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Análisis

Macron pide la creación de un ejército europeo… ¿Y ahora?

¿Alguien en la UE es realmente capaz de pensar en términos europeos? Nos tememos que no.

Por Enric Ravello Barbero, publicado en francés en www.enricravellobarber.eu

La firma del tratado AUKUS y la pérdida de la venta de submarinos franceses submarinos a Australia a favor de submarinos estadounidenses, provocó unas reacciones de Macron que recordaban a la letra de la mítica canción de Gilbert Bécaud y Pierre Delanoë.

Aunque para ser justos hemos de reconocer que Macron es el único líder política de Europa occidental (y si nos apuran diremos que de toda Europa, junto con Vladimir Putin) que ha advertido sobre la creciente divergencia geopolítica entre EEUU y Europa y la necesidad de articular a Europa como un actor poderoso en el escenario multipolar del siglo XXI.

La historia viene de lejos. Cuando se creó la OTAN, en respuesta al Pacto de Varsovia, es decir como la garantía de una defensa occidental ante un posible ataque del Bloque del Este. De Gaulle entendió que esa alianza además significa “de facto” que el paraguas militar norteamericano se cernía sobre toda Europa, con las implicaciones de sumisión política, económica y de política exterior que eso supone. Francia fue miembro de la OTAN pero en 1966, bajo la presidencia de De Gaulle, abandonó el Comando Militar de la OTAN. No fue hasta 200 con la llegada al Elíseo del primer presidente abiertamente pro-americano posterior a la SGM, Nicolás Sarkozy que Francia regresó a la estructura miliar de la Alianza Atlántica en 2009.

Caída del Muro y el eje carolingio.

La caída del Muro y la reunificación de Alemania, marcaron un cambio de equilibro de poder fundamental en Europa. El país más poderoso del continente se volvía a percibir a sí mismo como el eje de articulación continental. El canciller que hizo esto posible que esta reunificación fuese ejemplar, Helmut Kohl tenía también esa visión de Alemania y de Europa menos sumisa a los intereses de la otra orilla del Atlántico. Al frente de una Alemania  unificada, fuerte y ahora primera potencia de la UE, Kohl fortaleció el llamado eje carolingio (Francia-Alemania) como núcleo de una Europa poderosa y autónoma. Su cancillería coincidió con la presidencia de François Mitterrand en Francia –quien compartía esencialmente esta visión europea- ambos protagonizaron un emotivo acto de reconciliación franco-alemana y pusieron la primera piedra de lo que tenían pensado ser un Ejército europeo, con la creación del Eurocuerpo.  Curiosamente los dos perdieron las siguientes elecciones en sus respectivos países, con sendas campañas mediáticas en contra.

El intento de Ejército europeo fue abortado por EEUU y hoy de aquello solo queda algo puramente testimonial y ridículo desde el punto de vista militar (1).

Del Atlántico al Pacífico: cambia el escenario mundial.

Los intereses de EEUU siempre han sido antitéticos con lo de los de Europa occidental desde 1945 por el simple hecho de que EE.UU. ejercía de potencia colonizadora y Europa era el territorio colonizado y sometido. Pero esta antítesis se agudiza con la caída del Muro. Europa ya no está bajo la amenaza soviética. La lógica geopolítica llama a una cohesión de Europa occidental y un progresivo acercamiento a Rusia, la amenaza del eje París-Berlín-Moscú vuelva a ser la pesadilla de la diplomacia norteamericana. Cualquier intento de unificación y emancipación europea y acercamiento euro-ruso es permanentemente torpedeado por parte de Estados Unidos.

Contrariamente a lo que predijo el ideólogo mundialista Francis Fukuyama la historia nunca para. En las últimas décadas -especialmente la última- asistimos al desarrollo imparable de una enorme potencia mundial: China. Paralelamente, el escenario mundial principal cambia del Atlántico al Pacífico. 

Datos de 2016 ya señalaban que en el ranking de los 20 países más grandes en términos de PIB a nivel mundial, 11 de ellos están ubicados en el anillo del Pacífico. Esos 11 países representan aproximadamente el 82% del PIB mundial, hoy ese porcentaje es mayor. Las dos grandes súper potencia del momento (EEUU y China) comparten costa con este océano, en el que también se sitúa Rusia. 

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Los puntos de fricción entre ambas (Corea, Taiwán, Vietnam, islas Spratly y la llamada “Línea de los Nueve Puntos”), están en también en el Pacífico. EE.UU está hace tiempo trasladó su eje político y militar al Pacífico, fue Obama el presidente que inició este gran cambio estratégico

Estados Unidos ya no tiene el menor interés en la “defensa” de Europa, el escenario mundial principal ha cambiado. El único interés del Pentágono en Europa es provocar y arrinconar a Rusia, pero el gran desafío es mantener el control del Pacífico y evitar que China proyecte en el mar su Nueva Ruta de la Seda, que sería un golpe mortal para la hegemonía mundial estadounidense. Estados Unidos ya no está dispuesto a pagar la defensa europea, ya no le interesa. Y entonces salta la realidad: somos un continente fragmentado, dividido, débil e indefenso. Como dice Macron el progresivo abandono de EEUU de la OTAN es “de facto” la muerte cerebral de la Alianza Atlántica (2). Estados Unidos, que apoyó el Brexit como un modo de debilitar a la UE y de crear una nueva  gran alianza anglo-sajona, ha potenciado el acercamiento con sus primos británicos y australianos –el principal aliado de Washington en el Pacífico- en una dinámica político-militar que tiene como objetivo final la creación de una gran alianza anglo-sajona y su desvinculación de la defensa europea. Los países anglo-sajones están apoyando claramente esta iniciativa dirigida por el primo mayor de la familia (3).

