Los últimos movimientos de Marruecos y la dejadez con que actuó el gobierno español ha reabierto el tema de la soberanía española en el norte de África, sobre islas y peñones, llamadas plazas de soberanía, que se siguen manteniendo por su enorme relevancia geoestratégica.  Estas son: las islas Chafarinas, la isla de Alborán, el Peñón de Vélez de la Gomera, las islas Alhucemas y la isla Perejil.  

Estas plazas están deshabitadas y no figuran expresamente en la Constitución, ni siquiera son mencionadas. Por el contrario, sí se hace referencia de las plazas mayores, Ceuta y Melilla y la isla de Alborán, que pertenece al municipio de Almería, los demás territorios se encuentran en un “limbo legal”, incomprensible olvido teniendo en cuenta su historia. Veamos:

*Peñón de Vélez de la Gomera

Se trata de una roca de 260 metros de largo, con una anchura entre 15 y 100 metros, teniendo 87 metros en su punto más alto. Carece de agua potable, así como de arbolado, por lo que hasta hace poco se precisaba abastecerla desde Málaga, situada a unas 100 millas, precisando disponer de amplios aljibes. En la actualidad se autoabastece de agua potable a través de una pequeña desaladora.

Siendo desde hace siglos la costa magrebí la principal fuente de peligros y amenazas militares a la península, los Reyes Católicos quisieron dominar ambas costas del Estrecho para poder defender los reinos españoles de futuros ataques, así como garantizar rutas seguras para comerciar a lo largo del Mediterráneo. La peligrosa navegación por el mar Mediterráneo les inquietaba; para solucionar el problema, enviaron a Juan Alonso Pérez de Guzmán, III  duque de Medina Sidonia, quien ocupó Melilla en 1497. Afianzó su posición conquistando otras zonas próximas y en 1508, el peñón de Vélez de la Gomera fue ocupado por Pedro Navarro que iba persiguiendo piratas. Desde su conquista por parte de la corona española, la isla se fortificó y se usó como enclave estratégico para la conquista y defensa de las posiciones en esa zona. Desde el año 1564 hasta ahora, la soberanía española de este lugar se ha mantenido sin interrupción. 

A comienzos del siglo XIX, tras perder la mayor parte de las colonias americanas, España deja de ser un gran imperio ultramarino y es relegada a un segundo plano. Por lo tanto, Isabel II se propone recuperar el prestigio español a través de expediciones militares alrededor del mundo. Las más importantes fueron las del norte de África con la subsecuente Guerra de África entre 1859-1860 contra Marruecos. Esta estrategia política pretendía dos objetivos: imitar al resto de potencias europeas del momento como Francia e Italia en sus conquistas del Magreb y la unificación de España, la cual acababa de sufrir una guerra civil entre isabelinos y carlistas.

Hasta 1930 el peñón, era una isla a escasos metros de Marruecos pero un terremoto de siete grados con epicentro en Fez, sacudió el norte de Marruecos, moviendo la Placa Africana y la Subplaca Ibérica produciendo una ligera variación de la línea costera porque el movimiento sísmico hizo que se depositaran arenas entre el peñón y el continente africano, formando un  Istmo o banco de arena que une la antigua isla con la costa.

*Islas Chafarinas:

Las islas Chafarinas deben su nombre a su condición de refugio de piratas en el pasado. Un término que proviene de la traducción del árabe de la palabra «Al Y’far», que significa «ladrón», es un conjunto de tres islas: Congreso, Isabel II y del Rey Francisco, y pertenecen a España desde el 6 de enero de 1848, día en que fueron ocupadas por la expedición al mando del general Francisco Serrano y Domínguez. Hasta entonces habían sido tierra de nadie. Hoy están consideradas como reserva natural por su riqueza ecológica.

*Peñón de Alhucemas:

En el año 1956 Marruecos accedió a su independencia del protectorado de Francia y España, pero ésta mantuvo el islote situado a 700 m. de la costa y a 84 km. del territorio español más próximo, Melilla, junto a dos islotes deshabitados (isla de Tierra e Isla de Mar) situados a apenas 50 metros de la costa. El peñón de Alhucemas fue entregado a España por el sultán saadí Muley Abdalá en 1560 a cambio de la protección de las invasiones otomanas y  ocupado definitivamente en tiempos de Carlos II, en 1673, por una flota comandada por el príncipe de Montesacro, Andrés Dávalos. Llegó a contar con más de 300 habitantes que ejercían el comercio con la cercana cabila de Beni Urriagel.

