Por Steve Hemler y Lee Granger
La Iglesia Católica siempre ha sostenido que la Eucaristía es el cuerpo y la sangre de Jesucristo bajo la apariencia de pan y vino. Sin embargo, más de la mitad de los católicos no aceptan esta enseñanza. Para disipar dudas, Dios ha provisto muchos casos a lo largo de la historia de la iglesia donde el pan y/o el vino consagrados se han convertido en carne y sangre humana. Estos eventos se denominan milagros eucarísticos y el Vaticano ha aprobado más de 150 casos de este tipo. Cinco de estos casos han sido investigados científicamente y los resultados son asombrosos.
Un incidente ocurrió en Lanciano, Italia, a mediados del siglo VIII. En 1971, un médico italiano, Odoardo Linoli, profesor de anatomía e histología patológica, examinó muestras de un huésped transformado y sangre. Linoli descubrió que: las muestras son de carne y sangre humana real; la carne consiste en tejido del músculo cardíaco; el tipo de sangre es AB, que es el mismo que en la Sábana Santa de Turín; y no hubo evidencia de conservantes.
Después de la Misa del 18 de agosto de 1996, en la Iglesia de Santa María en Buenos Aires, Argentina, una hostia consagrada descartada fue colocada en agua y encerrada en el tabernáculo para que se disolviera. El tabernáculo se abrió el 26 de agosto. La hostia no se había disuelto sino que se había convertido en una sustancia carnosa y sanguinolenta. Después de tres años, un equipo de científicos, incluido el Dr. Frederic Zugiba de la Universidad de Columbia, analizó una muestra. Zugiba informó que la muestra era tejido muscular del ventrículo izquierdo del corazón, que estaba inflamado y contenía una gran cantidad de glóbulos blancos, que normalmente mueren fuera de un organismo vivo.
El 21 de octubre de 2006, en la iglesia San Martín de Tours en Tixtla, México, una monja estaba distribuyendo la Comunión cuando notó que una de las hostias comenzaba a sangrar. Un equipo de científicos realizó pruebas en una muestra entre octubre de 2009 y octubre de 2012. Sus estudios concluyeron: la sustancia rojiza es sangre humana con ADN humano, pero no se pudo obtener un perfil genético; el tipo de sangre es AB, que es el mismo de Lanciano y de la Sábana Santa de Turín; el tejido es músculo cardíaco que muestra signos de estrés, con glóbulos blancos activos; había sangre fresca bajo una capa superficial de sangre coagulada; y la sangre emanaba del interior de la hostia.
El 12 de octubre de 2008, en la iglesia de San Antonio de Padua en Sokółka, Polonia, una hostia consagrada que se había caído al suelo fue colocada en un recipiente con agua y encerrada en una caja fuerte. Una semana después, la hostia no se había disuelto pero tenía una mancha roja que parecía un coágulo de sangre. Más tarde se determinó que las muestras deberían ser analizadas de forma independiente por dos profesores de anatomía patológica. Sus pruebas encontraron que la sustancia rojiza es tejido del músculo cardíaco con características de una persona que sufre y está cerca de la muerte. También observaron que las fibras de pan sin transformar se entretejen microscópicamente con el tejido del corazón de una manera que no se puede explicar.
El 25 de diciembre de 2013, en la iglesia St. Hyacinth en Legnica, Polonia, una hostia consagrada cayó al suelo durante la misa. Sin embargo, en lugar de disolverse después de sumergirla en agua, desarrolló una mancha roja. Al mes siguiente, se envió una muestra del material rojo para análisis patológicos. Esta prueba encontró que la muestra es tejido del músculo cardíaco que presentaba signos de estrés. Las pruebas de ADN mostraron que el tejido es de origen humano, pero no se pudo obtener un perfil genético.
Hay una sorprendente similitud en los resultados de estos estudios científicos. Todos encontraron que el huésped se había transformado en tejido vivo del músculo cardíaco bajo estrés, como lo demuestran las roturas en las fibras musculares y la presencia de glóbulos blancos, que normalmente mueren cuando están fuera del cuerpo. Se encontró sangre humana tipo AB, que es igual a la Sábana Santa de Turín. Estos estudios proporcionan evidencia convincente de que los milagros eucarísticos son señales divinas que atestiguan la Presencia Real del cuerpo y la sangre de Jesucristo en la Eucaristía.
Hemler y Granger son funcionarios del Instituto Católico de Apologética de América del Norte. Este artículo se publicó originalmente en inglés en https://www.catholicherald.com/
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