El Ministerio de Educación, Cultura y Deporte acaba de publicar (BOE núm. 299 de 11/12/2014) la Resolución de 26 de noviembre de 2014, de la Dirección General de Evaluación y Formación Profesional, por la que se establece el currículo del área de enseñanza de la ‘Religión Islámica’ en la Educación Primaria. Entre los contenidos aprobados en este texto legal, y que se enseñarán en las escuelas a quienes así lo soliciten, destaca la consideración de ‘Al-lah’ como “Dios único, eterno e incomparable” y el Corán, como “libro sagrado de Dios”.
La Comunión Tradicionalista Carlista asume la cosmovisión católica, que afecta también a la política, cuyos principios se contienen en el Derecho Público Cristiano y en la Doctrina Social de la Iglesia, y recuerda a los españoles el deber de todas las sociedades de dar culto al Único y Verdadero Dios, tal como disponen las encíclicas papales ‘Vehementer Nos’, de San Pío X y ‘Quas Primas’, de Pío XI.
Así mismo, los carlistas advierten que la misma identidad de España como nación es inseparable de esta cosmovisión cristiana. Ni el indiferentismo ni el islamismo traerán nada bueno para nuestra Patria. No se puede ignorar que el Islam, junto con principios religiosos, predica una teoría política incompatible con la tradición española.
En consecuencia, la Comunión Tradicionalista Carlista se opone por principio a la enseñanza del Islam en las escuelas españolas, pues supone la difusión de una religión falsa entre los escolares, atenta contra nuestras raíces cristianas y representa un riesgo para la unidad de España.
En un sistema político tradicional, las autoridades podrían tolerar que los padres musulmanes dieran a sus hijos una educación religiosa islámica. Sin embargo, el sistema constitucional vigente, que arrebata a los padres el derecho a la educación para entregárselo a los políticos trae ahora como consecuencia que las autoridades se vean obligadas a introducir una asignatura de religión islámica en las aulas.
Resulta irónico que los mismos partidos políticos que llevan décadas poniendo trabas a la enseñanza de la Fe católica aparezcan ahora como paladines de la enseñanza religiosa. Ojalá que las familias y los educadores cristianos tomen conciencia de su responsabilidad y aprovechen esta circunstancia para afianzar la educación católica en los centros de enseñanza porque no es la religión lo que ha de quedar fuera de la escuela, sino los políticos.