Javier Garisoain, Secretario General de la Comunión Tradicionalista Carlista, se ha unido a una coalición política que pretende lograr resultados electorales en mayo. En una entrevista en el blog laligadelarcolargo afirmaba que “Ser carlista es la manera más natural de ser español”
¿Cómo se hace uno carlista?
Yo me hago carlista cuando me van encajando todas las piezas y veo que ser carlista es la manera más natural de ser español. Por supuesto, ayuda el que tu padre sea carlista, no lo voy a negar; pero también es verdad que España está llena de hijos de carlistas que luego se han hecho socialistas o liberales. Cuando vas viendo que el Carlismo te da una visión equilibrada de lo que es la política española te reafirmas en él.
Mencionas a los hijos de carlistas. En Navarra es muy habitual lo de “mi abuelo fue requeté”.
Sí, y yo siempre les pregunto: ¿a que era buena persona? Hasta ahora todo el mundo me ha dicho que era muy buena persona. No sé si es suerte o es que no quieren hablar mal de los muertos, pero es curioso.
¿Y por qué ellos no son carlistas?
Porque el Carlismo es un equilibrio y una unidad. Hay un riesgo que es coger trozos. Si tú dentro del Carlismo dices “lo importante del Carlismo son los fueros y la autonomía regional que nos están machacando los centralistas”, acabas derivando en posturas separatistas y nacionalistas. Si dices “lo importante del Carlismo es la religión y todo lo demás es absolutamente accesorio”, acabas en posiciones integristas y dejando la política en manos de otros. Empiezas a hacer las cosas que tenía que hacer la Iglesia y las empiezas a colgar de la política. Hay que entender que la sociedad tradicional requiere un equilibrio.
También porque quizá piensen, como casi todo el mundo, que el Carlismo no tiene sentido en el siglo XXI.
El Carlismo son los principios que tiene y el mensaje del Carlismo es casi intemporal. Esos principios son la España tradicional, la manera de entender la sociedad y la política durante los siglos en que se fue construyendo España. Eso tiene futuro porque es lo que llevamos en las venas y en la memoria histórica colectiva.
¿Cuáles son esos principios intemporales que defiende el Carlismo? ¿El famoso tetralema Dios, Patria, Fueros, Rey?
Una forma fácil de resumirlo es el tetralema que yo más bien llamaría trilema porque la patria y los fueros van muy unidos. Los fueros son una manera de entender el patriotismo, que no es un nacionalismo donde se hace tabla rasa de cualquier cuerpo social intermedio. Hablo de redes sociales con sus peculiaridades, su autarquía, su legislación, donde la justicia consiste en dar a cada uno lo suyo y no a todos lo mismo.
¿Cuál es la razón de ser del Carlismo?
Antes de existir el Carlismo existían la Cristiandad, la Hispanidad… una manera de entender la sociedad y la política. Cuando el Carlismo toma nombre de Carlismo y empieza a funcionar como movimiento político contemporáneo es en oposición al Liberalismo. En palabras grandilocuentes se podría decir que la razón de ser del Carlismo es salvar a España del Liberalismo.
¿El Liberalismo?
El Liberalismo es el naturalismo en política, una manera de entender la sociedad y la vida. Es montar una sociedad como si Dios no existiera. Pone a la política, el Estado, la nación, la soberanía nacional… en el lugar que corresponde al mundo de la Filosofía, los principios, los dogmas y las creencias. El Liberalismo por una parte exagera mucho la política y por otra parte se basa en un individualismo que rompe todo tipo de lazos al exagerar la voluntad individual. Los contratos dejan de tener su seriedad y todo empieza a ser mucho más frágil: desde la familia hasta las unidades territoriales y sociales. Se resquebraja todo y empieza la lucha de clases, de sexos y la sociedad se convierte en una masa en vez de ser un cuerpo orgánico ordenado.
El Carlismo reacciona frente al Liberalismo, que deja de lado a Dios. ¿Es entonces el Carlismo un movimiento religioso?
