Día grande y gozoso en Roma y en toda la Iglesia por la celebración de la beatificación de quien fue Papa durante 33 días, Juan Pablo I. Albino Luciani, italiano de pura cepa, nació en 1912 y fue bautizado por la matrona que ayudó en el parto, pues se temió por su vida. Fue el mayor de cuatro hermanos. La familia, de origen humilde, pasó muchas penurias durante la primera guerra mundial.
En 1923 ingresó en el Seminario Menor de Feltre y se dedicó intensamente a prepararse para llegar un día a ser ordenado sacerdote. En 1928 pasó al Seminario Gregoriano de Belluno, donde completó su formación. El 7 de julio de 1934 fue ordenado presbítero.
Siendo ya sacerdote se dedicó a la formación de los seminaristas en distintas materias en el Seminario de Belluno.
Se doctoró en Sagrada Teología gracias a una tesis relativa al origen del alma humana según Rosmini, sin dejar de ser profesor en el Seminario.
En 1947 fue nombrado Vicario general de la diócesis y después Director del Secretariado de Catequesis en la misma diócesis.
En diciembre de 1958 fue nombrado obispo de la diócesis de Vittorio Veneto por el Papa Juan XXIII, quien le consagró obispo el 27 de diciembre del mismo año. Durante once años gobernó esta diócesis, realizó la visita pastoral a todas sus circunscripciones y tuvo un interés particular por escuchar a los sacerdotes y por fomentar la misión de los laicos.
Asistió a todas las sesiones del Concilio Vaticano II participando activamente en ellas.
En 1969, Pablo VI le nombró Patriarca de Venecia. Tomó posesión en 1970. Tres años más tarde, el mismo Papa le creó cardenal.
Tras el fallecimiento de Pablo VI, Albino Luciani fue elegido Papa en agosto de 1978, concretamente en la cuarta votación. Eligió para sí el nombre de Juan Pablo, en recuerdo agradecido a Juan XXIII y a Pablo VI, actores del Vaticano II.
Como todo Papa, al ser elegido, pensó enseguida el modo de ejercer el Supremo Pontificado: se propuso humanizar el Papado por medio de la humildad. De hecho su lema episcopal fue: “Humildad”
Rechazó ser coronado con la tiara. Bastaba una mitra y el báculo pastoral que usó su predecesor Pablo VI.
Para que se consolidase la puesta en práctica del Vaticano II en toda la Iglesia, Juan Pablo I tenía previsto escribir un documento que jamás se publicó.
Mientras los Padres debatían acerca de la moralidad de la regulación de la natalidad por parte de los matrimonios, Luciani se mostraba partidario de otorgar plena libertad a los cónyuges, pero cambió inmediatamente de parecer cuando el Papa Pablo VI promulgó su carta encíclica “Humanae Vitae” en julio de 1968. Siendo Papa, Luciani defendió las enseñanzas de la Iglesia en esta delicada cuestión; apoyaba el uso de los medios naturales de regulación de la natalidad, pero el Papa era comprensivo y misericordioso con quienes no podían practicar a la letra el contenido de la encíclica. Ayer como hoy es muy necesario el discernimiento espiritual, moral y pastoral, virtud que se vió reflejada en la vida del ahora beato Juan Pablo I.
Luciani era considerado muy buen escritor y comunicador, incluso publicó algunos escritos, por ejemplo su famoso “Illustrissimi”, pero siendo Papa lo suyo era estar cerca de la gente, cerca de las personas, escuchando más que hablando, y cuando hablaba lo hacía con palabras muy sencillas a fin de que todo el mundo las pudiese entender.
Juan Pablo I fue, por encima de todo, un buen Pastor de la Iglesia, un Pastor según el Corazón de Cristo, manso, sereno, humilde. Su sonrisa y sus gestos cautivaron enseguida a todo el mundo. No fue un ingenuo idealista, como algunos le calificaron y algunos otros califican hoy a nuestro Papa Francisco.
El 27 de agosto de 1978, el primer día de su pontificado, sorprendió a todos a la hora del Ángelus.
Sin embargo, los planes de Dios, a veces, no los comprendemos, y poco antes del amanecer del día 29 de ese mismo mes y año, fue encontrado muerto en su cama, justo 33 días después de su elección. ¿La causa? Un infarto imprevisto. Tenía 65 años de edad y fue muy llorado por todos los cristianos.
Tras sus exequias, de nuevo fue convocado cónclave. Y el elegido como Sucesor de San Pedro fue Juan Pablo II.
Merece la pena entrar en la web de La Santa Sede y pinchar sobre el enlace que hace referencia al Papa Juan Pablo II, ya beato.
A partir de ahora, tenemos ya un nuevo intercesor ante Dios, el humilde Papa Juan Pablo I. Hemos de dar gracias a Dios por la vida y el ministerio de este hombre, cuyo único objetivo en la vida fue agradar a Dios en todo, servir a La Iglesia y a todas las almas, llevar a cabo el programa de reformas sancionado por el Vaticano II.Y todo ello desde la humildad, la sencillez, las palabras que todo el mundo puede entender y la hermosa sonrisa de este hombre de Dios.
Oración.- Señor Dios, Padre santo, te damos gracias por el gran regalo que nos has hecho a través del beato Juan Pablo I.Te pedimos, por su intercesión, que nuestras mentes y nuestros corazones jamás se cierren a tu amor para que, con fe viva, colaboremos a la extensión del reinado de Cristo en el mundo y, llegado el momento, nuestro beato sea canonizado para bien de la Iglesia y de toda la familia humana. Amén
José Vicente Martínez
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