por la borda esa ley miserable, será inútil.

IMG-20160206-WA0004Un pequeño monolito que había junto a la puerta principal del hoy desalojado Museo del Ejército en Madrid, mostró durante años unos churretones y pintadas que ningún organismo militar trató de limpiar. Ya no veremos esa triste imagen, porque los talibanes mesetarios la han derribado y espera, rota en pedazos, a ser llevada a una cantera. Muchos generales empezaron su vida militar de alféreces provisionales, época que hay que olvidar por decreto del enemigo, al que derrotaron esos mismos alféreces provisionales. No basta una reunión de militares, la mayor parte retirados o en la reserva, para hablar de patriotismo, hay que hacer algo más. Hay que arremangarse y actuar de otra forma.

Esperanza Aguirre, a quien le repugna el “franquismo”, ha dicho que “No compartimos la Ley de Memoria Histórica pero las leyes hay que aplicarlas aunque nunca con sectarismo”.

Últimamente hemos tenido la milonga de la placa de unos asesinados carmelitas restituida al cementerio Por “error”, pero se dice algo que tiene mucha importancia: que se restituye porque es placa no va contra la Ley de la Memoria Histórica ¿Y porque no va contra esa ley? Pues porque no se dice nada de los verdugos y del sistema político que los hizo mártires. De haberse hecho cualquier mención a la personalidad de los asesinos, esa placa no habría sido devuelta jamás a su lugar en el cementerio.

Puede leer:  El Ministerio de la Verdad.

Ya se ha escrito que esta vil Ley es, al parecer, la única que hay que obedecer “e´nestepaìs”, y a cara de perro, porque las otras, incluida la Constitución Modelo Día de Inocentes de 1978, se pueden saltar a la torera. Ya sabemos que el insulto al Rey, el Himno o la Bandera es sólo un acto de libertad de expresión.

La Ley de la Memoria Histórica ha permitido a la vengativa izquierda marxista, ejercer una de sus actividades más queridas: la de destruir. Ya lo hemos dicho, que esta izquierda es como el mulo, estéril, incapaz de crear pero, a cambio, es capaz de dar unas coces demoledoras. Y eso se ha seguido haciendo, porque nos quedaríamos perplejos si pudiéramos leer una relación de todo el Patrimonio Nacional (incluido el Militar) destruido o arrasado desde que salió esa ley, y por supuesto, desde antes, desde que Suárez se hizo cargo del gobierno.

El PP tuvo su oportunidad, nada más hacerse con el Gobierno, de echar abajo esa Ley y no ser acusado por ello de “franquista”. Después ya era tarde… Y así lo ha debido de considerar; y una ley que va contra la propia Cons- titución (Art.14), se mantiene sobre nuestras cabezas como una plaga de langosta.

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Y ya que el PP no ha sido capaz, debió ser el Ejército (y la propia Iglesia), a quien le destruían su propio Patrimonio y hasta su Historia, quien debió de tomar cartas en el asunto. Pero no hizo nada. Bueno, sí, cooperar en esa destrucción… En ningún otro país occidental (ni oriental…) se podrían dar estas circunstancias humillantes para su propio Ejército. Recordemos que una de las causas del 23F fue el terrorismo que había asesinado a media docena de generales en menos de cinco años, además de decenas de jefes, oficiales, suboficiales soldados…, y a centenares de policías, guardias civiles, etc. ¿Qué país civilizado y desarrollado habría soportado, sin actuar de forma contundente, si le asesinan a media docena de generales? ¿Nos imaginamos la actitud de Francia o de Gran Bretaña ante un caso similar? Da la impresión de que esto no tiene remedio. En “zona militar” se toca este tema de la Memoria Histórica con guante de seda. O se enseñan los dientes o aquí nos vamos todos al carajo, vigilados por los Hideputas de Servicio, de nueve en fondo, y con paso de derrotados.

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