No, en absoluto. Y como alguien intente convertir el Carlismo en un brazo político de alguna rama religiosa yo en ese momento no quiero saber nada. El Carlismo tiene su ámbito, que es el político-social. Es un movimiento político formado por católicos, pero la misión del Carlismo no es hacer ni Teología, ni Filosofía, ni Literatura, ni Arte ni muchas otras cosas que enriquecen la vida humana. El Carlismo nace por una cuestión de legitimidad, porque las leyes sean justas, porque la sociedad se ordene de una manera acorde a nuestras tradiciones políticas, a los fueros, etc. Este tipo de cosas sí que incumben al Carlismo, pero no cuestiones filosóficas o litúrgicas.
Tú tienes pinta de ser un “católico a machamartillo”, como Menéndez Pelayo.
Sí, católico. Preferiría no poner etiquetas, pero las típicas: católico, apostólico y romano. Todo lo que conlleva ser hijo de la Iglesia, aunque no pretendo meterme en camisas de once varas ni hacer Teología o pastoral. Yo soy hijo de la Iglesia.
Pero funcionamos con etiquetas. Para que el lector se aclare. ¿Eres de derechas o de izquierdas?
De antes. Izquierdas y derechas es un esquema que aplicaron los revolucionarios para aclararse y repartirse la tarta entre ellos. Unos más moderados, otros más fanáticos, pero al fin y al cabo todos son como los viajeros de un autobús. Unos van en la parte delantera del autobús y otros en la parte de atrás, pero todos van a la misma velocidad y al mismo sitio.
Entonces, ¿el Carlismo es antisistema?
Es antisistema en el sentido de que nosotros queremos otro sistema. No somos revolucionarios, somos contrarrevolucionarios, que es muy distinto. No queremos otro sistema que se implante de golpe y porrazo por decreto, porque entonces tendríamos una revolución, que sería más de lo mismo. Todo sistema político tiene algo bueno, porque si no sería un caos, y a partir de ese algo bueno se puede construir. Yo tengo muy claro cual es el ideal y el ideal es un sistema absolutamente diferente.
El sistema es el que es. Como también la actual concepción de la política. Es un poco idealista luchar por algo diferente enraizado en tradiciones seculares.
Así nos va. Una política que no tenga en cuenta la historia, las grandes distancias, los grandes movimientos de la historia… va al fracaso, al sufrimiento, la tiranía y las guerras.
Pero, ¿hay otras formas de intervenir en sociedad al margen de los partidos?
Por desgracia, en el momento actual el Estado procura cortar todo tipo de medios de participación. Por ejemplo, cada vez que puede el Estado mete mano en los colegios profesionales procurando recortar. Les quitan competencias, atribuciones y los convierten en una especie de club inútil. Al revés, el Estado fomenta asociaciones empresariales y puramente economicistas quitando esa imagen que tiene un colegio profesional de ser una unión para todo. Los colegios profesionales, lo mismo que los gremios, eran una unión de personas, donde podían atender lo mismo la formación académica que daban los títulos y regulaban el trabajo y las relaciones humanas. Incluso ayudaban a las viudas de los profesionales. Era una visión más global de la persona. Hoy en día al Estado controla todos los aspectos y, como mucho, los reduce a una sociedad anónima.
De todas formas, a pesar de lo negro que lo estoy pintando, se pueden crear asociaciones, todo tipo de movimientos sociales… hay que luchar. El Leviatán moderno, el Estado, es muy poderoso, tiene muchos tentáculos, pero al mismo tiempo es un gigante con los pies de barro y en este momento de crisis se le acaba la financiación y el dinero. Este monstruo funciona con dinero y si no tiene dinero deja de actuar, de inspeccionar, de hacer normas, de agobiar al personal. Hay una oportunidad de que la gente viva de manera más natural en sociedad.
¿Es entonces el Carlismo una especie de movimiento de indignados?
No. Todos nos podemos indignar en algún momento, pero en política no puedes moverte por impulsos ni por cabreos. Un cabreo permanente convertido en algo institucional sería peligrosísimo. La política hay que ponerla en su sitio y reducirla a sus límites, porque hoy está sobredimensionada.
La argumentación del Carlismo parece sencilla, pero ¿por qué crees que no llega a los ciudadanos tu propuesta?
