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La huelga de ‘La Canadiense’ y la de Terra Lliure

Las logias tienen longa manus especialmente en el Partido Socialista de Cataluña  con su doble juego entre el federalismo y el ERC, pero están representados en casi todos los partidos importantes.

Hace un siglo se produjo el conflicto laboral en la empresa Riegos y Fuerzas del Ebro, conocida como ‘La Canadiense’, que primero supuso un paro importante en el sector eléctrico pero que llegaron a transformar en Huelga General. Comenzó el 5 de febrero de 1919, se prolongó durante 44 días paralizando el 70% de toda la industria de Cataluña y se convirtió en la más importante, por sus logros, de la historia del movimiento obrero hispano.

Orígenes: La compañía Riegos y Fuerzas del Ebro -conocida popularmente como La Canadiense ya que el principal accionista era el Canadian Bank of Commerce of Toronto–reduce drásticamente los sueldos a sus trabajadores, bajo la excusa de que los obreros eventuales han pasado a ser fijos. Impulsados por el sindicato CNT que crea el Sindicato Único de agua, gas y electricidad[1], al que se afilian gran parte de los trabajadores de La Canadiense, ocho trabajadores sindicados de su departamento de oficinas participan en una huelga de “brazos caídos”, siendo reprimidos y expulsados de los puestos de trabajo por la propia policía. En solidaridad con los cesados, 117 trabajadores del departamento de facturación pidieron al alcalde de la ciudad la readmisión de sus compañeros. Ante las promesas de la jefatura, tres días después los 117 empleados de la sección acudieron a su puesto de trabajo pero, observando el incumplimiento, rompieron  las plumas y tiraron los tinteros, negándose a trabajar hasta que volvieran sus compañeros. Acudieron al gobernador, que les prometió mediación. Convencidos, vuelven a la empresa pero la policía tiene órdenes de no permitirles el paso. Resultado: todos a la calle. Habían sido traicionados. La noticia corrió como la pólvora.

La solidaridad se va extendiendo no solo por todas las secciones de la empresa, también por otras empresas de energía, con lo que la huelga comenzaba a ser ya un gran problema pues la población –y el resto de industrias- dependía de La Canadiense para vivir.

Los comités de la CNT asumieron la dirección del conflicto. El 7 de febrero, el seguimiento total en la empresa ya había supuesto 2.000 despidos. Coordinada por un comité, la huelga se extendió a los encargados de la lectura de contadores y cobradores dejando a La Canadiense sin ingresos. Solo un cobrador siguió trabajando, y fue tiroteado con resultado de muerte. Sus ejecutores nunca fueron descubiertos pese a la jugosa recompensa ofrecida por la compañía. También se formaron cajas de resistencia que recaudaron 50.000 pesetas de la época en una semana, para sostener a las familias. El director general, Fraser Lawton, seguía sin negociar. El sector eléctrico paró en bloque. El suministro cesó el día 21, y el 23 no había energía eléctrica. Barcelona se sumió en “momentos de inquietud y oscuridad”, según recordaba el sindicalista Juan García Oliver en sus memorias, El eco de los pasos. El Gobierno militarizó las empresas, pero no se consiguió restablecer el servicio. El 26 de febrero se sumaron a la huelga las empresas de agua.  El 5 de marzo se movilizó forzosamente a los trabajadores de la industria eléctrica y, ante su negativa a obedecer, el castillo de Montjuich pasó a albergar 3.000 prisioneros.

La huelga no solo paralizó el sector eléctrico e hidráulico, sino que obligó a suspender las demás industrias que dependían de él para seguir en funcionamiento. Durante las siguientes dos semanas se unió a la huelga la industria textil, tan importante en la Cataluña de principios del siglo XX, reivindicando la jornada laboral de ocho horas y el fin del trabajo infantil. La situación de Barcelona y casi toda Cataluña no tenía precedentes; tranvías paralizados, hogares e industrias sin energía, interrupción de la prensa y del alumbrado público.

