Los españoles de hoy, como los de ayer, no vemos el Poder sin rostro del mundo multinacional, pero yo os aseguro que tiene cabeza -para la gran mayoría desconocida- oculta en las tinieblas con su cuerpo y con dos brazos visibles, el izquierdo o democracia popular, formado por el Socialismo internacional y el Comunismo ateo que son los que facilitan, con la destrucción económica y moral del ser de nuestra Patria, la oportunidad de recoger con su brazo derecho o democracia capitalista, nuestra bolsa, nuestras empresas y nuestras propiedades y así, haciéndose cargo de todo, facilitar la destrucción de los últimos rescoldos de nuestra Civilización Cristiana, que son luz y vida del ser de la Patria. Una vez apagados éstos se llevarán la plusvalía y dejarán a España descapitalizada y con ella hundirán a los españoles y a nuestras familias en lo más profundo del abismo morboso del ateísmo. Desaparecerán los adjetivos escritos en sus brazos: “popular y capitalista”, quedando exclusivamente escrita la palabra democracia, único sistema con el que el Poder sin rostro, esclavizará a toda la humanidad, convirtiendo, en esa desolación predeterminada, a los hombres en masa, en máquinas sin capacidad de reacción por carecer de dignidad humana, solo raza de perros que comen los desperdicios de la mesa del gran dictador.
Es llegado el momento de que los hijos pidamos por nuestra madre. España está herida de muerte. Se vislumbra el “finis Hispania”. No soy pesimista sino realista y veo, como vosotros mismos veis, que son tiempos de ruina y de destrucción, y ante la situación política, social, religiosa y moral, que atraviesa nuestra Patria, creo que necesita, más que nunca, amén de nuestro testimonio y trabajo diario, también nuestras oraciones, para resolver los problemas e incertidumbres que la llenan y la colman.
Dadme vuestras manos y uníos en mi oración. Es hora de salir de la trinchera, que ya no defiende a España: el mal está dentro, es la hora, como he dicho, de ser hombres, y nunca lo somos más que cuando nos arrodillamos ante Dios para orar. Es llegada la hora de la oración, de elevar la verdad del corazón de España para que no se rompa nunca, aunque ya el mal asome con crueldad, cruentamente.
Venid conmigo, oremos mirando al cielo y hagamos Patria, sin miedo y si os dicen que caí, quizás necesite España la sangre que redime.
Padre nuestro, te pedimos una España frondosa en españoles libres, donde su proyección sea sagrada y en donde no puedan florecer como mala hierba el libertinaje, la maldad, la doblez y la canalla.
Por todo ello te pedimos por España, para que ante la vista de tantos males como está padeciendo nuestra Patria, te acuerdes de tu promesa de reinar en ella y con más veneración que en otras partes. Que tu Reinado de Amor se establezca ya en nuestra querida España. Que prenda aquí con mayor fuerza ese fuego divino y de aquí se comunique por todo el mundo. Sea tu Divino Corazón, la victoriosa bandera que presida las justas ansias de restauración tradicional y misionera de la nación que más ha hecho por la extensión de tu Reinado en la tierra, y la des la victoria ayudándola a vencer a sus enemigos que son los tuyos. ¡Señor, acelerad el Reinado de tu Sagrado Corazón!
Y Tú, Espíritu Santo, Amor del Padre y del Hijo, que amemos al Padre como le ama el Hijo y le entreguemos nuestra voluntad a cambio de la suya, para que Él nos ame con ese amor de Padre que todo puede y todo protege. Te invocamos con la confianza de que, siendo dador de gracia, nos concedas la fuerza y el tesón para que Reconquistemos de nuevo nuestra Patria.
Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, Patrona de España y Reina de misericordia, mira a este pueblo tuyo, a esta tierra que denominamos “de María Santísima”, ayúdanos, y ayuda a España, Tú que le has dado a esta nación tantas pruebas insignes de tu predilección, y quisiste venir en carne mortal sobre ese pilar, sostén de nuestra hispanidad y apoyo de nuestra fe donde apuntalas y sujetas nuestra Patria, ruega por ella a tu divino Hijo, la traiga a la cuna espiritual de su antiguo esplendor, ayúdala a recuperar, bajo la luminosa estrella de la fe y de la vida cristiana, su ser y felicidad de antaño, ayúdala a abrevar en las fuentes de donde extraía antes ese vigor sobrenatural, sin el cual los más generosos esfuerzos seguirán siendo estériles. Que se unan todas sus regiones y todos los pueblos, y se arraiguen en la justicia y en la paz, de modo, que, de la armonía entre la Patria de la tierra y la Patria del cielo, nazca la verdadera prosperidad de todos los españoles, que seamos fortalecidos en la perseverancia y que nuestro trabajo conduzca siempre al servicio de España, y muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre, para que todos los pueblos y gentes de España hagamos lo que Él quiere de nosotros que siempre será lo mejor. Que nuestros sacrificios no resulten inútiles y sean fecundos para la recuperación y redención de España, en su unidad de tierras, en su unidad espiritual y entre todos sus hombres. ¡Que España vuelva a ser el paladín de la fe católica y mariana, que Dios Nuestro Señor la bendiga, prospere y glorifique!
Y Tú, Ángel Custodio de España, a quien la Divina Providencia se ha dignado consagrar a servir en protector y defensor del glorioso reino de España. En los momentos actuales de tan grave y crucial aflicción que sufre nuestra Patria, te invocamos para que nos guieis en medios de las tinieblas de los errores humanos y seas nuestro escudo ante los enemigos exteriores e interiores de España, Patria una, común e indivisible de todos los españoles. Que tu apoyo junto a nuestro sacrificio no resulte inútil, sino fecundo para Reconquistar la Unidad Católica de nuestra Patria, así como el mantenimiento de su unidad territorial y la hermandad todos los españoles. Te lo rogamos con la confianza de que nos ayudarás a, para que, con ojos limpios y penetrantes, veamos renovada nuestra sociedad con un patriotismo limpio y efectivo que ponga de relieve, no solo una conducta consecuente al servicio del bien común, sino también trascendente de hijos de Dios, portadores de valores eternos.
Y tú, Apóstol Santiago, fiel predicador del Evangelio en la Hispania romana, e insigne mata moros en la batalla de Clavijo y abanderado glorioso con el estandarte de la Cruz en la Victoria de Brunete, aquel 27 de Julio de 1937, Patrón de España y protector perenne del pueblo español, aboga por tu patrocinada Patria, para que el Señor, que nos ama más que nosotros mismos nos amamos, no la deje y nos deje de su mano confundidos al viento de la noche oscura y con el suspiro ahogado en fantasía, sellados en la noche y definitivamente sin remedio. Intercede por España y por los españoles que aún después de sepultados en vida te pedimos, nos des un beso que rasgue el firmamento para mover el tiempo en retroceso, y nos haga nacer de nuevo a la Verdad, al Camino y a la Vida.