Un ejército europeo ¿cómo, con quién y para qué?

Francia, muy perjudicada por la firma de la Alianza AUKUS, se da cuenta ahora de cuál es la precaria realidad defensiva francesa y europea. Macron llama a la creación de un ejército europeo “para hacernos respetar” (4).  Mientras que su ministro de Economía y Finanzas, Bruno Le Maire, peso pesado en el Gobierno francés afirma: “Nuestros socios europeos tienen que abrir los ojosno podemos seguir contando con Estados Unidos para garantizar nuestra protección estratégica. La primera lección es que la Unión Europea debe construir su independencia estratégica. Si mañana —añadió— hay un problema masivo de inmigración ilegal, si hay un problema de terrorismo que viene del continente africano, ¿quién nos protegerá? Solo nosotros” (5). Indudablemente tiene toda la razón.

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Francia y su presidente son conscientes de que hoy son ya una potencia de segundo o tercer orden. Las leyes de la geopolítica actual hacen impensable que Francia vuelva a ser un actor mundial importante, solo le queda una opción liderar un proceso de convergencia político, diplomático y militar europeo. Es uno de los puntos fuertes de la política de Macron, quien ha creado un think tank europeo con un nombre revelador: Grand Continent. La necesidad de un ejército europeo es tan obvia que hasta la misma presidenta de la Comisión Von der Leyen la comparte (6). Macron ha lanzado este llamamiento, pero hay algunas consideraciones necesarias:

-Potencia nuclear: Si hablamos verdaderamente de un ejército y no de una simple política para cuidar fronteras y hacer algún “misión de paz” en países lejanos, es necesario de armamento nuclear. El único país que tiene cabezas nucleares en el UE es Francia, y es poco más de anecdótico comparado con EEUU, Rusia y una China ascendente en este terreno. Francia tiene 290 cabezas nucleares, EEUU tiene 5.800, Rusia 6.375, China 350, por eso mismo se niega a firmar cualquier tratado de no proliferación nuclear hasta que disminuya su desventaja. Este mes de octubre, China ha sorprendido sorprende con su nuevo misil hipersónico (7). El crecimiento en armamento nuclear de Pekín es vertiginoso. Es la lógica de su ascensión a potencia mundial.

Si Macron de verdad habla de un ejército europeo en serio ha de potenciar el poder nuclear francés y forzar al consejo de seguridad de la ONU para permitir que Alemania tenga armamento nuclear, es imposible construir una Europa fuerte sin una Alemania militarmente fuerte. Si ejerce esta presión diplomática en el Consejo de Seguridad de la ONU, su llamamiento al ejército europeo será simple retórica vacía. Será el momento de ver realmente si es el líder europeo que él afirma ser, o si su retórica europea es humo y solo piensa en términos del Hexágono.

-Integrar la Europa centro-oriental: Un ejército de la UE no puede limitarse a un ejército de su parte occidental. Vital desde el punto de vista militar y estratégico sería la participación de los países del este de la UE, fundamentalmente lo llamados países del grupo Visegrado. Militarmente no solo porque Polonia sea el vigesimotercer ejército del mundo y el quinto de la UE (8), sino por el importante esfuerzo militar que están haciendo esos países (9). Estratégicamente porque el proyecto de ejército europeo debe necesariamente vinculara los países de Visegrado y a los bálticos a la defensa europea y no permitir que sean los aliados preferentes de EEUU en nuestro continente (10).

En este sentido las presiones de la UE frente a los legítimos gobiernos de Polonia y Hungría no son en absoluto una postura inteligente. Pero alguien en la UE es capaz de pensar realmente en términos europeos? Mucho nos tememos que no.

-Romper con el atlantismo, por una lógica europea. Europa ha de tener una ejército y una política de defensa propia, pero para defender sus intereses y no los de la potencia dominante EEUU (11).

La decisión está completamente equivocada, la escalada de tensión bélica entre Ucrania y Rusia obedece a la lógica del Pentágono de crear tensiones en territorio europeo, aislar a Rusia y evitar cualquier acercamiento euro-ruso (la pesadilla de los estrategas de Washington). La lógica europea debe ser rebajar tensiones entre Ucrania y Rusia y potenciar una política en Kiev de puente entre la UE y Moscú.

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Bruselas y Berlín no lo han entendido, Moscú a medias, Washington sí, y por eso está ganando esta batalla geopolítica crucial.

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