Hace escasas fechas se subastaba en una sala de Bilbao una pieza de enorme interés histórico: la cruz del Tercio de Requetés de Montejurra, adquirida por don Iñigo Pérez de Rada.
Son escasísimas las cruces empleadas por los tercios de requetés durante la Guerra de 1936 que han llegado hasta nuestros días, no más de media docena, que inicialmente fueron depositadas en el Museo de Recuerdos Históricos de Pamplona y en la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz, también en la capital del Viejo Reino.
Algunas otras fueron a parar a manos de antiguos jefes u oficiales, como es el caso de la que nos ocupa.
La cruz del Tercio de Montejurra -al igual que las demás pertenecientes al resto de unidades voluntarias carlistas de Navarra con las que compartía fabricación, hechuras y medidas- está realizada en madera de roble, con su figura de Cristo en plata, reverso tallado con la inscripción «IN HOC SIGNO VINCES», y asta desmontable que remata en sólido regatón de hierro que permitía clavar el conjunto en el suelo.
Esta cruz fue llevada por su cristóforo en toda la campaña del Norte, desde Irún hasta Gijón, en los frentes de Aragón y Maestrazgo, batalla del Ebro y Cataluña. Su misión era la de servir de guía precediendo a los requetés que le acompañaban, y en caso de ser heridos tener la posibilidad de lanzar una postrer mirada y oración al Cristo que al estar siempre en alto era visible para todos.
Según Redondo y Zavala, la portaba un requeté que marchaba en la cabeza de todas las formaciones de la columna y también en todos los avances. Aunque se veía menos que la bandera, su presencia era mas importante, y son muchos los heroicos requetés que han muerto buscando su silueta, desde el suelo, para enviarle una despedida terrenal y un saludo de llegada a su reino celeste.
También fueron empleadas a modo de altar provisional en misas de campaña y en aquellas iglesias de localidades republicanas que fueron quemadas o destruídas por la furia marxista.