Michel Houellebecq es considerado uno de los escritores y críticos culturales contemporáneos más importantes. La colección de ensayos titulada “ Un poco peor ” que ahora se ha publicado en traducción al alemán da una impresión de su pensamiento político y religioso. Según él, el mundo occidental está en una era de disolución. El caos que se avecina conducirá a un nuevo despertar de la religión. El Islam es actualmente la religión más vital en Europa. Por otro lado, hay un catolicismo débil, pero en sus márgenes orientados a la tradición también hay signos de un despertar religioso.¹

La era de la disolución

Según él, el trabajo de Houellebecq se basa, entre otras cosas, en los pensamientos del filósofo Auguste Comte y su suposición “de que la sociedad ha perdido sus cimientos después de la Revolución Francesa y que no sobrevivirá a largo plazo sin religión”. Vivimos en una época “cuya única función es la destrucción”. Todo “lo que sucedió entre el comienzo del protestantismo y el comienzo de la Revolución Francesa” tenía un solo objetivo: “socavar la sociedad anterior”. El modernismo y el posmodernismo han tenido un gran éxito. Toda la sociedad se ha “convertido en un campo de escombros sin ninguna base”.² El caos es ahora “absoluto” y la desorientación “generalizada”.³

Todavía en el siglo XIX, los grandes escritores como Balzac, Dickens, Dostoievski y Flaubert se habrían mantenido firmes sobre el fundamento de la moral cristiana La “influencia de pensadores siniestros y falsos que creían poder atribuir un carácter no esencial a la ley moral” (menciona, entre otros, a Nietzsche y Marx) han socavado gradualmente esta base desde principios del siglo XX, de modo que “una duda moral se ha asentado sobre cuestiones poco dudosas”; es decir, “incluso con los mejores”.⁴ A medida que avanzaba el siglo XX, la “confusión” moral en la literatura siguió aumentando, “y más la ley de la moral pierde terreno hasta que finalmente ya no se entiende en absoluto, si no se ignora sistemáticamente”.⁵

Los principales motores actuales de la desintegración de las sociedades occidentales son el rechazo a cualquier identidad fija y la reivindicación de una flexibilidad total. Esto es un “pecado […] contra nuestra civilización, que quiere crear entidades permanentes, permanentemente válidas”.⁶

La práctica de la eutanasia es uno de varios indicadores de la decadencia moral avanzada de estas sociedades. Jean Rostand escribió que el “honor de una sociedad” consiste en “asumir ese oneroso lujo que significan para ella los vicios de lo incurable”. Las sociedades que hicieran caso omiso de esto desaparecerían, y corrían el riesgo de quedarse con “nada más que el vago recuerdo de una desgracia, la sombra de un disgusto”.⁷

El retorno de la religión y el conflicto con el islamismo

Houellebecq indica que ve una posible fuente de renovación religiosa en el nihilismo contemporáneo y sus consecuencias. Escribe sobre sí mismo como “un escritor de una era nihilista y del sufrimiento que acompaña al nihilismo”. Los lectores le dijeron que lo que leyeron los llevó a creer porque “se encogieron de horror” ante lo que había descrito. Es “católico en el sentido de que expreso el horror de un mundo sin Dios”.⁸

El regreso de la religión ya ha comenzado. A fines de la década de 1990, las cuestiones religiosas apenas ocupaban un lugar en los debates públicos en Francia. Hoy no sólo está muy presente el Islam, sino que también hay “un despertar del catolicismo”, que fue declarado muerto prematuramente.⁹ Sin embargo, es una pregunta abierta qué religión llenará el vacío dejado por el nihilismo contemporáneo. Su novela “Sumisión” trata sobre la posibilidad de que el Islam sea esta religión (ibíd., p. 109). Aquí retoma el creciente temor a la dominación de la cultura extranjera del Islam. No hay solución a la vista para este miedo, por lo que es “un miedo en estado puro”.¹⁰