Ante tal situación, el Conde de Romanones confiscó La Canadiense y puso en los puestos de trabajo a ingenieros del ejército español. A finales de febrero -con el 70% de la industria catalana totalmente paralizada, median el capitán general, Miláns del Bosch, que pretendía declarar el estado de guerra, y el Gobernador Civil de la ciudad, que buscaba negociar con los trabajadores; de modo que la empresa dictó sentencia: o volvían a sus puestos de trabajo el 6 de marzo todos los trabajadores o serían despedidos. Tal sentencia no hizo más que avivar la llama revolucionaria, provocando que el Sindicato Único de artes gráficas de la CNT proclamara la llamada censura roja. Esta consistió en una acción conjunta de todos los periodistas de Barcelona que comunicaron a sus directores que no publicarían ninguna noticia considerada negativa para la clase trabajadora. Llegado el mes de marzo, la situación era ya incontrolable por parte del Gobierno, así que decidió declarar el estado de guerra, con un nuevo Gobernador Civil, Carlos Montañés (encargado de la empresa) y un nuevo jefe de policía, Gerardo Doval.

Finalmente, el 17 de marzo de 1919, los representantes de La Canadiense y el comité obrero llegaron a un acuerdo, en el que se aumentó el salario, se promulgó el decreto de la jornada laboral de ocho horas, la libertad de los presos y la readmisión de los primeros huelguistas despedidos. El 19 de marzo de 1919, entre 20.000 y 35.000 trabajadores, según diversas fuentes, se reunieron en la plaza de toros de las Arenas de Barcelona para ver si los huelguistas aprobaban la negociación entre la patronal y el comité obrero. Finalmente, se aceptaron los resultados de forma unánime y se dio un margen de tres días a las autoridades para liberar a los presos bajo jurisdicción militar, con la amenaza de otra huelga general si no se llevaba a cabo.

Los trabajadores más radicales de Barcelona y alrededores se lanzaron a la calle, no solo por la libertad de sus compañeros presos, sino como forma de protesta contra la línea posibilista que, liderada por Salvador Seguí,[2] hacía un llamamiento a la calma y a la negociación con la patronal. El 25 de marzo, frente a esta situación, el Gobierno de Romanones decidió suspender las garantías constitucionales en todo el Estado; así, el ejército y el Somatén tomaban las calles para reprimir a cualquiera que fuera sospechoso de ser sindicalista, además de obligar a los comercios a abrir.

Pero al mismo tiempo emprendió medidas contemporizadoras con la clase obrera. El 3 de abril de 1919 firmó el llamado «Decreto de la jornada de ocho horas», por el cual se introducía de forma oficial la jornada laboral de ocho horas —una reivindicación histórica de los trabajadores— La Canadiense acusó a la Gobernación de Barcelona de “débil” y se inició otra huelga general para conseguir excarcelar a los compañeros presos, tal y como habían amenazado, todo lo cual provocó la dimisión del jefe de policía y del propio Conde de Romanones. Se formaba así un nuevo gobierno presidido por Antonio Maura.

El conflicto, lejos de solucionarse, se agravó cada vez más y más. A Maura le sucede Sánchez Toca cuya etapa

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solo duró del 20 de julio al 2 de diciembre del 1919, obligado a dimitir al no poder terminar con las tensiones sociales (obreros y burguesía catalanista) y tener, además, que hacer frente a las reivindicaciones de las Juntas de Defensa del ejército. Los ‘locauts’ patronales comenzaron a hacer estragos en la clase trabajadora, la cual se veía abocada al paro forzoso y a la más estricta miseria; lo que avivó aún más la llama de la guerra entre la clase empresarial y el proletariado militante. La CNT no se quedó de brazos cruzados y sus militantes radicales, los que casi 10 años después conformarán la FAI, empezaron a ganar terreno a los militantes más moderados, comenzando así la etapa de los atentados personales contra policías, empresarios y esquiroles, siendo esto el preludio de lo que meses después se llamaría el pistolerismo que mantuvo a casi toda Cataluña paralizada, con un sindicalismo echando un pulso con la burguesía y el Estado. La respuesta a partir de aquí fue el terrorismo ‘de masas’, es decir, el pistolerismo generalizado contra los enemigos de la clase obrera y la revolución, a la cual la burguesía contestaría con sus propios pistoleros mercenarios y con el llamado Sindicato Libre.

