En este libro, publicado en España por la editorial Homo Legens, Abad-Gallardo habla de los peligros de la masonería y advierte de que ésta “mantiene relaciones, ciertamente disimuladas, pero muy estrechas, con la doctrina luciferina”. Una relación de la que no son conscientes muchos de sus miembros, según él mismo asegura: “¿Son conscientes de ello los masones? Nada menos seguro, tratándose de gentes, en su mayoría, que creen de buena fe, como fue mi caso durante mucho tiempo, obrar en favor del bien de la humanidad.”
Abad-Gallardo ingresó en la obediencia del Derecho Humano de Francia en 1989. Como la mayoría de los masones, no conocía entonces las consecuencias del recorrido que comenzó en su ceremonia de iniciación. “Cuando entré en la masonería en febrero de 1989, – confiesa en las páginas de Serví a Lucifer sin saberlo– me dejé cegar por las astucias del Maligno y le ofrecí, sin ni siquiera percatarme de ello, las llaves de mi alma.”
Para Abad-Gallardo, la masonería es “un instrumento del Maligno” que “implica la firma a menudo inconsciente de un pacto con él”. “Digo esto -añade- sin querer estigmatizar a los muchos masones, ya que ellos también son víctimas involuntarias.” Tal y como explica en este libro, “la acción de Lucifer a través de la masonería es tanto más perniciosa cuanto que no es explícita”.
“Los candidatos a la aventura masónica -asevera- no sospechan su efectividad, al estar ya muy impregnados de la descristianización ambiente. Como la mayoría de ellos, yo había buscado la «luz», sin saber que estaba junto a mí, en el amor de Cristo. (…) Y en aquel vacío espiritual al que había llegado, creí sinceramente que la masonería obraba en pro de la «felicidad de la humanidad»”
Tras veinte años en el seno de la masonería, Abad-Gallardo llegó a alcanzar el grado de Maestro Arquitecto y se encontraba en la mitad de su itinerario en los altos grados cuando Dios se cruzó en su camino en Lourdes. “También a mí Dios -cuenta en este libro- me ofreció una segunda oportunidad: ¡cuando estaba atrapado en los meandros de la masonería, condujo mis pasos, en el momento de mayor angustia, primero ante María en Lourdes y algunas semanas más tarde a una abadía mariana!”
Gracias a aquella fe recuperada en Lourdes, Abad-Gallardo pudo poner fin a su recorrido en la masonería. Hoy ofrece su testimonio para advertir de los peligros que esconde la pertenencia a esta organización y afirma que “o bien la masonería utiliza a sabiendas una doctrina luciferina en el marco de su rebelión contra Dios y contra su Iglesia, o bien se entrega a una especie de juego de rol del que no es totalmente consciente”.
“Como quiera que sea, -asegura- el resultado es el mismo: se trata de la implementación de una relación con Lucifer, la cual no está exenta en absoluto de graves consecuencias. A todos nos concierne.”