Es probable que haya conflictos religiosos en Europa en el futuro. Como resultado de los ataques en curso, ahora se reconoce en gran medida el hecho de que los actores islamistas son una amenaza, lo que representa un progreso. Después de 2001, inicialmente prevaleció la posición, “simplemente no los mezcle, simplemente no los estigmatice, el Islam es una religión de paz, tolerancia y amor, estas personas no son musulmanas”. Esto esta hecho.¹¹ El desafío que plantea el islamismo obliga al realismo ya “no negar lo evidente”. Los ataques islamistas incluso han sacudido el “dominio total de la izquierda sobre los intelectuales” en Francia.¹² En la actualidad, son sobre todo las fuerzas laicas calificadas de populistas las que recuerdan que “la lucha contra el Islam es una de las constantes en la larga historia de Europa”.¹³

Sin embargo, son “más bien religiones” que “prevalecen sobre otras religiones”. No será posible derrotar al islamismo solo con recursos estatales o policiales.¹⁴ Europa tiene aquí el problema de que actualmente “no hay competencia por el Islam”. Los movimientos de renovación en el catolicismo tradicional tienen la mejor oportunidad de convertirse en portadores de este contramovimiento. El movimiento laico “La manif pour tous”, que realizó con éxito protestas por la protección del matrimonio y la familia en Francia, lo impresionó y sorprendió.¹⁵

La Crisis de la Iglesia Católica

Houellebecq responsabiliza a la Iglesia católica de la crisis del espacio cultural europeo y la acusa de haber decidido ser débil en una situación en la que más se la necesita.¹⁶

Los errores de la Iglesia católica habrían hecho posible “esas catástrofes de la civilización” que fueron “el Renacimiento greco-latino y sobre todo el protestantismo – que, por su interacción, inevitablemente debían terminar en el siglo de la Ilustración y por tanto en el derrumbe del entero”. El mal va “muy atrás”.¹⁷ Ella también “se dejó contaminar por el protestantismo e inició un largo proceso de suicidio en Ganz”.¹⁸ Su “aburguesamiento” es “quizás la mayor plaga de principios de este siglo XXI”.[/note]ibid., p. 176.[/note]

Dijo que tenía “dificultades para imaginar lo que podría ser una Iglesia católica fuerte porque estamos muy lejos de eso”. Él “nunca había visto esta iglesia en condiciones de funcionamiento”.¹⁹ Entre sus logros históricos está la creación de la idea de un orden armónico, durante cuyo reinado Europa desconocía aquellas guerras totales que hicieron posible la revolución contra el orden. Por lo tanto, simpatiza con el catolicismo y la monarquía.²⁰ La Iglesia había “logrado tan perfectamente durante muchos siglos” en asegurar la “organización del funcionamiento de la sociedad en su conjunto”.²¹

Declaraciones generales sobre la religión.

Está convencido “de que toda felicidad es esencialmente religiosa” porque sin ella la existencia humana parece carecer de sentido.²² Sólo la fe puede responder plenamente a las cuestiones cosmológicas ya la cuestión de la muerte y hacer posible la comunidad (“debéis reconocerlos por la señal de que se aman”).²³

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El término “hermandad” despertó en él “sospechas” y le pareció que estaba invadiendo, pero creía en el amor tal como se describe en la obra de Dostoievski. Allí, uno de los personajes formuló la exigencia de “hacer feliz al menos a una criatura en el curso de la vida en todas las circunstancias”, tal como quería “hacer de cada agricultor una ley o un deber” con motivo de la deforestación en Rusia. por lo menos un árbol para plantar en su vida”.²⁴ En varios de sus ensayos, Houellebecq también se refiere positivamente a la obra“El Reino de Dios” del agnóstico Emmanuel Carrère, quien describe cómo vislumbró el reino de Dios en una comunidad cristiana que permite a los discapacitados llevar una vida digna.