En resumen, la famosa huelga llamada de “La Canadiense” se convirtió en la más importante, por sus logros, de la historia del movimiento obrero hispano. En ella se consiguió el aumento salarial, la readmisión de los trabajadores despedidos y lo más importante de todo: la promulgación del Decreto de la jornada de ocho horas de trabajo, siendo así el Estado español el primer Estado en promulgar dicha ley. Para la clase obrera catalana en general, y para la clase obrera anarcosindicalista de la CNT en particular, supuso un aumento de los militantes radicales frente a los moderados o posibilistas.

Cien años después, Cataluña vuelve a estar tensionada, esta vez no tanto por reclamaciones sindicales sino estrictamente políticas como es su reivindicación de una segregación de España para constituir una república y la liberación de los presos encausados por ello y, por lo mismo, considerados por los independentistas como presos políticos. Se entiende que esta reclamación supera las posibilidades de concesión de cualquier gobierno de España por muy traidor que pretenda ser. Las apetencias de dos millones de personas por apropiarse de una parte del país no puede ser tomada en contra de la opinión de los 46 millones que componen la población total de España. Gracias a la labor de un grupo que entonces no estaba constituido como partido político, (VOX), −el cual promovió la actuación de la Justicia, a la meritoria labor de unos cuantos jueces y algún fiscal,− hoy se encuentran presos y sometidos a juicio los personajes políticos implicados en el intento de sedición.

Consecuencia de esta situación, con el mismo interés de llamar la atención mundial con que sus antepasados actuaron cuando la huelga de La Canadiense, convocan  una huelga general pidiendo la libertad de aquellos. Y lo piden con extrema violencia. Grupos de huelguistas han cortado varias autopistas y carreteras catalanas, así como las principales arterias de Barcelona de forma intermitente, desde primera hora de este jueves día 21. En Gerona, 9.000 personas protestaron frente a la subdelegación del Gobierno. Eso ha obligado a la Generalitat a activar el plan Ferrocat por afectaciones en el servicio de las líneas de Rodalies (Cercanías) En las inmediaciones se han producido algunas cargas de Mossos contra los manifestantes. A media mañana ya estaban cortadas una decena de carreteras. Las principales son las C-16 en Berga (Barcelona), la C-17 en Gurb (Barcelona) y la N-II en Sant Julià de Ramis (Gerona) y las autopistas AP-7 y la AP-2, la C-58, la C-35 o la autovía A2, prendiendo fuego a neumáticos en medio de la calzada.

En Barcelona capital, varias personas cortaron puntualmente la Gran Vía a la altura de La Campana y Glòries, además de la avenida del Paralelo y ocupado durante dos horas  las vías del tren en la plaza de Cataluña. Los Mossos han restablecido la circulación en la Gran Vía y han encapsulado a varios de los manifestantes. Hubo cerca de una decena de puntos con cortes intermitentes que afectaron a diversas líneas de autobuses con lo que la movilidad en el área metropolitana de Barcelona se vio gravemente afectada.

Los agentes provocadores de esta huelga han sido principalmente, los autodenominados Comités de Defensa de la República (CDR) con el apoyo de los sindicatos minoritarios como el sindicato independentista Intersindical-CSC, en educación USTEC, un sindicato que también se ha sumado a la huelga y el apoyo de plataformas de estudiantes, como SEPC (Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans), con presencia en la gran mayoría de campus, que ha llamado a «vaciar las aulas por la huelga general» y UNIS per la REPÚBLICA, pero no se han sumado las grandes centrales, CC OO y UGT. Sin embargo, sí han recibido el espaldarazo del Gobierno catalán que ha decidido cancelar los actos públicos de los consejeros durante ese día para apoyar la protesta, lo que no es de extrañar porque el propio presidente Torra confesó con orgullo tras ser investido en mayo de 2018: “Toda mi familia está apuntada a los CDR”, hecho que ahora se ha demostrado al ser detenido su sobrino Ernest Morell Torra junto al fotoperiodista de Gerona Carles Palacio y tres activistas, dos de ellos universitarios. En un comunicado, la Policía Nacional ha evitado dar nombres de 16 detenidos más como presuntos autores de un delito de desórdenes públicos.

