Por Greg Cook
Una exploración rápida de los sitios web, blogs y plataformas de noticias católicos conservadores y de tendencia tradicional revela algunos temas confiablemente controvertidos: el transgenerismo, la agenda LGBTQ, cómo entender (o incluso si es posible o no tener sentido) el Vaticano II y decisiones provenientes de Roma, y cómo difundir el mensaje de Cristo en un mundo confundido.
El perenne consejo católico para los fieles es establecer un fuerte marco de oración. En el Oficio Divino tradicional encontramos la hora de Prima. Desafortunadamente, este oficio fue suprimido en las reformas litúrgicas de Pablo VI y no reemplazado en la Liturgia de las Horas. Entre las muchas características nutritivas de Prime está la lectura del Martirologio Romano .
En una era plagada de conversaciones sobre “transición de género” y “cuidado de afirmación de género”, un católico que lea el martirologio romano obtendrá recordatorios sorprendentes sobre el cuerpo y el alma humanos. Por ejemplo, nos encontramos con esta entrada del 28 de octubre:
En Roma, los santos mártires Cirilo y Anastasia la Mayor, virgen. En la persecución de Valeriano, bajo el prefecto Probo, Anastasia fue atada con cadenas, abofeteada, sometida al fuego y a la flagelación, y, como permaneció inmóvil en su confesión de Cristo, le cortaron los senos, le arrancaron las uñas, le arrancaron los dientes. rota, y sus manos, pies y cabeza separados de su cuerpo. Engalanada con sus sufrimientos como con tantas joyas, se fue a su Esposo. A petición de ella, Cirilo le dio de beber un poco de agua, y por su recompensa se convirtió en mártir.
Por impactante que sea esta breve entrada, es solo una de muchas en un libro lleno de tales historias.
El registro de Cyril y Anastasia puede hacer más que impactar las sensibilidades modernas; incluso puede ofender a algunos. Que esto sea así ilustra las profundidades a las que se ha hundido la Fe en nuestra era degenerada. Durante siglos, el registro de los mártires, confesores y vírgenes sirvió como un poderoso recordatorio para los fieles sobre los peligros de aferrarse a Cristo. Además, la familiaridad con el martirologio puede corregir nociones erróneas sobre la realidad, un contrapunto a las nociones existentes sobre lo que significa ser humano.
Tomando la historia anterior de la mártir Anastasia, podríamos reflexionar sobre esto: esa santa, sin su consentimiento, sufrió la agonía física de que le cortaran los senos. Las autoridades romanas deben haber querido humillar y dessexuar a esta mujer y otras como ella. En nuestro tiempo, las mujeres a veces se someten a mastectomías en respuesta al cáncer de mama. Eso es un intento de sobrevivir.
Pero la extracción de senos ahora se realiza por una extraña razón: para ayudar a las mujeres en su “transición” a una identidad masculina falsa. La llamada “cirugía superior” ahora incluso se realiza en niñas adolescentes. Santa Anastasia sufrió este destino debido a su verdadera identidad en Cristo. El martirologio proporciona una serie de casos similares, incluidos los Santos. Macra (6 de enero) y Agatha (5 de febrero).
De hecho, el martirologio debe ser una lectura incómoda para las feministas apasionadas. El 20 de septiembre, leemos sobre santa Fausta, a quien “le raparon la cabeza para avergonzarla”, lo que recuerda inquietantemente a las mujeres judías en los campos de exterminio del holocausto. Los torturadores de Fausta no habían terminado con ella. Después del afeitado, “fue colgada y torturada… y le perforaron la cabeza y le perforaron todo el cuerpo con clavos”. Después de ser colocada sobre una parrilla, murió; pero no antes de que uno de sus torturadores se convirtiera a Cristo a través de su testimonio.
También es ofensivo para las feministas, que basan gran parte de su creencia en la liberación sexual, el énfasis en la virginidad, una de las tres categorías de creyentes que se encuentran en el martirologio (las otras dos son mártir y confesor, con una mención ocasional de un hijo menor). . Algunas vírgenes femeninas notables incluyen Sts. Emerentiana (23 de enero), Scholastica (10 de febrero), Julia (22 de mayo) y Aurea (4 de octubre), solo por nombrar algunos.
