Furioso por no poder introducir una definición de familia compatible con la homosexualidad en un nuevo documento de la ONU, el gobierno de Obama intentó eliminar expresiones acordadas por los fundadores de las Naciones Unidas y reiteradas en documentos desde entonces.
A menudo polémica en las últimas décadas, la familia ha sido un fútbol diplomático en el que un sector está ansioso por el reconocimiento de «diversas formas de familia», mientras que el otro se aferra a la noción de que la familia es «el elemento natural y fundamental de la sociedad», tomada directamente de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
A puertas cerradas, los negociadores estadounidenses solicitaron que se reemplazara la definición de la familia de la Declaración Universal de Derechos Humanos por una extensa descripción nueva de familias que tienen «diversas formas y funciones» y ponen de manifiesto la «diversidad de preferencias individuales».
La definición propuesta excluye la noción de familia natural, basada en la unión entre un hombre y una mujer, como norma para la procreación y la crianza de los hijos. La iniciativa estadounidense a la larga fue rechazada por los estados miembros de la ONU.
Esta maniobra coloca a los Estados Unidos en una situación extraña.
La Declaración Universal de Derechos Humanos tiene carácter cuasi sagrado en las Naciones Unidas. Se la considera, junto con la Carta de la ONU, uno de los documentos fundacionales del nuevo orden mundial que comenzó después de la Segunda Guerra Mundial.
Es más, la definición que la ONU hace de la familia se refleja en las constituciones de casi 120 países.
Los diplomáticos estadounidenses alegaron que las familias extendidas y las familias monoparentales no están incluidas en la definición clásica de la ONU. Los delegados de los países tradicionales interpretaron que el argumento estadounidense era un pretexto para conseguir el reconocimiento de las uniones entre personas del mismo sexo, porque siempre se incluyeron las familias extendidas y las monoparentales en la definición de la ONU.
Habitualmente, y hasta hace poco, se daba cabida a propuestas similares de los Estados Unidos en documentos de la ONU, si bien es cierto que jamás se excluyó el lenguaje de la Declaración. Pero la Asamblea General rechazó la idea de «diversas formas de familia» en sus últimas dos sesiones pese a la insistencia de países europeos y de los Estados Unidos. La frase, que alguna vez se consideró inofensiva, se vio envuelta en la polémica debido a la insistencia occidental en asuntos relativos a la homosexualidad.
Los Estados Miembros de la ONU no ven con buenos ojos el nuevo enfoque en cuestiones que atañen a las personas lesbianas, gais, bisexuales y transgénero (LGBT) por parte de los Estados Unidos y de países europeos. Los países occidentales todavía tienen que presentar una resolución sustantiva que aborde la orientación sexual y la identidad de género y los países que suelen ser más directos se han limitado a campañas para difundir los asuntos LGBT a nivel internacional.
Los defensores de las cuestiones LGBT no son los únicos frustrados en las Naciones Unidas. Existe una tendencia a hacer retroceder terminología de la ONU que hasta hace poco no se impugnaba, no solo relativa a los asuntos LGBT, sino también relacionada con la salud sexual y reproductiva. Las agrupaciones proabortistas se sienten decepcionadas por haber perdido terreno en las Naciones Unidas. Temen no poder llevar adelante su agenda en políticas futuras de la ONU.
Los diplomáticos estadounidenses despertaron la polémica el año pasado al rechazar expresiones de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Durante la negociación de una resolución sobre políticas de la mujer, diplomáticos de Estados Unidos solicitaron que se eliminara la referencia a que «todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona», también extraída de la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Autor: Stefano Gennarini (C-FAM)