Se convirtió en un penal de presos comunes, políticos y desterrados que en 1838 provocaron una grave sublevación. Posteriormente se ha convertido en el punto de amarre de varios cables submarinos que unen a Melilla, Ceuta y la península Ibérica. Lo custodian de forma permanente fuerzas militares pertenecientes al Regimiento de Artillería mixto N*32 de Melilla. Unido a la isla principal mediante un pequeño puente se encuentra el diminuto islote llamado La Pulpera, que sirvió en tiempos de cementerio.

Estos pequeños enclaves, de irrelevante importancia política y económica, tienen un gran valor estratégico y defensivo aún hasta nuestros días para controlar el estrecho de Gibraltar, los flujos migratorios, el crimen organizado, las rutas marítimas de comercio y el resto de los peligros que puedan provenir del continente africano. 

Marruecos sigue reclamando hasta nuestros días estos enclaves, al igual que las dos ciudades autónomas de Ceuta y Melilla y no ceja en su empeño, ampliando y estrechando relaciones diplomáticas con distintos países. Últimamente con Reino Unido, con quien llevarán a cabo ejercicios militares conjuntos que contarán con el portaaviones de la Royal Navy HMS Queen Elizabeth y la ampliación de sus mutuas relaciones comerciales. Recientemente, Marruecos desarrolló operaciones militares por tierra, mar y aire con Estados Unidos dentro del proyecto African Lion. Además, otros países como Francia, Italia o Canadá participaron en las maniobras.

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Es decir, parece que la diplomacia marroquí está actuando con inteligencia y habilidad aislando a España internacionalmente, dejándola sin posibles apoyos políticos de otras naciones y sofocando el tradicional comercio del mercado agrícola español.

Y mientras, ¿qué hace España? Exhumar muertos de los cementerios de estas plazas y trasladarlos a Melilla o a donde los familiares hubieran decidido. Viendo la forma de actuar del gobierno, muchos creen que estas exhumaciones son el paso previo para la entrega a Marruecos de los islotes, de manera cobarde y vergonzosa.

Estas dentelladas a la unidad de España sabemos que venían de tiempo atrás,  motivadas, causadas y organizadas por factores externos. Durante el Sexenio democrático, la Masonería experimentó una eclosión con la que inaugura su época dorada en España, aprovechando la cual, propusieron en las Cortes de 1872, en pleno caótico reinado de Amadeo I, el abandono, o aún más, la voladura de estas pequeñas posesiones españolas. Afortunadamente estas propuestas no llegaron a prosperar. Se ve que aquellos proponentes no comprendían la importancia de la geoestrategia.

O quizás si y su intención era otra, porque en la Constitución de 1978, ya ni siquiera son mencionadas. No es tan sorprendente si supieran que la Constitución Española de 1978 se escribió en una Logia Masónica, situada en el Parador de Gredos y, que tal como manda la secta, fueron siete los masones necesarios para que, formando una Logia justa y perfecta, fueran  los miembros designados como ‘padres de la Constitución’, que trabajaron durante meses para superar sus diferencias.. 

Aunque esto último sea difícil de admitir si tenemos en cuenta que de los siete “padres” de la Constitución de 1978, Miguel Herrero (UCD), Gabriel Cisneros (UCD), Jordi Solé Tura (PCE) y Miquel Roca (Minoría Vasco-Catalana), Manuel Fraga (AP), José Pedro Pérez-Llorca (UCD) y Gregorio Peces-Barba (PSOE), cinco eran masones, uno dudoso y otro, al parecer, no estaba vinculado a la secta, así que la mayoría impuso sus criterios en unos términos equívocos, −cuyas consecuencias sufrimos ahora−, o simplemente ignoraron la defensa de los derechos de España.

