La historia está ahí, abierta a todos. La Laureada concedida a Navarra no fue un “símbolo franquista”. Ni “derechista”. Lo que ocurre es que hace décadas se quiso despersonalizar la identidad de Navarra, se ha problematizado y desquiciado la realidad, y se quiere remendar y reescribir la historia. Utilizando la Historia como arma arrojadiza, se crean nuevas heridas, ahondadas por tergiversaciones y con mentiras. Los ejemplos son conocidos.
Quince días antes de las fiestas de San Fermín de 1980, el Parlamento Foral retiró la laureada de nuestro escudo “como una búsqueda de la reconciliación”, lo que fue un puyazo a gran parte de los navarros, ya que además la propuesta fue ganada por un voto, el del contradictorio Sr. Zufía. Lógicamente, esta moción –como otras posteriores- fue ideológica, y con ella se quiso “hacer” o “construir” la Historia. Dar o quitar símbolos es privilegio exclusivo de monarcas o jefes de Estado, o voluntad expresa de la mayoría del pueblo navarro, a quien para nada se le consultó ni se le dijo en la campaña electoral. Sí; desde hace mucho tiempo la herida de la guerra estaba cicatrizada, nadie enseñó a odiar, y se dejó el pasado como un hecho consumado. Lo que hubiese por terminar tendría la naturalidad de la concordia sin demérito de nadie y violencia contra nadie.
Reconocemos sin empacho alguno que la Cruz Laureada de San Fernando la concedió el general Francisco Franco a los navarros. Lo hizo como Jefe de Estado y como homenaje y reconocimiento a su heroísmo en una guerra defensiva planteada por muchos como Cruzada. Pero esto es otra cuestión. El martes 9-XI-1937, Franco comunicaba a los navarros que en premio a su heroísmo se les había concedido esta máxima distinción. Cinco días después, el Decreto 411 de concesión con fecha 8 de noviembre, se publicó en el BOE nº 390. Este dice así: “Fue Navarra la provincia en que se fijaba la mirada de los españoles en los días tristes del derrumbamiento de la Patria: fue el crédito de sus virtudes el que la convirtió en sólida base de partida de nuestro Alzamiento, y fue su juventud en armas la que en los primeros momentos formó el nervio del Ejército del Norte”.
La concesión de la Laureada fue en homenaje a la bravura legendaria de los navarros requetés, falangistas y soldados, que “rivalizaron en valor con las más distinguidas fuerzas del Ejército”. Los jóvenes nacionalistas vascos que por Jaungoikoa se sumaron al lado nacional frente al comunismo, se alistaron al requeté.
Homenaje también al espíritu de un pueblo, y a los hogares que entregaban a sus hijos queridos para la salvación de la Patria y la civilización. Era aquella la máxima condecoración militar al valor que se puede conceder a una persona o a un pueblo. Todo navarro del lado que fuese ha podido estar orgulloso de este heroísmo. Quien haya leído el reciente libro sobre el Requeté sabe de qué se habla.
Recordemos que Franco había subestimado, durante mucho tiempo, el esfuerzo del voluntariado en general y de Navarra en particular. Ahora rendía a Navarra su homenaje, sumándose así al homenaje latente en “la mirada” silenciosa y admirativa de muchos españoles. Esta admiración fue tan universal que el esfuerzo de Navarra fue reconocido hasta por los revolucionarios, quienes por otro lado habían cometido la torpeza de identificar la República con ellos mismos.
Todo esto nada tuvo que ver con los crímenes de ciertas retaguardias, por ajustes de cuentas, represalias –quizás- a los crímenes que se cometían en Guipúzcoa y Vizcaya etc., contra los que clamó el mismo Mons. Olaechea en Pamplona.
Narramos estos hechos porque basta que la concesión sea del general Francisco Franco para que algunos consideren la laureada como un símbolo franquista y derechista. En realidad fue una condecoración militar, un símbolo del heroísmo de Navarra en general, y se hubiera mantenido de no aparecer ideólogos empeñados en vengar el pasado, reescribirlo, para cambiando la memoria del ayer doblegar a la vez el presente. De manual del buen maoísta. Si ayer se utilizó el tema de la laureada, hoy se utilizan otros temas mucho más dramáticos por quienes confunden todo a intención y utilizan el pasado como un arma arrojadiza del presente.
La Orden Nacional de San Fernando fue creada por las Cortes de Cádiz el 31-VIII-1811, el general O’Donnell modificó el diseño en 1856, mientras que el reglamento de 5-VII-1920 dice: “La Real y Militar Orden de San Fernando tiene por objeto premiar los heroicos servicios prestados en campaña”. Nada de esto huele a franquismo.
Por otra parte, la sublevación contra la república revolucionaria tuvo valor propio, muchos voluntarios repugnaron el posterior Decreto de Unificación con Falange, y la concesión de la Laureada fue absolutamente anterior a lo que se llamó “franquismo”, sin tener por qué confundirse con él. También así lo vieron muchos navarros antes y después de 1980.
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