En una conferencia impartida el 8 de junio de 1978 en la universidad de Harvard, Alexander Solzheitsyn planteaba el declive de la valentía: “La merma de coraje puede ser la característica más sobresaliente que un observador imparcial nota en Occidente en nuestros días. El mundo Occidental ha perdido en su vida civil el coraje, tanto global como individualmente, en cada país, en cada gobierno, cada partido político y por supuesto en las Naciones Unidas. Tal descenso de la valentía se nota particularmente en las élites gobernantes e intelectuales y causa una impresión de cobardía en toda la sociedad. Desde luego, existen muchos individuos valientes pero no tienen suficiente influencia en la vida pública. Burócratas, políticos e intelectuales muestran esta depresión, esta pasividad y esta perplejidad en sus acciones, en sus declaraciones y más aún en sus autojustificaciones tendentes a demostrar cuán realista, razonable, inteligente y hasta moralmente justificable resulta fundamentar políticas de Estado sobre la debilidad y la cobardía”. La merma del coraje va en aumento.
Lo terrible es que, además, esa falta de valentía se demuestra en no defender nuestros valores, los valores que siempre sostuvo Europa. Nunca desde la caída del Imperio Romano, Europa había experimentado una situación más dramática. Afronta la mayor amenaza de su historia sin saberlo o más bien sin querer darse cuenta de ello. Los europeos son invadidos, ocupados y colonizados por los pueblos del Sur y por el Islam de forma rápida y masiva. Sé que decir esto es comprometido por no ser “políticamente correcto”; pero debo decir que aunque asumo plenamente cuanto dice, la tesis pertenece al escritor Guillaume Faye[1] en su libro “La Colonización de Europa”. Añade que los europeos están cegados por ideologías decadentistas y nihilistas, que les hacen ver con optimismo una regresión de la cultura y de la educación al primitivismo y al materialismo. Europa es el enfermo del Mundo, asegura. Tanto las clases políticas como las élites intelectuales son las colaboradoras de este suicidio étnico, porque no se trata de una inmigración sino de una colonización y de una invasión que están modificando el fondo biológico y etno-cultural de Europa.
Cada año, 100.000 no europeos son nacionalizados franceses y 300.000 alógenos[2], de los cuales la mayoría son ilegales, penetran en Francia, cuyas fronteras ya no están protegidas. La situación es la misma en toda Europa y estos hechos quizás anuncien el final de una civilización común. Evidentemente las clases dirigentes aparentan no ver nada. Matemáticamente la raza blanca declina en el mundo entero, también en los Estados Unidos. Se dice que la superioridad tecnológica lo compensará; yo no lo creo, dice Faye: no existe otra riqueza más que los hombres. Una civilización se sustenta principalmente en lo que los romanos llamaban germen, es decir, la base etno-biológica, las raíces del árbol que alimentan la cultura y la civilización, pero no se asusten, no propugna una vuelta al nazismo.
Esta invasión étnica masiva, según sus estudios, fue voluntariamente provocada en Francia y en toda Europa, a partir de los años 60, por el laxismo de los políticos tanto de izquierdas como de derechas, contaminados por las ideas trotskistas y marxistas, por el oportunismo de una patronal ávida de mano de obra barata, por la influencia de los intelectuales judíos que exigían una sociedad multirracial, por el imperativo de la religión de los derechos humanos, cuyo origen está en una laicización de la moral cristiana.
Los colaboradores de la invasión en Francia y en Europa han instaurado una auténtica preferencia extranjera en detrimento de los ciudadanos autóctonos: los inmigrantes ilegales apenas son expulsados, se benefician de numerosas ventajas sociales y todo tipo de privilegios; en virtud del imperativo antirracista, son impunes y están protegidos por leyes discriminatorias, llegando al extremo de que en Madrid se persigue a una pequeña asociación que prioriza la entrega de ayudas a españoles necesitados, con el peregrino argumento de que no pueden hacerlo ni aún con su dinero.
Todo esto funciona como una bomba aspirante, explica Faye. Es mucho más interesante ser un parado subvencionado en Europa que trabajar en el tercer mundo. Los trabajadores cualificados y los creadores se expatrian, principalmente a los Estados Unidos y son remplazados por poblaciones no cualificadas venidas de África, que son bocas a alimentar y no brazos y cerebros. Todo esto sumado al envejecimiento de la población significa que en el siglo XXI la economía europea amenaza con tercermundizarse y caer en una inevitable depresión.
A este fenómeno de colonización étnica y masiva, se añade el hecho de que el Islam se pone a la cabeza de la ofensiva. Desde hace 1300 años, esta religión-ideología, totalitaria y agresiva, tiene como objetivo la invasión de Europa. Sufrimos la tercera ofensiva histórica que se extiende hoy de Gibraltar a Indonesia.