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Pero ¿quiénes son los CDR? Son grupos que se fundaron el 28 de septiembre de 1960, en La Habana, con el papel de desempeñar tareas de vigilancia colectiva frente a la injerencia externa y los actos de desestabilización del sistema político cubano. Es la más poderosa de las organizaciones cubanas gubernamentales, que tiene la movilización de los partidarios de la Revolución como uno de sus objetivos principales, además de una fuerza organizada en favor de la defensa del comunismo. Los críticos del sistema opinan que la estructura de los CDR ha producido una estructura controlada por el estado que, además de su labor social, ejerce la principal misión de vigilar y controlar la vida tanto pública como privada de las personas y de todos los vecinos, desde un nivel muy cercano a estos. Podría decirse que son comisarios políticos que encubren sus verdaderas actividades bajo acciones civiles, por ello, han sido criticados por algunos grupos de derechos humanos por involucrarse en los llamados “actos de repudio”, los cuales incluyen abuso, intimidación y en ocasiones, agresiones físicas en contra de aquellos que son considerados contrarrevolucionarios, es decir, enemigos de la Revolución.

En homenaje a ellos surgieron en Cataluña en septiembre de 2017 bajo la denominación de Comités de Defensa del Referéndum para velar por la celebración del 1-O. Tras organizar barreras humanas y abortar la entrada de la policía, una vez superada la votación sustituyeron la R de Referéndum por la de República. En Cataluña también tienen esa función de control. Sus miembros informan sobre el perfil de los vecinos buscando identificar las fuentes de oposición, es decir, a los peligrosos españolistas. En estos momentos, los CDR (casi 300 repartidos por toda Cataluña), realizan fundamentalmente otras labores, más puramente subversivas, revolucionarias, actuando, como siempre a lo largo de la Historia, de “tontos útiles” de fuerzas más poderosas que los manipulan para radicalizar y llevar la movilización del independentismo a las calles. Estos organismos, (ANC, Omnium Cultural y la AMI) sorprendidos por las consecuencias de los actos que según ellos, llevaron a esta nueva proclamación de la República, han aprendido y por ello organizan los CDR con un funcionamiento asambleario y sin líderes, sin registro oficial ni estatutos al uso. “Nadie concreto está al mando”, afirman, pero cualquiera que viera las imágenes del 1- O, o las de esta última jornada de huelga, sabe que ALGUIEN lo organiza. La masonería siempre ha actuado igual; como dice el refrán castellano: “tirando la piedra y escondiendo la mano”.

Fue convocada oficialmente la huelga por un sindicato de escasa implantación pero de gran proyección política: la Intersindical CSC. Al frente del sindicato se encuentra desde 2013 Carles Sastre, un histórico de la peor versión del independentismo catalán: fundador de Terra Lliure[3] y miembro del Moviment de Defensa de la Terra (MDT) fue uno de los responsables del secuestro y atentado a Federico Jiménez Losantos, del asesinato del empresario José María Bultó en 1977, y del matrimonio Viola en 1978, reivindicado por EPOCA[4], grupo terrorista que en los inicios de la transición intentó emular la lucha armada de ETA en Cataluña. Fue condenado por el asesinato en 1977 del empresario José María Bultó al que destrozó al estallar la bomba que le había adosado al pecho. Tras cinco meses en prisión se les aplicó la Ley de Amnistía (a él y dos “colaboradores” más) y huyeron a Francia. Medio año después, mataron a Joaquín Viola y Montserrat Tarragona, su esposa, en un nuevo atentado por el mismo método que a Bultó. De éste resultó absuelto pese a que su hijo lo reconoció como una de las personas que asaltaron su casa. Condenado a 48 años de prisión por el asesinato de Bultó y a otros 18 por colaboración con banda armada y tenencia ilícita de armas, salió en libertad en 1996, es decir, de los 66 años a que fue condenado, cumplió 18.

