Hace algunas semanas, el rector de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Ignacio Sánchez, anunció que el laboratorio chino Sinovac Biotech tiene planes de instalarse en el país.

Dicha universidad fue uno de los principales actores para que se concretara el primer acuerdo con el laboratorio –por 10 millones de dosis- para la adquisición de la vacuna CoronaVac contra el COVID-19. Además, el doctor Alexis Kalergis (interesante apellido) y la doctora Susan Bueno, ambos investigadores de esa casa de estudios, lideraron el estudio de seguridad e inmunogenicidad del medicamento.

En un foro virtual sobre vacunas, en la que también estuvo presente el ministro de Salud, Enrique Paris, Sánchez señaló que “en este conversatorio podemos dar primicias: el laboratorio Sinovac tiene mucho interés de llegar a Chile, de instalarse en Chile para tener una mirada regional”.

En seguida, el rector explicó que “de la mano de la Universidad Católica, con el Ministerio de Salud y el Ministerio de Ciencias queremos dar todo el apoyo científico para que podamos desarrollar vacunas en nuestro país (…) el interés que tiene Sinovac de llegar a Chile puede abrirnos un futuro muy espectacular en este trabajo”.

El Ministro de Salud, en tanto, frente a preguntas sobre el uso en niños de las diversas vacunas con las que cuenta el país, adelantó que “vamos a apoyar cualquier estudio en pacientes menores de edad (…) En el caso de los niños vamos a apoyar firmemente el estudio de la Universidad Católica con Sinovac y la fecha en la que podamos vacunar niños no la puedo dar”.

Asimismo, el ministro comentó que el primer reporte de eficacia de la vacuna Sinovac en Chile se presentó a la Organización Mundial de la Salud (OMS): “hoy ese estudio fue presentado ante la OMS y causó un gran impacto muy positivo, nos va a permitir lo que hemos pedido mucho: que sea la OMS quien determina cuáles son las vacunas que nos van a servir en el futuro para viajar a lo largo del mundo sin problemas y peticiones especiales”.

La Pontificia Universidad Católica de Chile, que depende directamente de la Santa Sede, mantiene lazos con el Partido Comunista Chino, a través del Instituto Confucio que opera en su Campus Oriente. Recordemos que el ex presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, declaró en el año 2020 al Instituto Confucio como una entidad nociva de propaganda del Partido Comunista Chino que por medio de la excusa de dictación de cursos de chino mandarín llevan a cabo sus acciones de infiltración cultural y política.

Por su parte, el gobierno de Chile también ha profundizado sus lazos con China. El año pasado el comercio entre los dos países ascendió a cerca de 40.000 millones de dólares, consolidándolo como el principal socio comercial de Chile, representando el 31,3% de las exportaciones y el 23,8% de las importaciones, más que con Estados Unidos y la Unión Europea; y entre enero y marzo de este año aumentó un 46,9% en relación con 2020. Asimismo, en los últimos tres años el mercado chileno ha vivido una fuerte arremetida de capitales chinos. Según las cifras oficiales, la cartera de iniciativas chinas creció de cinco proyectos por US$ 310 millones en 2016, a 20 proyectos por más de US$ 1.800 millones a fines de 2018, y en 2019 China se ubicó por primera vez como el principal inversionista extranjero, con US$ 4.582 millones, principalmente en los sectores minero, energético y transporte. Actualmente, la inversión china en Chile bordea los US$ 12 billones, lo que representa cerca de un 9% de la inversión extranjera directa materializada

Entonces no llama la atención el empeño que tanto la Pontificia Universidad Católica de Chile y el gobierno de Chile ponen en seguir y fomentar las directrices chinas, pese al carácter confesional de la primera y que el segundo se supone de centroderecha. Como reza el antiguo refrán, “la necesidad tiene cara de hereje”.

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