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Análisis

Fueros, si: garantía de la sociedad como comunidad

España, vuelve a tus raíces. La gresca viene del XVIII, no es de extrañar que muy pronto España levantara como antídoto el cuatrilema Dios, Patria, Fueros y Rey, que aunque poco profundizados, siguen siendo contra el veneno dominante, la triaca como enseñaba Calderón

Terminaba en mi anterior colaboración en el nº 119  haciendo referencia a las palabras Macrón ante la reunión del G7 en Biarritz:  “El momento que vivimos desde el siglo XVIII quizá esté a punto de desaparecer”, dijo en un momento. “La finalidad de nuestra política internacional, europea y nacional es poder redefinir el humanismo del siglo XXI, que es lo que es la civilización europea”.

Y en este artículo quiero recoger el guante de su reto porque también nosotros proclamamos que es necesario encontrar fundamento a un humanismo, a una concepción del ser humano  que permita no en el siglo XXI, sino en un futuro de mayor alcance- quizás hasta milenario- una sociedad que recupere su condición de comunidad, una antropología que recupere la noción fronteriza del ser humano como cuerpo y espíritu (persona única e irrepetible) una patria que sea herencia tamizada por el tiempo como garantía de futuro –solo el bien engendra tradición, lo demás es plagio estéril y destructivo- y garante de las libertades concretas que poseen las personas jurídicas o de carne y hueso, los municipios, las entidades, las regiones, las provincias, los reinos y nuestra Nación como conjunto oficial sustentado por la Patria como alma espiritual que, con un referente moral común – no matarás, por ejemplo o no desprecies a los descartados y míralos como prójimos, algo más que ciudadanos- aspira a que su Señor sea el Dios de nuestros padres y siempre, siempre, siempre, al servicio de la verdad del ser humano, porque, la historia dice que no todo vale y que existe una Verdad que nos hace más libres y felices en el paréntesis del tiempo que a cada uno se nos concede entre el entrar a la vida y el salir, como nos mostraba Calderón en el Gran Teatro del mundo.

El humanismo, Señor Macrón, que usted intenta apuntalar ha fracasado, ha entrado en bancarrota y no como las crisis de la economía en sus etapas crecientes o decrecientes, sino porque no ha dado respuesta a las necesidades más profundas del ser humano, que mire usted por dónde además del sustento material –no solo de pan vive el hombre- mientras haya sufrimiento, enfermedad, muerte, tendrá que levantar los ojos a lo alto por aquello de que se tiene nostalgia de eternidad y hasta de infinito.

Aún aturdidos, percibimos en medio del marasmo intelectual y la confusión suscitada, que eso de que la verdad solo es la utilidad,  es un truco para los ricos y poderosos, que todo vale porque nada vale no consuela a los hambrientos y que atiborrar nuestras pasiones o pasioncillas de circo y racionamientos de las beneficencias, ni las promesas de campañas electorales, no evita la resaca del día siguiente, ni los desalientos, ni las desesperaciones, ni las pavorosas estadística de suicidios y violencias. ¿Qué le voy a decir que no sepa usted, con más datos diarios y estudios de perspectiva  al menos para pasado mañana?

Su humanismo ha fracasado porque se sustentaba en una hábil retórica que distorsionó la verdad sobre el hombre para convertirlo en marioneta de sus veleidades y ambiciones, señuelos que el tiempo ha demostrado su falsedad y peligrosidad. Le pongo un ejemplo sobre uno de los lemas más queridos por usted- le diría casi sagrado para usted, sin ánimo de ofenderle que no lo tengo por hombre religioso ni siquiera en lo que puede parecerse o recordar a la divinidad. Me refiero a la Igualdad de su triple lema revolucionario. Bien recuerda usted el Artículo 1º, de la Declaración Universal De Los Derechos Del Hombre Y Del Ciudadano de 1789

“Los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Las distinciones sociales sólo podrán fundarse en la utilidad pública”-

Me entra angustia existencial e histórica cuando leo este derecho declarado como universal.  Le reconozco que empiezo a leerlo con entusiasmo: “Todos los hombres nacen libres”, menos mal. Pero se me arruga el entrecejo al leer el sintagma siguiente: ”permanecen libres” pero ¿a qué zona de la historia ha dedicado su mirada? No me remonto al pasado, repase con atención su historia francesa en el siglo XIX, mire siquiera  de soslayo a la historia europea, occidental o mundial del siglo XIX, XX y aún en nuestros días? ¿De verdad que la igualdad en el proceso de 1789 a 1799, los franceses disidentes, por las creencia, por la alcurnia por la concepción política, por ser católico, aristócrata, o Rey o por alzarse en defensa de sus libertades como la Vendée no alcanzaron la igualdad por la eficaz contundencia de la guillotina o por el genocidio cruel de ahogamientos masivos en el mar?. ¿De verdad que cree que El Gran Napoleón quiso restaurar el imperio de Carlomagno sino el de la antigua Roma para reconocer la igualdad de todo los hombre que fueron sometidos a sus dominios, empezando naturalmente por igualar a su familia que la convirtió en gerentes y reyes de todas las naciones liberadas de sus tiranos anteriores?

Harto se molestaron con él el resto de las naciones a pesar de tan nobles objetivos, que se lo digan si no a los españoles de 1808 que más de un sinsabor le ocasionaros, pero si no a los ingleses o a los austriacos o a los mismos franceses. En una cosa les doy la razón y es que si no quisieron hacerse miembros de tan glorioso imperio al menos aprendieron sus modos y sus fines para conseguir el mismo objetivo: la espada es el argumento de la igualdad: algo aprendió Bismarck, y hasta el aventurero Garibaldi o nuestros generalotes a lo Espartero o audaces como Juan Prim.

¿Me quiere explicar que aportaron las restauraciones de Luis XVIII o Carlos X, que no fuera buscar un equilibrio imposible que ni encontró cauce para los anhelos más profundos del desengaño revolucionario ni apaciguó la semilla revolucionaria que exigía implantación y  el propio miedo les facilitó el triunfo? Dígame qué fue la revolución burguesa de 1830, proletaria de 1848 o  la vuelta a la comunas revolucionarias? ¿Qué resolvió la vuelta del nieto Luis Napoleón III al Imperio para desembocar en la III República? ¿Me quiere explicar por qué las Guerras mundiales? No, no pretendo hacer ni un resumen de tan largos desastres  pero por favor no me hable de que los hombres “permanecen libres e iguales en derechos”, cuando con todas esas proclamas han desembocado en una realidad cada vez más desigual y desamparada porque la antropología que la fundamenta en castellano castizo se resumen en el refrán “el que más chufle capador”.

Puede leer:  Viganò: consideraciones sobre el Gran Reinicio y el Nuevo Orden Mundial

Anda que la declaración universal no tiene sorna: ”Las distinciones sociales sólo podrán fundarse en la utilidad pública”. Toma ya. Está claro: el que avisa no es traidor. La utilidad pública sí que puede generar desigualdades. ¿Acaso no es una radiografía de uno de los males de la historia contemporánea? Para eso se sirve al pueblo. La ciudadanía es un concepto superior a cualquier principio ético universal. No le llamemos corrupción sino vía rápida por el magnánimo servicio a la utilidad (que no justicia) pública para ser recompensado con la desigualdad legítima de la riqueza (a tuerto o a derecho nuestra casa hasta el techo) Que es mejor tener que desear, que solo hay dos linajes  tener o no tener. Echen una ojeada al refranero y entenderán nuestra historia.

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Os escribía en mi colaboración anterior:  “En esto reside la clave de nuestra contienda: nuestra raíz es la cristiandad cuyo esplendor se alcanza en los siglos XI al XIII, con las catedrales, las Universidades preocupadas no solo por la filosofía y la teología, sino por las ciencias, la medicina, las matemáticas, la química, los mercados medievales, las rutas de peregrinación, el derecho natural fundamento de los fueros, cimentado todo en una misma Fe y un mismo referente moral; y, en España, último valladar de la cristiandad medieval, en los siglos XVI y XVII, El siglo de Oro.”

