Este ha sido ya el segundo año consecutivo en que la Asociación Nuestra Señora de la Cristiandad ha organizado y celebrado una peregrinación a Covadonga en la que han participado sacerdotes, familias enteras, jóvenes y hasta personas mayores pero de espíritu joven.

Todos o casi todos somos conscientes de los males que aquejan tan gravemente a nuestra sociedad, cuya causa fundamental es el no contar con Dios a la hora de la práctica.

Ciertamente, la criatura sin el Creador se diluye, se envilece, es un ser para la muerte; sólo cuenta lo material, lo terreno, lo mundano, lo caduco, lo que no permanece para siempre. Y en este sentido, es decir, prescindiendo de Dios se están cometiendo verdaderas barbaridades, se promulgan leyes inhumanas, insolidarias, leyes que van contra la razón, contra la más pura lógica, contra la Santa Ley de Dios, que debiera ser la guía y la luz en nuestra vida personal, familiar, comunitaria y social.

Para contrarrestar, en cierto modo, esta serie de atrocidades, un puñado de buenos ciudadanos españoles, todos ellos creyentes, salen en peregrinación hasta llegar a Covadonga para pedir al Señor por intercesión de la Virgen Santísima, la Santina, que nos convirtamos a Jesucristo con todo el corazón y con toda el alma y para que nunca demos nuestro apoyo a la cultura de la muerte, del descarte y de la sinrazón, cosas verdaderamente demoníacas: divorcios, aborto, ideología de género, eutanasia, ofensas a Dios y a su santa voluntad, burlas al Papa y a su sagrada potestad, abusos de todo tipo, desobediencia al Magisterio de la Iglesia, inmoralidades de toda clase, destrucción del matrimonio y de la familia, enfrentamientos en el interior de la propia Iglesia, apoyos nefastos a la agenda 2030 y a algunos de sus pérfidos objetivos, imposición del NOM (el que se han inventado los poderosos y los magnates, los masones y compañía)

Las solas fuerzas humanas no bastan para luchar contra las tentaciones de Satanás y contra las consecuencias de haber dado la espalda a Dios. Es necesario empuñar las armas del Espíritu, tal y como nos dice San Pablo en la carta a los Efesios y tal y como no deja de decirnos una y otra vez nuestro Santo Padre el Papa Francisco, por quien hemos de orar todos los días, por su salud y por su ministerio.

Durante el camino hemos visto a los fieles sacrificarse, confesarse, rezar, cantar alabanzas al Señor y a la Virgen Santísima, celebrar la Eucaristía, recibir la Comunión, ayudarse los unos a los otros, con un espíritu penitencial y alegre al mismo tiempo, pues Dios es amor y el amor alegra el corazón y la vida entera de los que se acercan a Él.

Con el tiempo, estas peregrinaciones darán su fruto, frutos de fe, de verdadera caridad cristiana, de esperanza sobrenatural, de fraternidad, de solidaridad y amistad social basada en Dios.

Es necesario saber esperar y perseverar con las lámparas encendidas.

Al Señor de la historia le pedimos por España, por el Papa y por toda la Iglesia. Dios proveerá, sin duda. Que todo sea para su mayor gloria.

P. José Vicente Martínez

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