La primera fue detenida en Poitiers, Francia por Carlos Martel en 732
La segunda en 1684 frente a los muros de Viena
La tercera tiene lugar hoy.
El Islam tiene una larga memoria y su objetivo es la instauración sobre todo nuestro continente de lo que Jomeini denominaba califato universal. La invasión de Europa ha comenzado y las cifras son alarmantes. El continente, incluida Rusia, cuenta más de 55 millones de musulmanes, que aumentan un 6% cada año. En Francia se cuentan más de 6 millones de mahometanos. Como en Bélgica y en Gran Bretaña, exigen estar asociados al poder político. El gobierno francés se equivoca al tomarse en serio el objetivo de transformar el país en una república islámica después del 2020, cuando el peso demográfico de los arabo-musulmanes se convierta en determinante.
El Estado francés financia la construcción de mezquitas para comprar la paz social; sin embargo, no solo no se puede construir una iglesia cristiana en los países árabes (¿Dónde quedó la igualdad?) sino que destruyen impunemente las que hay. El Islam, que ya cuenta con 2.000 mezquitas en Francia (el doble que en Marruecos), es la segunda religión de Francia después del Catolicismo y la primera practicada. Jacques Chirac declaró recientemente: Francia es ahora una potencia musulmana.
Y no sé si es por cobardía, o por el “buenismo” que tratan de imponer, el caso es que por todas partes en Occidente se ha instalado la creencia estúpida de que existe una diferencia entre el Islam y el islamismo y que un Islam laico, occidentalizado y moderado es posible. En esta línea, el Rey de Jordania ha elogiado al Papa por pedir que no se ofendan los sentimientos religiosos (con lo que estoy totalmente de acuerdo), reiterando el monarca que los extremismos no representan al verdadero islam y que” la reputación de los musulmanes debe ser protegida y defendida porque ha advertido de una islamofobia creciente en Europa”. No es cierto que exista un islam moderado. Todo musulmán es un mudjaidin en potencia; el Islam es una teocracia que confunde lo espiritual con lo temporal, la fe con la ley y que quiere imponer en todas partes la Sharia, cuyos preceptos son irreconciliables con los de nuestra civilización.
Con todos los respetos, el Papa debería haber sido más explícito en su comentario “que no se ofendan los sentimientos religiosos” y las reacciones que puede suscitar. Porque quizás se nos olvida que la religión se pervierte cuando justifica la violencia; y la libertad de expresión se corrompe cuando falta al respeto…y que éste, el respeto, debe ser biunívoco y no solo hacia los musulmanes porque, desde luego, no es lo mismo hacer unos dibujos por mucho que sean de muy mal gusto, que quemar iglesias con feligreses dentro. O la limpieza étnica y religiosa que continúa en Irak. Los terroristas están utilizando para su fin todas las formas imaginables para aniquilarlos e incluso no han dudado en decapitar a los niños cristianos y colgar sus cabezas en estacas para crear así un estado de terror. Han tomado recientemente la ciudad de Qaraqosh, la ciudad de Irak que más cristianos albergaba. Esto ha provocado el éxodo masivo de esta minoría. Decenas de miles de cristianos vagan por el país huyendo de la muerte mientras su situación es cada vez más precaria. Mujeres, niños y ancianos comienzan a morir de hambre y sed en las montañas, donde intentan ocultarse de los terroristas islámicos. Mientras tanto, la Iglesia intenta alertar a la comunidad internacional para que reaccione ante una situación que si se alarga dejará vacía de cristianos una zona en la que su presencia se remonta a hace 2.000 años.
Desde hace ya más de seis meses monseñor Amel Nona, arzobispo católico caldeo de Mosul, es un arzobispo sin sede ni fieles. Vive exiliado desde que el Estado Islámico tomó la ciudad de Mosul. Una tierra que albergaba a miles de cristianos y cuya presencia se remontaba a los inicios del cristianismo. Ahora ya no queda constancia de esta milenaria historia. Sigue realizando su misión aunque de una manera muy diferente a la que se habría imaginado cuando fue nombrado en 2009 tras el secuestro y brutal asesinato de su antecesor, Paulos Faraj Rahho. En estos momentos su principal labor es dar voz a los cristianos perseguidos y por todo el mundo está relatando lo que ocurre en Irak y en el resto de países islámicos donde los cristianos pueden llegar a morir a causa de su fe. Conoce la situación de primera mano y de lo que son capaces los islamistas en Irak. Por ello, no tiene pelos en la lengua y deja el “buenismo” a un lado describiendo las causas de lo que ocurre y los responsables de que ya apenas queden cristianos en estas zonas. Amel Nona ya acaparó titulares cuando dijo abiertamente algo que no era políticamente correcto: “El sufrimiento de los que viven actualmente en Irak es el preludio de lo que cristianos y europeos occidentales sufrirán en un futuro cercano”. Palabras premonitorias como sabemos.