Perceptible todavía en los restos vivos entre nosotros a pesar de los intentos de que no quede ni señal para que a esta España nuestra no la conozca “ni la madre que la parió”. El artículo que les comento se resume en “libres frente a su vinculación como criatura a las leyes de Dios; pero sometidos a las leyes positivas del Estado, aunque contradigan  la realidad  de las cosas, de las personas o de la misma historia, es decir, el derecho natural, antítesis del derecho positivo de la modernidad constitucionalista.

“Nuestras raíces no se asientan  en el iluminismo racionalista de la Ilustración. No es nuestro modelo Señor Macrón. Por eso no es nuestra la constitución del 78, montada sobre un humanismo que no tiene en cuenta ni el ser de cada cosa, ni la dignidad de cada persona individual -y no en abstracto-, ni la historia de cada pueblo. Las amenazas no les vienen de la herencia de la cristiandad. Las brechas que está observando Usted en la artificial unidad europea, le vienen de la radicalización de sus mismas premisas intelectuales: El individualismo, tan salvaje como el capitalismo que nos moviliza mercantilmente, y El materialismo propician las reacciones de lo que llaman derechas radicales bajo el desesperado lema sálvese el que pueda.” Nuestra libertad se llama fuero que tiene como fundamento no la voluntad sino el conocimiento de lo que las cosas son para tomar la decisión que le permita al legislador garantizar su ser.

Nuestra pregunta foralista es ¿Qué es esto o este o esta o aquella? Y nunca ¿Qué quiero que sea? Nunca voluntad servida por la razón práctica; sino la contemplación, el uso correcto de la razón para tomar la decisión, para que la voluntad en su querer se subordine a la razón a lo que se considera como mejor en miras del bien particular y del bien común.

El resorte de la igualdad política moderna es la envidia. El fundamento de la equidad llamada fuero es la diversidad vista como complementariedad para el logro del “bien común”. Es tendencioso considerar fuero como privilegio peculiar fruto de un pasado concreto y hasta caprichoso. El fuero es privado porque atiende al ser de cada realidad y no mira al pasado como antañones reliquias anacrónicas, sino como salvaguarda o defensa de todo lo que está llamado a perdurar por tener una realidad  con vocación de futuro y derecho a sobrevivir y ser protegido. A riesgo de que no se me entienda voy a utilizar un eslogan “Salvemos la rana roja” pues claro y al niño en el seno de su madre y a la autonomía municipal y a una familia como comunidad de amor, célula básica y compartida libremente por un hombre y una mujer con vocación de servir a la vida, a la mejora social y a su propio crecimiento personal. Fuero es ley natural, fuero es concepción del ser humano no como individuo sino como persona. Fuero es bien común y nunca interés general. Fuero es concepción metafísica garantía de cada uno en perspectiva comunitaria o vecinal.

“En el lenguaje simbólico de la Biblia, No estamos a gusto  ni con La Babilonia que ustedes representan, ni con su enemigo La Bestia que sale del mar y quiere destruir todo lo que tenga apariencia de Bien. Nosotros no proclamamos al Hombre como medida de todas las cosas, sino que proclamamos que para que las medidas del hombre sean justas han de basarse en el número áureo de Dios, garantía de los que nada tienen.

España, vuelve a tus raíces. La gresca viene del XVIII, no es de extrañar que muy pronto España levantara como antídoto el cuatrilema Dios, Patria, Fueros y Rey, que aunque poco profundizados, siguen siendo contra el veneno dominante, la triaca como enseñaba Calderón”

Por Santiago Arellano Hernández

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REINO DE VALENCIA es una revista editada por los CC. CC. Aparisi y Guijarro, San Miguel, Domingo Forcadell y Polo y Peyrolón.

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