Tres mil personas asistirán el próximo 19 de abril al Sony Centre de Toronto para ver en directo el debate entre Jordan Peterson y Slavoj Zizek. El precio de las entradas va desde los 166 a los 420 dólares.
Ayer, en su canal de YouTube, el profesor Peterson anunció la posibilidad de ver el debate en directo a través de internet, mediante el sistema de pago por visión.
Debate filosófico masivo pay-per-view.
Realmente, es algo extraordinario lo que está sucediendo con el fenómeno Jordan Peterson. Y no es extraordinario sólo como fenómeno de masas. Jordan Peterson no es una súper-estrella de la filosofía pop, carente de auténtico peso como filósofo. Desde mi humilde punto de vista, el pensamiento que soporta al personaje es de altísima calidad.
La importancia que da a la reflexión teológica, al estudio de las grandes obras de la literatura universal, al análisis de los mitos y del propio concepto de mito como portador de verdades cruciales… Son todas cuestiones con las que los lectores y el autor de este blog no pueden estar más de acuerdo.
A ello se une el hecho de que Jordan Peterson piensa como si en ello le fuera la vida. Pues claro, ¿es que acaso se puede pensar de otra manera? ¿Es que hay algo más importante que buscar la Verdad y vivir de acuerdo a ella? Pero no es eso a lo que estábamos acostumbrados, salvo contadísimas excepciones.
Y yo creo que ése es el tipo de espectáculo que buscan esos millones de personas que ven sus vídeos en YouTube y escuchan sus podcasts.
Hay una pulsión romántica en mí que anhela desconfiar. Pero no encuentro argumentos para decir que está mal que millones de personas vean a través de internet buenas clases de teología y buenos debates filosóficos; o que está mal que miles de personas se gasten una buena cantidad de dinero para ver en directo una discusión sobre marxismo y capitalismo.
No me parece mal, no; me parece increíble.
Estamos en la época de la historia de la humanidad que ha hecho posible el acceso gratuito a la más alta cultura a un mayor número de personas, a través de un puñado de nuevas herramientas tecnológicas. El problema estriba en que preferimos ver porno a ver óperas.
Los lectores y el autor de este blog comparten la idea de que Occidente está en decadencia. Que el malestar espiritual de los ciudadanos occidentales está alcanzando cotas apocalípticas.
Bueno, pues parece ser que hay un montón de esos occidentales decadentes que están intentando hacer algo para que sus vidas sean, espiritualmente hablando, menos miserables; que están dirigiendo su atención hacia esos lugares que nosotros tanto amamos y que caracterizan a nuestra civilización: la filosofía, la ciencia, la literatura, Dios…
A mí, ser testigo de este sorprendente fenómeno, me llena de esperanza. Quiera Dios que no tarde en filtrarse desde el mundo anglosajón al mundo hispano.
Este artículo se publicó primero en Ahora Información: Filosofía Pay-Per-view