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Newman nos transmite con singular profundidad el espíritu de aquellos santos Padres cuya vida y enseñanzas cimentaron la fe de la Iglesia.
No tener libre albedrío significa una vez más que la ley moral no existe. Significa que los impulsos humanos pueden ser manipulados y controlados...
El personalismo, por mucho que se vista de católico, comporta, cuando menos, una inversión de los principios de la teología católica clásica.
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