Si alguien “despertó” al leer el martirologio del 1 de noviembre, podría horrorizarse de que a la “sirvienta” (es decir, una “esclava” en el lenguaje contemporáneo) María no se le permitió proclamar “mi cuerpo, mi elección”, pero fue obligada a soportar “crueles flagelaciones, tormentos y laceraciones en su cuerpo con garfios de hierro” antes de morir como mártir. La sorprendente falta de agencia por parte de la niña es un anatema para la Iglesia de lo posposmoderno.
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Pero para que no se nos acuse de deleitarnos con la cruel misoginia (en realidad, un odio a la fe) del pasado, debemos demostrar que no solo las mujeres sufrieron en los siglos pasados. El primer día del año (1 de enero) leemos de San Almaquio, asesinado por gladiadores por anunciar a Cristo. Y el 31 de diciembre se nos habla de la pasión de san Esteban y sus compañeros. Los hombres comparten muchos de los mismos tormentos y formas de muerte que sus hermanas en Cristo.
Sin embargo, los hombres también sufrieron y murieron por ser clérigos, predicadores y proselitistas. Estas obras de proclamación de la Fe fueron decididamente no ecuménicas según los estándares posteriores al Vaticano II: San Nicetas es recordado el 7 de enero por predicar a “naciones feroces y bárbaras”. San Sóstenes (28 de noviembre) “era jefe de la sinagoga cuando se convirtió a Cristo”. El 29 de noviembre, San Saturnino fue recompensado por predicar a los paganos al ser arrojado desde un edificio, lo que resultó en un cuerpo destrozado, un cráneo aplastado y la muerte.
El martirologio también puede arrojar luz sobre el indiferentismo generalizado . La predicación resuelta de Cristo a los musulmanes fue recibida con rechazo y, a menudo, con fuerza letal. San José de Leonisa (4 de febrero) sufrió mucho por su audaz evangelización, aunque no fue martirizado. El 17 de abril, los Santos. Elías, Pablo e Isidoro fueron asesinados en España por musulmanes “por la profesión de la fe cristiana”. Al día siguiente se conmemora a San Perfectus, asesinado “por haber discutido contra la secta de Mahoma e insistido firmemente en la fe católica”. Hasta aquí el bulo de que todos los caminos conducen a Dios.
En las páginas del martirologio, uno encuentra santos comprometidos en la lucha contra la herejía, luchando por lograr la unidad de la Iglesia y llamando a los que están en cisma a volver a reunirse con la Sede de Pedro. Estos luchadores pasados de moda incluyen al Papa San Benedicto XI (7 de julio), quien “promovió grandemente la paz de la Iglesia, la restauración de la disciplina y la difusión de la religión”. El Papa San Urbano V (19 de diciembre) provocó “una reunión de los latinos y los griegos, y… suprimió[ed] los herejes”. El anhelo de obispos y papas santos que sienten ahora muchos católicos se confirma en las páginas del martirologio.
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También se encuentran santos militares que sufrieron y murieron por aferrarse a Cristo. St. Mennas (11 de noviembre, el mismo día que el exsoldado St. Martin de Tours) murió a espada después de quitarse el cinturón de soldado. Dos días antes (9 de noviembre), tenemos a San Teodoro, que fue torturado y quemado vivo no por incumplimiento del deber sino por confesar a Cristo. El ejército en los Estados Unidos de hoy no martiriza a hombres y mujeres en un sentido tradicional, pero parece tener la intención de purgar sus filas de creyentes cristianos y reemplazarlos con un cuadro “diverso”.
Podríamos seguir y mencionar santos jóvenes y viejos . En medio de los informes de abuso de ancianos y la edad de consentimiento, tenemos aún más ejemplos. La entrada del 18 de agosto nos muestra al mártir San Agapito, con sólo quince años. El punto es que los santos del martirologio—mártires, confesores, vírgenes—no son meras notas históricas a pie de página. Son personas reales: nuestros hermanos y hermanas ahora pueden interceder por nosotros desde el cielo.
Sus valientes ejemplos pueden fortalecernos para resistir la corrección política, el despertar, el ostracismo y el miedo. Pueden ayudarnos a diagnosticar claramente tendencias desastrosas en nuestra sociedad. Triunfaron no por encajar sino por no vacilar en su compromiso con Cristo y su Iglesia. Si eso nos hace sentir incómodos, entonces estamos correctamente sintonizados con la voz de Dios que nos hace señas para que nos concentremos en el Cielo y no nos acostumbremos demasiado a este mundo. ¡ Santos mártires, confesores y vírgenes, ora pro nobis !
Este artículo se publicó originalmente en inglés en https://www.crisismagazine.com/
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