Resulta preocupante ver cómo hechos tan graves se solventaron con condenas tan inicuas. La explicación puede encontrarse en la ayuda de la masonería. No nos consta que sea masón, ya se sabe la dificultad de constatarlo, pero su labor de terrorista, como ocurrió en situaciones de otros atentados en épocas anteriores, a la masonería le viene bien para utilizarle como mano de obra y así quedar ellos en segundo plano. Infiltrada en todos los campos de la sociedad y más en Cataluña donde la masonería y el independentismo son vasos comunicantes, tuvo muchas posibilidades de prestarle protección. Ya en el siglo XIX fue un foco de políticos, aunque dicen no meterse en política y en religión, los masones no han hecho otra cosa desde el siglo XVIII. Se han metido en política para activar procesos revolucionarios y secesionistas. De modo que desde el primer tercio del siglo XX, los masones copan las formaciones socialistas, anarquistas y de ERC (Esquerra Republicana)[5] la cual se fraguó en las logias barcelonesas.

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Masones fueron los principales dirigentes de ERC, empezando por su precursor, el abogado de familia Francesc Layret, y posteriormente los dos políticos más emblemáticos de Esquerra porque ambos proclamaron el Estat Catalá: Macià y Companys, el icono de Puigdemont, Junqueras y los golpistas, al que citan constantemente, a pesar de que su coalición con las fuerzas anarquistas inició una persecución religiosa en Cataluña que se saldó con el asesinato de 2.500 sacerdotes y religiosos.

Posteriormente han vuelto a apostar por el nacionalismo y muchos de ellos lo han hecho abiertamente por el secesionismo de Cataluña. La Asamblea Nacional Catalana (ANC), esa plataforma, liderada por Carme Forcadell, madrina del independentismo, tiene una estructura interna tan variada que incluye, más de cincuenta, donde además de masones, hay “Esperantistas por Independencia”, una sectorial denominada Francmasones por la independencia”, miembros de los más diversos sectores, incluso un subsector denominado “Inteligencia por la Independencia” que agrupa a personas con un coeficiente intelectual por encima del 98% que quieren usar su talento en beneficio de la secesión catalana.

Y como muchos reconocen, las logias tienen longa manus especialmente en el Partido Socialista de Cataluña  con su doble juego entre el federalismo y el ERC, pero están representados en casi todos los partidos importantes, como afirma  Javier Barraycoa. Carod-Rovira recordó que no sólo en su partido había masones en los años 30, sino que también pertenecían a estas organizaciones destacados dirigentes republicanos y de izquierdas, pues la masonería se asociaba con el progresismo. No es extraño que, en 2007, la Gran Logia de España hiciera gestiones, (al igual que lo hizo para que fuera reconocida la II República), ante el primer ministro escocés, Alex Salmond, con el fin de analizar las posibilidades de independencia de Cataluña y Escocia. El gran maestre de aquella logia, José Carretero, se dirigía por carta al responsable de la Gran Logia de Escocia para conseguir la entrevista y decía textualmente: “me gustaría aclararle que el Gobierno de Cataluña protege a la masonería: algunos hermanos forman parte de él”.