El grado de amenaza que puede suponer Marruecos para España como consecuencia, principalmente, de sus reclamaciones territoriales sobre las posesiones españolas en el norte de África, se aprecia en el interés de Marruecos por desarrollar diversas formas de presionar a España para intentar obligarla a negociar sobre esos territorios. Sus métodos consisten en afectar los intereses nacionales españoles y conseguir la atención de la comunidad internacional para socavar la posición española. A su vez, Madrid ha desarrollado una estrategia encaminada a confrontar el desafío marroquí como ocurrió en la crisis del islote Perejil que Marruecos reclama por estar en lo que los diplomáticos llaman zona oscura por su situación político-administrativa ya que ni está declarada como parte de España ni de la Ciudad Autónoma de Ceuta. ¿Por olvido? No, por lo que en lenguaje vulgar se llama “una bajada de pantalones”, ya que ante las protestas de Marruecos se retiró del proyecto del estatuto antes mencionado, de modo que ni figura incluido en él ni está considerado plaza de soberanía. 

Todo un limbo jurídico en el que el entonces ministro socialista Jerónimo Saavedra (orgullosamente declarado masón por él mismo) negoció distintas concesiones con el PP de Mariano Rajoy (de quien algunos investigadores del tema aseguran su pertenencia a la secta después de su viaje a Monterrey) y, de masón a masón, decidieron en 1994 excluir Perejil del Estatuto de Ceuta .

Decimos de masón a masón, pero quizá su actuación no fuera tanto por propia iniciativa. Es razonable recordar que la masonería ha sido siempre hostil a la idea de España. No ha sido contraria a otros países, porque apoyó intensamente al imperio británico, pero sí ha sido muy hostil con España, resultando la causa fundamental de la pérdida de nuestra presencia en América y Filipinas.

Tras los incidentes en Perejil el Gobierno, entonces del PP, aprobó una serie de compras para la Armada, como los nuevos helicópteros teledirigidos MQ- Fire Scout, ​ en aquel momento en fase de desarrollo. Sin embargo, el posterior gobierno del PSOE canceló la operación, una operación que garantizaba nuestra defensa. Conviene recordar que del gabinete de Zapatero unos nueve miembros eran masones, pero quizá los implicados más directamente fueron: Miguel Ángel Moratinos Cuyaubé ministro de AA.EE. (posteriormente potenciado por la UE para ser su enviado especial en Oriente Medio) y el entonces ministro de Defensa, José Bono, de la paramasónica Orden Martinista Sinárquica (de la Cierva, dixit). 

Marruecos sigue acosando. El 29 de agosto de 2012  siete nacionalistas marroquíes del llamado Comité de Coordinación para la Liberación de Ceuta y Melilla subieron al peñón de Vélez de la Gomera y colocaron banderas de Marruecos. Tras varias advertencias, cuatro de los activistas fueron detenidos por los regulares españoles que custodian el territorio, consiguiendo escapar a territorio marroquí tres de los asaltantes. La Delegación del Gobierno de España en Melilla acusó a los activistas marroquíes de querer «tensar y entorpecer» las relaciones entre Marruecos y España, alegó que las medidas utilizadas para su detención fueron las adecuadas y reafirmó que concluirán con todos los asaltos de forma honesta y mirando por la protección del territorio español.

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No se esperaba menos. Quizás también los marroquíes esperaban más firmeza en la represión, de modo que últimamente han decidido ir por Ceuta y Melilla con un sistema similar al empleado en la toma del Sahara. La lentitud y falta de empuje para contrarrestar el ataque nos hace temer por el oscuro futuro de unos islotes sin agua, vegetación, sin habitantes, solo la dotación militar relevada mes a mes, donde lo único permanente son los difuntos, algunos desde 1700, que ahora exhuman estos incompetentes para que cuando entreguen estas plazas no pueda decirse que abandonaron hasta los muertos.No valoran la importancia de defender nuestras costas y el tráfico marítimo de los nuevos corsarios que son los señores de la droga. Eso, sin tener en cuenta la posibilidad de que la situación política internacional se complique. Sin embargo, vistas las injerencias causadas por la secta, cabe preguntarse si esos olvidos e intromisiones no serán la causa de la inacción del gobierno y no solo por su ineptitud.

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