Todo dio comienzo en el año 2013, año de las conocidas como Manifestaciones del Maidán. Maidán es el nombre de la céntrica plaza de Kíev, capital ucraniana, en la que se reunieron unos “pacíficos e independientes” manifestantes que pedían la liberación del “yugo ruso” encarnado en el entonces Pte. Viktor Yanukovich, partidario de la reunificación con Rusia. La opción para sustituir a Yanukovich acabó siendo (tras un año de un presidente de transición miembro de la Iglesia de la Cienciología, una tapadera del lobby talmúdico de la CIA para el control social mediante la degradación nacional descristianizando y borrando los valores tradicionales de la familia, el trabajo honrado y la municipalidad) la de Petró Poroshenkho. Empresario del chocolate, nacido en Kíev, de origen judío y miembro de la Gran Logia de Inglaterra (claramente opuesta a la línea Patriótica y Cristiana Ortodoxa del Pte. de Rusia, Vladimir Putin) estaba bajo el apadrinamiento del Testaferro de la familia Rothschild, George Soros, como en la actualidad el bipartidismo gubernamental en España, y que explica por qué antes de reunirse con Soros, Sánchez se reuniera (siguiendo la agenda de Mariano Rajo) con Poroshenkho para, entre otras cosas, seguir con el plan globalista de los Rothschild para los dos extremos de Europa Occidental. 

Internamente, Petró Poroshenkho era respaldado por el Partido Nacionalista, de perfil neonazi y secesionista de Rusia, Svoboda “Libertad” (su altavoz mediático es Radio Liberty, la misma emisora de propaganda que la CIA ya usaba en las Guerras de Vietnam, Centroamérica y Asia) y cuyos respaldos en occidente provenían de diferentes sectores empresariales de los laboristas y conservadores israelíes, de los demócratas sionistas de EEUU (los Clinton y Biden) y de los republicanos sionistas (los Bush y especialmente el Senador responsable de la Comisión de Defensa, John Mac Caine, que asistía a los mítines del partido Svoboda junto a sus líderes), así como del antes mencionado George Soros, con la cobertura de Amnistía Internacional, la misma que respalda al agente globalista Navalni, a los suyos en España (como publiqué en el artículo anterior), al comunismo de corte bolchevique o stalinista (PCE, Frente Obrero Español, Partido Marxista-Leninista) y al nacionalismo ucraniano en España con sus contactos en el sector llamado identitario o neonazi. 

La denominada “primavera ucraniana”, conocida como naranja (conmemorando la que ya se había producido, con unas características muy similares, pero de forma mucho más violenta en Tblisi, Georgia, en el año 2008, provocando una guerra fronteriza con Rusia en las regiones de Abjasia y Osetia) desembocó un año después en el conocido como Euro-Maidán. Este fenómeno sirvió de cobertura para que diversos ciudadanos ucranianos, solos o con sus familias, se trasladasen a las principales ciudades europeas (París y Roma) y muy especialmente españolas (Bilbao, San Sebastián, Barcelona y sobre todo Valencia y la región de Levante) como refugiados de guerra o presos políticos contra Rusia y especialmente contra su presidente. Dichas regiones españolas estaban aplicando unas políticas migratorias extrañamente favorables (estaban ya siguiendo la agenda de Soros) a estos colectivos ucranianos no especializados, como sí lo eran muchos españoles, hispanos, polacos o rusos que ya estaban o estaban empezando a llegar a su país y que fueron forzados a marcharse dadas las sanciones de la UE y el nulo respaldo de los gobiernos españoles. Pulsar toda esta situación de inseguridad nacional fue uno de los motivos de mi permanencia en España.

Pudimos observar, muy desde al principio, no sólo movimientos de nacionalistas ucranianos y de algunos rumanos y georgianos comunistas y “occidentalizados”, afines a la integración en la UE y la OTAN, sino también la presencia de miembros de los servicios de inteligencia de dichos países (como el SBU ucraniano, totalmente dirigido por la CIA y la OTAN. y el SYS georgiano, así como del rumano y búlgaro) que además en algunos casos estaban monitorizados por agentes de INTERPOL al servicio de los intereses desestabilizadores de las políticas globalistas y que algunos casos ofrecían la “cobertura” de colaborar contra el Crimen Organizado. Todo esto fue comunicado, por los cauces habituales, a los respectivos gobiernos de España e incluso a los responsables de las autonomías afectadas, pero la respuesta fue seguir alimentando a estos elementos, protegiendo sus coberturas y dándoles más recursos, formación y trabajo de cobertura a sus agentes o familias. 

Uno de los casos más destacados fue el de la “Iglesia Ortodoxa Rusa de San Jorge”. Creada poco después del año 2013 por un sacerdote ruso rebelde o “asilvestrado” llamado Serguey Prosandeev acabó haciendo servicios exclusivos para la comunidad ucraniana nacionalista y comunistas rumanos, georgianos, búlgaros y lituanos, así como algunos judíos rusos, de los que no sólo obtenía recursos económicos muy suculentos sino que era protegido junto a su colaborador Vladímir Levcheniuk, sacerdote nacionalista ucraniano con credencial de INTERPOL y que daba cobertura “moral” a determinados elementos vinculados al negocio de la prostitución en el Levante español. Una de las destacadas piezas en esta cobertura del nacionalismo ucraniano la representaba la familia Rozumna (Dimitri, Galyna y la hija Katia) que además de actividades desestabilizadoras, ilegales e inmorales dieron cobertura a agentes ucranianos al servicio de INTERPOL como Denis Mikhailov y Anatoly Grychak que actuaban bajo la cobertura de trabajadores de las reformas. Una de esas reformas fue el piso franco de los Rozumna en una localidad valenciana de Tabernes Blanques. Uno de los aspectos más de interés fue que estos agentes nacionalistas ucranianos y comunistas se centraban en controlar los movimientos de los grupos regionalistas o nacionalistas en las regiones españolas donde ellos estaban, así como los extremismos de izquierdas y de derechas como factores subversivos en España al servicio del Globalismo. 

El mismo globalismo que estaba desencadenando inestabilidad y conflictos fronterizos en Rusia: Georgia (2008); Ucrania (2013) y más recientemente, en el 2018, Armenia (conocida como “primavera morada” y con los mismos fines y financiación) estaba siendo alimentado y monitorizado por agentes extranjeros, enemigos de Rusia y también de España, con el conocimiento de los gobiernos españoles y parte de sus servicios de inteligencia e información. Rusia, como en otras ocasiones, estaba tratando de ayudar a la unidad de su amada España y a la estabilidad de su pueblo, frente a los agentes nacionalistas y subversivos ucranianos al servicio del globalismo propio de INTERPOL (una de sus últimas aportaciones es meter a los que se ha adjetivado despectivamente como negacionistas dentro de los denominados como “extrema derecha o neonazis” para colocarlos como enemigos del Nuevo Orden Mundial) y de la OTAN, organización especialmente opuesta a la anterior administración estadounidense del Pte. Trump y con cuyo equipo tengo el honor de colaborar desde mi nuevo trabajo en EEUU. De estas cuestiones, y de muchas otras relacionadas con los nacionalismos en Europa como arma del globalismo, trataré, con la ayuda de Dios, en próximos artículos… Son temas tratados en un libro de inminente publicación.

COMPARTE: