“Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que se ha destruido a sí misma desde dentro”. (William James Durant)

Sánchez utiliza el coronavirus como excusa hacia el comunismo, dicen los pocos periódicos no afines al gobierno. Creo que conviene matizar: A Sánchez solo le interesa él mismo y disfrutar de las cosas agradables del poder; lo demás, se lo deja,  en pago a sus votos,  al  nuevo Fouché,[1] al imitador de aquél que en el siglo XVIII, se le conoció como “el señor de las tinieblas” y este sí, como ya declaró ante sus seguidores en repetidas ocasiones, quiere destruir las tradiciones de España, todo lo conseguido con la Constitución de 1978, para llevarla hacia un comunismo bolivariano, que va camino de ser un Estado dentro del Estado, de momento cobijado bajo el paraguas de Sánchez, que es quien debe asumir la responsabilidad.

De modo que esto de la crisis del Covid 19, sea aleatorio o provocado, ha servido para que se dicte un estado de alarma, que en España más parece de excepción por el recorte de las libertades individuales y derechos fundamentales. Es posible que por afirmarlo, seamos tachados de “fascistas”, pues  desde 1978 y en virtud de la concordia  que entonces se pretendía que predominara, se permitió que solo los socialistas pudieran utilizar  en exclusiva la etiqueta de  “demócratas”, únicos  garantes de aceptación social, condenando a la muerte civil por fascista si disientes, olvidando  la amalgama de elementos que formaron la ideología del “fascio”[2]  que difiere en bastantes aspectos del nazismo con el cual se le homologa.

Y por ese decreto de alarma tenemos limitada la libertad de circulación, se suspende toda actividad educativa presencial y toda actividad recreativa, cultural, deportiva y comercial. El derecho de reunión, el de manifestación el derecho a la libertad de culto,  el derecho de iniciativa empresarial, etc. Se suspende también la hostelería y restauración y se limita el transporte público. Y últimamente se censura y restringen comunicaciones y publicaciones que manifiesten opiniones discrepantes. Hasta han hablado de expropiaciones. Por todo ello muchos opinan que en España no estamos en estado de alarma, sino cuando menos, en estado de excepción, casi de sitio.

Ábalos, el ministro de transportes, habla, además, de una  “conciencia global” sobre el futuro: los “valores colectivos”. Traducido: colectivización de los bienes de producción;  para los que tenemos conciencia de lo ocurrido con el primer frente popular, esto es puro comunismo. Significa que los valores de todos dejarán de ser individuales, no importa el esfuerzo que desarrolló el afectado en conseguirlo; todos pasan a ser colectivos; bueno, todos no; los del grupo de poder, como siempre desde que surgió la ideología, seguirán siendo de ellos que sí pueden tener y disfrutar de propiedad privada.

Llegados a este punto, parece que llevamos claramente una deriva hacia el comunismo, pero creo que hay que elevar la mirada hacia otro grupo de intenciones aviesas como es el que dirige el clan Soros, personaje perteneciente a la élite que mueve a la humanidad como marionetas para conseguir establecer su dominio en el Nuevo Orden Mundial (NOM). Con este individuo mantiene desde hace tiempo estrechas vinculaciones el presidente del Gobierno Sánchez a través de ciertas instituciones como la Nacional Democratic Institute (NDI) organización no gubernamental, con la que Sánchez colaboró como observador en procesos electorales en Marruecos en el año 2011 y en Jordania en el año 2013, cuando nadie le conocía en la política nacional, ni en el propio PSOE, tal como cuenta Juan Antonio de Castro, en su libro “Soros, rompiendo España”. Desde que fue investido presidente del Gobierno en julio de 2018, Pedro Sánchez se ha reunido con el especulador de las finanzas George Soros y miembros de su clan hasta ocho veces. Cuando tan sólo llevaba tres meses en La Moncloa, Sánchez fue promocionado en la ciudad de los rascacielos por un grupo de empresarios entre los que se encontraba la jefa de inversiones del filántropo millonario en el Soros Fund Management, Dawn Fitzpatrick. El encuentro se produjo en un evento de la Cámara de Comercio de EE-UU y España (AmChamSpain), bajo el título en inglés: ‘Latin America, the United States and Spain in the Global Economy Forum’. En la fotografía oficial del acto aparecía Fitzpatrick junto a Sánchez y un representante de Blackstone, el fondo de inversión que había sido criminalizado por el PSOE con el calificativo de «buitre» cuando adquirió en Madrid viviendas sociales del Ayuntamiento y que, casualmente, después de este encuentro, perdió dicho calificativo.

Nada más ser investido presidente del Gobierno Pedro Sánchez, en julio de 2018, Soros fue recibido con el mayor secreto (discreto dirán ellos), en la Moncloa y la última reunión entre ambos se produjo en enero pasado durante el transcurso del Foro de Davos en el que participó en un encuentro con Alexander Soros, el hijo del multimillonario. Quizá, como resultado de dichas entrevistas, figuren entre los miembros de los últimos gabinetes, la titular de Exteriores Arancha González Laya y Josep Borrell, ambos con proyección internacional por haber desempeñado cargos directivos en empresas ligadas a la Open Society Foundation de Soros.

De modo que en estos aciagos momentos confluyen en España dos fuerzas oscuras: el comunismo y la masonería, a cada cual más dañina y coincidentes ambas en querer destrozar España. Al comunismo le interesa que se prolongue el arresto domiciliario porque deteriorará aún más la economía y así en un par de años, más de media España malvivirá subsidiada, manipulada y encima, agradecida al “padrecito” Iglesias; así que podemitas y demás grupúsculos de izquierdas no dudan en agitar ese árbol que consideran propio, sin importarles ser, al tiempo, “tontos útiles” para la masonería.

Soros, capitán general de la secta, en su interés por dominar el mundo e imponer el globalismo totalitario en las sociedades a las que logra clavar sus garras, actúa en tres áreas. Una ingeniería económica (mete grandes cantidades de dinero para controlar las naciones, como p.e. en Ucrania o Cataluña con su separatismo) y una ingeniería social y moral, siguiendo una estrategia: primero intenta destruirlas, suprimiendo a la nación como ente soberano y obligándola a que ceda su soberanía a unos entes supranacionales ( Unión Europea) en los que previamente se ha asegurado el control; después, destruye las estructuras de esa sociedad y sus tradiciones ancestrales, −preferentemente la familia− implantando la ideología de género a la sociedad que pretende destruir, utilizando para ello peones asalariados que proclaman los derechos de las mujeres y de los colectivos LGTBI; el multiculturalismo, el ecologismo (calentamiento global) y el animalismo, última arma de Soros. Por último, convence a las masas con esos peones esclavos de su estrategia, de que la ideología de género y los derechos LGTBI no son contrarios a las enseñanzas cristianas, para con ello y después, extirpar del alma de los pueblos europeos a la religión cristiana, porque ésta choca frontalmente contra sus intenciones de globalismo, y contra su lucha por el dominio mundial. En definitiva, tienen todo enfocado para, destruyendo el hombre, conseguir su mayor empeño, la destrucción de la Iglesia, especialmente, la católica.

Y a contribuir a ello les ha venido muy bien la crisis del coronavirus con el enclaustramiento obligado a que nos vemos sometidos por el que solo se puede salir al supermercado, a la farmacia, al quiosco de periódicos y al estanco, porque parece que el tabaco es tan esencial como el pan o los garbanzos, pero no así la asistencia a Misa. Los sacerdotes y algunos obispos han intentado contrarrestar emitiendo misas por internet, pero los fieles encuentran que les falta lo principal, aquello que no se puede alcanzar si no es de forma presencial, la Eucaristía.

El gobierno se justifica diciendo que no prohíbe las eucaristías ni cierra las Iglesias , pero se ha comprobado que es mentira, porque han llegado a mandar a la fuerza pública a suspender una misa en plena celebración a pesar de que los pocos fieles asistentes, guardaban las distancias exigidas. Bueno no una sino varias celebraciones, entre ellas las de dos obispos que oficiaban en aquel momento (en Oviedo y Granada), en un monasterio (donde llegaron a prohibir la Adoración eucarística y el rezo del rosario) y varias iglesias, pidiendo hasta la documentación al párroco oficiante en la parroquia de San Jenaro en Madrid.

Ahora bien, todo ese rigor observado con los ritos católicos se ha convertido en comprensión y permisividad con los ritos del Islam y el Ramadán. Y ahora ya por orden directa del Ministerio del Interior, cuyos documentos desvelan que las escenas vividas estos días en El Vendrell (Tarragona) no responden a la pasividad de agentes aislados. En absoluto. Un documento policial indica a los agentes cómo actuar frente a los rezos musulmanes y recoge la siguiente indicación: “Los actuantes valorarán la conveniencia de que finalice el rezo en aras a evitar posibles desórdenes”. El documento en cuestión es una orden de servicio sobre el “Servicio especial en lugares de práctica de culto con motivo de la celebración del Ramadán”.

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En dicha orden se indica a los agentes cómo actuar ante los distintos escenarios posibles. El primero de esos escenarios se refiere a los rezos en las “mezquitas o locales de culto oficiales: se comprobará lo expuesto en la orden interna del Ministerio de Interior y posteriormente se entrevistarán con el imán del lugar, al que identificarán, para advertirle de la obligación de cumplir con tales medidas, en caso de que no fuera así, identificar a los asistentes advirtiéndoles de la irregularidad observada, datos que reflejarán, así como cualquier otro que estime necesario, en el parte de intervención que realicen posteriormente efectos de posible acta de sanción”.

En el escenario “B” “Establecimientos o locales de culto no reconocidos por el Consejo Islámico: los actuantes valorarán la conveniencia de que finalice el rezo en aras a evitar posibles desórdenes” y sólo después se procederá “a identificar tanto al imán como a los asistentes, levantando las correspondientes propuestas de sanción”. Pero eso sí insisten, permitiendo proseguir con el rezo. Y en el escenario “C”: “Práctica religiosa en vía pública con participación de un número indeterminado de personas: se advertirá por megafonía el incumplimiento del Real Decreto de Estado de Alarma, conminando a cesar la actividad. Caso de no cesar el rezo, se valorará dejar finalizar el mismo al objeto de evitar alteraciones del orden; finalizando aquel se identificará al promotor, así como a otros participantes de interés a los que se propondrá para sanción”. Aquí ya, ni siquiera se indica que todos los participantes tengan que ser propuestos para sanción. Y en todos los supuestos, A, B o C, respeto escrupuloso a que terminen sus rezos.

De modo que en España los españoles ven coartados sus derechos mientras que a los islamistas se les conceden ampliamente. Y ¿por qué? Es sabido que Soros mantiene un claro interés por introducir musulmanes en Europa para lo cual ha invertido grandes cantidades de dinero a través de distintas ONG, tentáculos de su Open Society. Es lo que se conoce como Plan Kalergi, nada desinteresado, por cierto, porque son, al tiempo medios para, imponiendo sus tradiciones, cultura y religión, debilitar los nuestros y así facilitar la integración en el mundo global.

Por otro lado, está la declarada cristofobia del Gobierno,  su odio profundo a los católicos, en lo que coincide con los dos mencionados factores oscuros: comunismo y masonería. Su última manifestación, a través del grupo de Izquierda Confederal, que está integrado por senadores de Adelante Andalucía (Teresa Rodríguez), Més per Mallorca, Más Madrid (Errejón), Compromís, Geroa Bai (Uxue Barkos) y Catalunya En Comú Podem (Colau), va más allá que lo planteado hasta ahora por Unidas Podemos, que proyectó en 2018 demoler la gigantesca cruz que preside el complejo, de 150 metros de altura, pero conservando la basílica. Ahora elevan el tiro y plantean la «demolición» de todo el complejo “si una comisión de expertos no observa suficiente valor arquitectónico”.

He aquí el truco para que unos talibanes como los destructores de los Buda de Badmiyán, no tengan responsabilidad en el acto. Todos sabemos cómo son y para qué sirven las comisiones y en cuanto a los expertos, podemos sospechar que sean como los actuales que informan al desgobierno sobre sanidad.

Si no hay un Gobierno fuerte que pare esto, es necesario saber dos cosas:

• que Soros es un especialista en desmembrar Estados, y
• que no hace nada sin nada a cambio.

¿Estamos dispuestos a pagar semejante factura?  

• [1] Joseph Fouché (Le Pellerin cerca de Nantes, Francia, 21 de mayo de 1759 – Trieste, en esa época, parte de Austria). Ingresó en el seminario como religioso de la Congregación del Oratorio. Es en el seminario donde comienza sus estudios y donde más tarde enseñará latín, matemáticas y física. Después de diez años abandona su cargo de profesor para entrar en política cuando la Revolución evolucionó hacia posiciones más radicales en 1792. La ambición y la intriga son las únicas pasiones de este hombre político, carente de escrúpulos y moral, que navega a través de las convulsiones sociales y políticas de la Francia revolucionaria y del imperio sin mudar el gesto. Fue diputado de la Convención (del partido radical de la Montaña), miembro del Comité de Instrucción Pública y votó por la ejecución de Luis XVI. Durante la dictadura del Comité de Salvación Pública fue uno de los representantes enviados a provincias para implantar el Terror. Fundador del espionaje moderno y responsable de la consolidación del Ministerio de Policía de Francia, posteriormente denominado Ministro de Interior, fue una de las instituciones más avanzadas de la nación. Se distinguió por su celo, a pesar de haberse formado en una orden religiosa, en la campaña de descristianización y en la terrible represión de Lyon (1793).
• [2] Muchos especialistas opinan que se produjo por influencia de los conservadurismos radicalizados como el de Action Française, el sindicalismo revolucionario del francés Georges Sorel que propugnaba un socialismo gremial con elementos míticos o mesiánicos, y otros añaden las ideas de los socialistas heterodoxos italianos Giovanni Gentile y Gabriele D’Annunzio por parte de Mussolini.

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