En declaraciones a ACI, alerta ahora de la radicalización progresiva pero fulminante del islamismo. “El gran problema no son sólo los grupos fundamentalistas islámicos, sino las sociedades islámicas. Los musulmanes se están haciendo día tras día más radicales, volviendo más a la tradición y cerrándose”, afirma de manera contundente desafiando así al mensaje dominante. “Los musulmanes piensan que su modo de defender la fe es ver y volver a cómo era antes. Hay un conflicto en la región islámica entre la modernidad y la fe y la mayor parte piensa que la fe justa está contra la modernidad, por eso donde hay musulmanes está el peligro de que se subleven contra la modernidad”. Pone en relación este análisis con lo que está sucediendo en Europa y los atentados que han ocurrido en los últimos años dentro de sus fronteras. Por ello, asegura que “los musulmanes que están en Occidente se pueden convertir un día en fundamentalistas”. Y pone como ejemplo que “en Irak, en las filas del Estado Islámico hay quienes han venido de Europa, Canadá y América. Cuando el Estado Islámico quiere hacer un atentado suicida, los kamikazes son de Alemania, Inglaterra, Francia, no han nacido en países musulmanes, sino que han nacido en Europa, se han educado en Occidente y después han venido a Irak”. Por ello, implora ayuda puesto que “nuestra fe, que lleva en esta tierra más de 2.000 años no puede terminar de una manera tan fácil”.
No es la única voz autorizada para analizar la relación entre el islam y el cristianismo. El padre Samir Khali Samir, jesuita egipcio experto en el Islam, que fue asesor de Benedicto XVI en temas de Oriente Medio, también entra en el grupo de los “políticamente no correctos”. Este profesor de Historia de la Cultura Árabe y Estudios Islámicos ha escrito un artículo en el que pone el foco en dos puntos, los graves problemas internos del islam y la cobardía de Occidente y propone de manera clara varias posibilidades para frenar un problema que va a más.
Por un lado pide a los musulmanes autocrítica y que se enfrenten a fondo con la modernidad en cuanto a la interpretación del Corán o la libertad de conciencia, “aunque ninguno se anima a hacerlo”. Para Occidente pide que los países exijan a los inmigrantes a que se integren en los ámbitos económicos, políticos y sociales y que controlen las mezquitas, pese a que “sea contrario a nuestro espíritu europeo”. A este respecto analiza la manida frase de que el islam es una religión de paz y lo pone en relación con los atentados del Charlie Hebdo. Dice el padre Samir: “las viñetas son irónicas, sarcásticas, hasta vulgares, pero ustedes, musulmanes, ¿por qué deben responder con la violencia?, ¿por qué no responder a una cosa escrita con otro escrito?”. De momento, los Obispos de Níger se han visto obligados a suspender “hasta nuevo aviso» todas las actividades de la Iglesia Católica tras el saqueo de iglesias y de infraestructuras de nuestra institución y por la profanación de nuestros lugares de culto”.
Afirma que, hasta que el islam en vez de luchar contra el resto, ya sean apóstatas, cristianos o el mismo Occidente “no haga autocrítica y reconozca que el problema está en su interior no saldrán de todo esto y los países islámicos estarán siempre caracterizados por la guerra”. Dirigiéndose de nuevo a los mahometanos les recuerda que están en el siglo XXI y que la autocrítica es indispensable para así poder reinterpretar las palabras de Mahoma: “También en la Biblia hay versículos que alaban la guerra pero todos nosotros comprendemos que es necesario reinterpretarlas y no tomarlas al pie de la letra”.
Por último, el padre Samir acusa a los políticos occidentales de no defender la cultura europea y adoptar el llamado multiculturalismo. Asegura que los países europeos no saben qué hacer y a éstos les exige que los inmigrantes que lleguen a sus países respeten la cultura y valores europeos. Ante los musulmanes que no quieren integrarse en Occidente, Samir propone otra medida polémica: controlar las mezquitas. “A primera vista esto es contrario a nuestro espíritu europeo, la distinción entre Estado y religión. Pero las mezquitas en el islam no son sólo un lugar de oración. Son un lugar de adoctrinamiento y de indicaciones políticas, algunas veces dañinas para la comunidad. Por esto Europa debería controlarlas, como se hace en todos los países musulmanes. En el mundo islámico las mezquitas son la primera realidad que son controladas”.
