(Gaudium Press) El hábito no hace al monje… pero lo viste, y también lo moldea. Pero no solo. Mons. Luis Argüello, nuevo Arzobispo de Valladolid y aún portavoz de la Conferencia Episcopal española, ha hablado sobre el ‘hábito’, lo que antiguamente para diáconos y sacerdotes se llamaba el ‘traje talar’, o más ampliamente el vestido que caracteriza a religiosos, religiosas, sacerdotes. Lo hizo en la ordenación de dos diáconos de la diócesis vallisoletana, el pasado 25 de septiembre.

Después de felicitar su vocación, de recalcar sus nuevas responsabilidades, de tomar como ejemplo a Jesucristo siervo y esclavo, de encomiarles la oración, el celibato perenne, la sujeción a la obediencia, etc., les recomendó el uso de exterioridades que los permiten reconocer como hombres escogidos por Cristo para la alta misión sacerdotal:

“… podéis vestir un vestido clerical, podéis llevar un distintivo, para que se vea en la plaza pública que sois hombres consagrados al Señor. Hubo un tiempo en el que la novedad pareció que tenía que ver con quitarnos la sotana y el clergyman. Hoy hay un tiempo en el que seguramente lo revolucionario, lo novedoso, la presencia de lo sobrenatural en las calles y las plazas, sea que los frailes lleven hábito, que las monjas sean reconocibles, y que los que hemos sido ordenados también lo seamos”, dijo el Prelado.

Les habló incluso desde su experiencia, contándoles a los nuevos diáconos Jorge y Mario, que en sus muchos viajes hubo personas que quisieron confesarse al verle vestido como corresponde a un sacerdote u obispo.

En fin, vemos como el hábito no solo viste al monje, sino que santifica los fieles.

Con información de Infocatólica

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