Dicen los zen que ser sencillo es muy complicado. Las cosas son sencillas pero lo difícil es ser sencillo. Algo de eso hay. ¿Por qué no llegamos? Pues porque lo que pide el Carlismo es una cosa exigente, pedimos una sociedad de hombres libres, de familias libres, de municipios libres, de regiones libres… y toda libertad conlleva una responsabilidad. El Estado liberal te da comodidad y un estado de cosas en el que tú tienes un problema, llamas al 091 o al 112 y te aparece un teleoperador que te soluciona la vida: te manda una ambulancia, te hace una ley o te cambia el semáforo de tu calle. Es el pan y circo de toda la vida. El Estado se convierte en un suplantador de la vida social y eso atonta. Sé que esto es teoría y es muy difícil de concretar, pero hay que tenerlo muy claro y no parece que lo esté. Lo que está claro hoy en día es que todo el mundo sale a la calle en la marea blanca y la marea no se qué, pero lo que están pidiendo es más Estado. Sería mucho mejor que la gente entendiera que hay que aprovechar las situaciones de crisis para recuperar esa libertad perdida.
Los carlistas tienen fama de intransigentes, de guerrilleros de mosquetón y monte. Por ejemplo, tú, librero de viejo y carlista, ¿quemarías algún libro?
No. Si quemase algún libro sería como gesto, pero no porque piense que sea algo eficaz, ni mucho menos. Pongamos las cosas en su sitio, nunca en la historia se han destruido tantos libros como ahora. ¿Qué pasa con todos los best-sellers fracasados? Las grandes editoriales se pasan la vida lanzando libros y las librerías son libródomos donde los libros van pasando continuamente y los que no se venden… ¡al fuego! No sé si los queman o los convierten en pasta de papel, pero los destruyen en cualquier caso.
Yo creo que lo mejor que se puede hacer con los libros malos es ponerlos junto con los libros siguientes. Las obras de Voltaire hoy en día son conservadoras, son rancias, son machistas… Los mismos libros de Dan Brown… Lo mejor que se ha escrito contra el Código da Vinci son los siguientes libros que ha escrito Dan Brown porque entre ellos no se aclaran. Lo mejor que hay contra los libros malos son los libros buenos.
Te doy la oportunidad de dirigirle un consejo a un estudiante universitario. ¿Qué le dirías?
Que lea a don Álvaro d`Ors. Aún recuerdo cuando estando yo en segundo o tercero de carrera le pasaba la cuotas de afiliado. Era muy humilde. Llamaba jefe a mi padre, que era el presidente de la Comunión Tradicionalista en Pamplona.
Álvaro d`Ors, uno de los grandes intelectuales de la segunda mitad del siglo XX español, fue uno más de los 60.000 combatientes que movilizó el Carlismo en la guerra civil. Hoy en día, ¿cuántos carlistas hay en España?
Ni idea. Lo que sé es que hay unos cientos de comprometidos militantes en la Comunión Tradicionalista Carlista y unos cuantos miles de personas a las que llegamos directamente con revistas, boletines, acciones locales… En España también hay unos cientos de miles de personas con ideas claras y familias más tradicionales. De esos algunos tendrán raíces carlistas en su familia y habrá unos cuantos que se consideren carlistas pero que piensen que no hay nada que hacer. Como carlistas no hemos tocado techo ni mucho menos. Creceríamos mucho si hoy en día tuviéramos medios suficientes como para buscar a todos los que se dicen carlistas en España. A partir de ahí habría una labor de convencer a nuevos carlistas.
Sin embargo, no hay que negar la evidencia. Somos pocos y nos ha votado poca gente hasta ahora. Es lógico, porque la gente vota lo que marca la publicidad. ¡Que casualidad que los partidos más votados son los que más dinero invierten en campaña electoral! Podría ser que hubiese operaciones millonarias que no saliesen, sin embargo no hay muchos casos de esos. Eso que llaman democracia es en realidad una partitocracia y los partidos que tienen más dinero y un Bárcenas a la cabeza son capaces de reunir recursos como para conseguir muchos votos.