El tema tiene tal extensión que abarca el mundo entero. Un ejemplo: El Tribunal Supremo de Malasia confirma la prohibición del uso del término Allah en una publicación cristiana, no se le puede ni nombrar de forma respetuosa. Con todo, lo peor a mi modo de ver, es una de las 25 propuestas que para reforzar la “laicidad” en el país, han planteado los Masones de Francia que buscan abolir el delito de blasfemia contra Dios. Siempre tan peligrosos, lo presentan como una propuesta abierta globalmente a la idea de la Divinidad; pero todos sabemos que el interés del Gran Oriente de Francia está en consentir, y quizás, fomentar todos los ataques posibles al Dios cristiano, por si los que ya se realizan no fueran suficientes. Sólo el cardenal Urosa Savino, arzobispo de Caracas, se ha atrevido a exigir respetar el nombre de Dios, bien es verdad, que no en contestación directa a los masones, sino en respuesta a unas declaraciones de Maduro.
“Este hecho de que se haya pretendido reivindicar el derecho a la blasfemia, como algo inherente al concepto occidental de libertad, es muestra de nuestra profunda crisis de relativismo, además de ser un profundo error desde el punto de vista estratégico, ante el resto del mundo. Sería terrible tener que elegir entre una fe patológica y un laicismo blasfemo e irrespetuoso”, dice monseñor Munilla. “Entre una fe fanática y patológica, por un lado; y un materialismo hedonista e irrespetuoso del hecho religioso, por otro; sencillamente no queremos elegir. La alternativa al fundamentalismo yihadista no es la blasfemia ni el relativismo de una sociedad sin valores espirituales, sino una sociedad abierta al verdadero sentido religioso de la vida, en la que se practique el respeto, el encuentro y el diálogo entre todas las religiones, así como el encuentro y diálogo constructivo entre creyentes y no creyentes.”
Así se manifestaba monseñor Munilla en una homilía con motivo de la fiesta de San Sebastián afirmando también que el martirio de San Sebastián, que es el martirio de Jesucristo, alcanza una particular luminosidad por la actualidad del terrorismo yihadista. En efecto, el término “mártir” está siendo deformado, hasta llegar a ser considerado sinónimo de un fanatismo seudoreligioso que impulsa a la inmolación en atentado terrorista. Se trata de una perversión del término, ya que aquí el “mártir” deja de ser víctima, para pasar a ser verdugo; deja de tener el amor como motor de su vida, para cambiarlo por el odio; su mensaje final deja de ser el del perdón, y pasa a ser la venganza”.
Muchos analistas consideran que, efectivamente, se está azuzando desde muchos sectores del laicismo masónico un enfrentamiento entre el Islam y la Democracia, que acabaremos pagando los católicos, cogidos como estamos entre las pinzas de los musulmanes (que identifican erróneamente a Europa con el cristianismo) y de los laicistas agnósticos (que consideran que los dogmas de la Iglesia católica chocan contra algunos valores innegociables de la libertad democrática, como la libertad sexual, el aborto, la moral laica ciudadana, la eutanasia etc.). El choque de trenes no es casual; está planificado desde altas instancias para hacer daño al cristianismo al que quieren desterrar del Mundo porque lo consideran impedimento para sus planes de una moral laica y relativista común laicista, pacifista y ecologista tal como plantea el Nuevo Orden Mundial (NOM).
En esta denuncia de la actuación de los gobiernos con respecto al tema del islamismo, dos apuntes más: el nuevo monarca de Arabia Saudí no ha dicho ni una sola palabra sobre la persecución a los cristianos; (claro que tampoco Felipe VI defiende los derechos de los católicos) y la cobardía por el deseo del obispo de Münster (Alemania) de ser “políticamente correcto” que le ha llevado a prohibir a un sacerdote que predique acusado de xenófobo. Desconocemos las palabras exactas del sacerdote, pero, al parecer, hizo mención a las manifestaciones en contra de la islamización de Alemania y del resto del Europa y que éstas forman parte de una campaña política legítima en contra del derrotero peligroso que llevan los políticos europeos en general, la cual se basa en la mentira grosera que se contradice diariamente, que el Islam es una religión de paz.
Ahora tenemos que decidir si Occidente se ha vuelto más hipócrita o más cobarde. No está claro. A lo mejor son ambas cosas a la vez. ¿Habrá que señalar, como advertía Solzhenitsyn, que, desde la más remota antigüedad, la pérdida de coraje ha sido considerada siempre como el principio del fin?
[1] Guillaume Faye, nacido en 1949, es un nacionalista europeo, referencia importante en el creciente movimiento identitario en Europa y también fuera de ésta. Tiene un gran número de obras defendiendo un movimiento cultural nacionalista europeísta y pagano en Francia. Participa en innumerables coloquios, conferencias y debates, colaborando con todas las organizaciones políticas y distintas tendencias ideológicas nacionalistas en Francia y por toda Europa. Realiza conferencias en España, Bélgica, Rusia, con católicos radicales, con monárquicos y con paganos.
[2] Los que tienen un origen distinto al de la población autóctona del país.