España no tiene un caballo de Troya esperando a la puerta. Tiene ya el enemigo en casa; dentro, hasta la cocina ha entrado con armas y bagajes como son el poder del gobernante y sus decretos y manipulaciones. Hasta ha mangoneado a la Abogacía del Estado para que los delitos del llamado procés se tipifiquen como sedición sin importarle poner en juego la separación de poderes amparados por la Constitución a la cual los días pares prostituye y los impares los dedica a convencer al sufrido pueblo español de lo buen gobernante que es, sin el menor respeto a éste que es quien le paga. Todo vale con tal de seguir de okupa en la Moncloa, aunque bien se ha visto que él a lo que aspira es a la Zarzuela con Iglesias como nuevo Fouché, al lado.
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