Por CARMELO JESÚS AGUILERA GALINDO, Abogado| Almería

El Covid-19 o coronavirus se ha convertido en este 2020 en una autentico cisne negro que está golpeando al mundo entero no solo desde el aspecto médico y sanitario sino  también desde el punto de vista social político y económico. En España se decretó el Estado de Alarma el 14 de marzo de 2020, siendo prorrogado por el Congreso de los Diputados.

Pero al día de hoy hay demasiados puntos grises en toda esta pandemia que no están quedando claras ni por las autoridades nacionales como internacionales. Sin duda más que hablar de un virus, se podría hablar de 3: uno sanitario, otro informativo y otro económico.

Virus Sanitario:

Desde que las autoridades chinas anunciaron la existencia del virus con su origen en el mercado de animales de Wuhan, se afirmaba que simplemente era como una “gripe un poco más severa”, pero

– ¿para una gripe, se moviliza al ejército y se cierran ciudades?

– ¿Cómo no se conoce la secuencia genética del virus?

– ¿Como se explica que se haya variado hasta en 3 veces el periodo de incubación?

– ¿Se puede colapsar los sistemas sanitarios? (pensemos que la mayoría de medicamentos se realizan el China y la India y que se puede producir un desabastecimiento de plazas hospitalarias).

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Los gobiernos deben de salvaguardar a sus ciudadanos, empezando por sus servicios sanitarios que están en la primera línea en la lucha contra el virus. ¿Como pueden dejar de oír las indicaciones de organismos internacionales que ya avisaban de la magnitud del fenómeno en el mes de enero y febrero?

Virus informativo:

El miedo a no saber a veces es más peligroso que los verdaderos efectos del virus en cuestión.

Y empezaron las autoridades chinas cuando al primer médico que denuncio el hecho en China y que por desgracia falleció, fue detenido por las autoridades. Se intentaba mantener el control total de la información.

Ya en 2017 la nada sensacionalista revista NATURE advertía de la intención de China de establecer diversos laboratorios de nivel 4 de seguridad por todo el país. Y uno de ellos está en la ya famosa localidad de Wuhan.

Las autoridades sanitarias de la ONU, ya advierten del peligro de pandemia.

Y en el caso de Europa, los gobiernos tampoco de ponen de acuerdo en las medidas a tomar. Y muchos de los mensajes que las autoridades sanitarias emiten, conforme van pasando los días, son muy laxos, con efectos muchas veces en bajas y contagios en las filas de la sanidad pues los protocolos de actuación no han sido lo suficientemente rígidos, que la situación necesitaba.

Virus Económico:

Los niveles de las bolsas mundiales sufrieron caídas y perdidas que no se veían desde el inicio de la crisis de 2008. Se cuentan por miles de millones de euros o de dólares.

Autoridades económicas mundiales y europeas ya hablan de contracción de la economía mundial por una parada generalizada de la actividad industrial, entre otras actividades comerciales afectadas (turismo, líneas aéreas, cadenas de montaje paradas por falta de piezas etc.).

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Curioso sin duda que en un momento de “guerra comercial” entre EEUU-China por aranceles comerciales, aparezca este fenómeno, que puede dar al traste con la obtención de China del primer puesto en potencia económica mundial.

Conclusión:

El coronavirus, ha sido el famoso “cisne negro” que nadie esperaba.

Necesitamos saber la verdad. Y debemos exigirlo a los gobiernos. Las autoridades chinas ya han reconocido que el virus no se generó en el mercado de Wuhan, que no significa que “circulara por allí”. ¿pero ha sido un fallo en la seguridad de su laboratorio de Wuhan?, ¿que estaban manipulando? ¿o un fallo “organizado “por un tercer actor”?

Si los ciudadanos no tienen confianza en los mensajes de sus autoridades, acudirán a fuentes no fiables, para tener información creando más alarma y picaresca en la población (pensemos en las mascarillas y su desabastecimiento en las farmacias). Decir la verdad no es alarmar y menos por parte de nuestras autoridades. Deben de velar por sus ciudadanos.

Y sobre todo necesitamos que nuestros dirigentes políticos actúen con la prontitud, eficacia y seguridad en sus actuaciones a los que sus cargos les obligan.

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