Houellebecq ya estaba interesado en preguntas metafísicas cuando era niño, pero la iglesia no quería responderlas. En cambio, dijo “demasiado sobre los males en el Tercer Mundo”.²⁵ La iglesia no lo ayudó en su búsqueda religiosa. Sin embargo, sintió “de vez en cuando un toque de fe”, por ejemplo “siempre cuando voy a misa”.²⁶ La certeza con que se proclama que Cristo ha vencido a la muerte le hace “estremecerse profundamente”.²⁷

También escribe sobre su “fracaso al intentar convertirse, fracaso frente a la Virgen Negra de Rocamadour”. Se refiere aquí a la conversión del escritor Joris-Karl Huysmans , a quien admiraba especialmente, que encontró la fe a través de la belleza del arte religioso. Houellebecq escribe sobre sí mismo que este camino le quedó cerrado porque carecía del sentido estético para ello.²⁸ Ahora es “demasiado viejo para convertirse” y siente que Dios lo ha “rechazado”. Su apego al catolicismo fue alimentado por la nostalgia, no por la fe.²⁹

Aprecia la “calidez” de las iglesias libres carismáticas evangélicas, lo que le hizo comprender a qué se refería Nietzsche cuando los cristianos los acusaban de tener que parecer más redimidos si en realidad eran redimidos.³⁰ Elogia la ortodoxia por su adhesión intransigente a la liturgia y la enseñanza tradicionales y la considera la más intacta de las denominaciones cristianas.

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El enigma del bien

Houellebecq critica que los pensadores cristianos “traten seria y dolorosamente el ‘problema del mal’”, que, sin embargo, no es misterioso:

“¿Qué problema del mal? Si hay una entidad que es nativa del mundo, que uno se encuentra de nuevo sin sorpresa, cuya existencia es cualquier cosa menos problemática, entonces seguramente es malvada ”.

Incluso el simple cínico, que se supone que tiene un “conocimiento profundo de la naturaleza humana”, no le hace justicia al ser humano:

“Pues algunos seres consciente y voluntariamente eligen tratar a los demás con decencia, honestidad y sinceridad; y luego viven de acuerdo con esa máxima hasta su muerte. Otros, sin verse obligados por nada, se lanzan audazmente en ayuda de los demás y hacen todo lo posible para salvarlos y aliviar su sufrimiento. El bien existe, necesariamente existe, tanto como el mal. Y es esta existencia la que contradice totalmente todas las leyes de la naturaleza, esta existencia biológicamente contraproducente que es un problema real. Es este problema del bien, quizás el único que vale la pena enfrentar […]”.

Lo desconcertante no es el mal, sino el hecho de que siempre haya personas que decidan servir a los demás a expensas de sus propios intereses.³¹

Este artículo se publicó originalmente en alemán en https://renovatio.org/

Fuentes

1. Michel Houellebecq: Un poco peor. Nuevas intervenciones , Colonia 2020.
2. Ebd., S. 101.
3. Ebd., S. 117.
4. Ebd., S. 118-119.
5. Ebd., S. 121.
6. Ebd., S. 61-62.
7. Ebd., S. 195-196.
8. Ebd., S. 95-96.
9. Ebd., S. 89-90.
10. Ebd., S. 86.
11. Ebd., S. 66.
12. Ebd., S. 67.
13. Ebd., S. 134.
14. Ebd., S. 69.
15. Ebd., S. 70.
16. Ebd., S. 70.
17. Ebd., S. 161.
18. Ebd., S. 172.
19. Ebd., S. 80-81.
20. Ebd., S. 81-83.
21. Ebd., S. 145-146.
22. Ebd., S. 95.
23. Ebd., S. 126.
24. Ebd., S. 127-128.
25. Ebd., S. 93.
26. Ebd., S. 94.
27. Ebd., S. 127.
28. Ebd., S. 96.
29. Ebd., S. 71.
30. Ebd., S. 143-144.
31. Ebd., S. 124-125.

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