Entre esos hermanos, la Generalitat ha tenido a destacados dirigentes como el socialista Pasquall Maragall (presidente), o el republicano (de ERC) Josep Bargalló, que primero tuvo la estratégica e ideológica cartera de Enseñanza y luego fue vicepresidente de la Generalitat (2004-2006). Existen datos sobre altos cargos militantes de Esquerra Republicana de Catalunya relacionados con algunas sociedades secretas: así Mª Ángeles Prats, gran maestra masona del Derecho Humano, maestra en España de uno de los Ritos de Memphis-Misraïm. Marta Riera i Franco que pertenece a la organización paramasónica “Orden Illuminati” del gran maestre Gabriel López de Rojas. Otro masón es Carles Bonet (senador de ERC).  También apuestan por el secesionismo, los agrupados bajo el nombre de Ágora Masónica, encabezado por Jaime Salinas, un masón de grado 33 que llegó a ocupar el cargo de Venerable  Maestro de la Gran Logia de España. Algunos autores como Vicente Guillamón (autor de Los masones en el Gobierno de España) sostiene que también es masón Oriol Junqueras, actual líder de ERC y personaje clave en el procés y según parece por sus declaraciones (de él y de algunos otros) en el juicio ante el Supremo, podrían pertenecer a la Gran Logia Simbólica Española.

No es extraño pues que el movimiento secesionista haya recuperado a Sastre como un “pata negra” del independentismo catalán de primera hora, de modo que fue nombrado hace ya cinco años, secretario general de la Intersindical CSC con el propósito de que consiguiera los objetivos que le marca la secta. Al contrario de los que obtuvo Seguí, encaminados a mejorar la condición del trabajador, los de Sastre, el de Terra Lliure, buscan, promoviendo una mayor tensión y radicalización de la sociedad, conseguir la libertad (¿indulto?) de los políticos presos y la independencia de Cataluña, pasos previos para su añorada República masónica.

 

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[1] El proletariado militante aumenta desde que el sindicalismo revolucionario deja de estar fragmentado y pasa a conformar sindicatos únicos de ramo o industria con lo que adquiere mayor fuerza para enfrentarse a la patronal.

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[2] Salvador Seguí Rubinat,(23 de diciembre de 1886-Barcelona, 10 de marzo de 1923) conocido como “El noi del sucre”, fue una de las personas más destacadas del anarcosindicalismo de España de principios del siglo XX fue una de las personas más destacadas del anarcosindicalismo de España de principios del siglo XX.. Buscó dar un nuevo impulso a la lucha proletaria sin olvidar las esencias de su ideario anarquista. Se formó como pintor, profesión que siempre ejerció y con la que se ganó el sustento. Ya desde muy joven mostró inquietud por la política y por las ideas libertarias: seguidor de la Escuela Moderna de Francisco Ferrer Guardia y de varios autores como Sorel, Kropotkin, Reclus o Cornelissen, en su formación autodidacta también se relacionó con personajes culturales y políticos de la época, y con miembros y participantes del Ateneo Enciclopédico Popular, como Francesc Layret de ideología nacionalista catalana y republicana. Aquella evolución que pasó de una confrontación radical a una estrategia de consolidación de pactos sociales no lo salvó de ser acribillado a balazos y enterrado apresuradamente para evitar un mayor incremento de la violencia.

[3] Terra Lliure (Tierra Libre) nombre de una organización terrorista española de ideología independentista catalana y de extrema izquierda fundada en 1978, disuelta en 1991. Cometió más de 200 atentados terroristas, cuyo balance asciende a 5 víctimas mortales (4 de ellas miembros de la organización) y varias decenas de heridos. Durante su existencia, las Fuerzas de Seguridad del Estado llegaron a detener a 300 personas vinculadas a la organización terrorista. Terra Lliure se disolvió en 1991, abandonando la lucha terrorista. Algunos de sus dirigentes y militantes ingresaron posteriormente en Esquerra Republicana de Caraluña (ERC)

[4] EPOCA: Exèrcit Popular Català fue un grupo terrorista de ideología independentista catalán que existió durante la década de 1970.​ La organización perseguía la independencia de Cataluña respecto al resto de España. Sastre fue el encargado en este grupo, de entrenar en técnicas de guerrilla urbana a una cincuentena de militantes dándoles formación práctica y teórica a partir de las armas conseguidas a través de un catalán emigrado a Suiza conocido como Sporri 

[5] Resulta significativo que el logo del partido fuera un triángulo (masónico) que contenía las cuatro barras de la bandera catalana.

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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