En la ciudad de Pamplona, concretamente al final de la Segunda Zona del Nuevo Ensanche, se encuentra el Monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada. Lleva desde 1952 ante los ojos de todos, es imponente y bellísimo, pero su existencia peligra totalmente, sobre todo el culto divino – Santa Misa mensual y Vía Crucis- en su Cripta. Es necesario decir esto a los españoles.
Es a la Cripta del monumento donde la Hermandad de Caballeros Voluntarios de la Cruz trasladó el culto divino que realizó hasta 1997 en la basílica de la Santa Cruz con Santa Misa mensual y Vía Crucis. Esta Hermandad es canónica y fue fundada por Mons. Olaechea el 26-XII-1939 para mantener vivo el espíritu religioso que llevó a Navarra a la Cruzada, y para sufragar las almas de todos los que dieron su vida en ella. Y cuando un cristiano reza por los muertos en concreto, asocia siempre a ellos a todos los demás.
El monumento tuvo y aún tiene una utilización o servicio religioso. Para la Diputación Foral de Navarra que sufragó su construcción, respondía a la “deuda sagrada que Navarra tenía contraída con aquellos hermanos nuestros que con abnegado heroísmo sacrificaron voluntariamente sus vidas en defensa de la Fe y de la salvación de la Palria” Así fue hasta su desacralización de la basílica de la Santa Cruz y su entrega no obstante con condiciones al Ayuntamiento de Pamplona por Mons. Fernando Sebastián en 1997- 1998, quien reservó -decimos- la Cripta al culto religioso y como sede de la Hermandad de los Caballeros Voluntarios de la Cruz.Esto es lo que los aberrantes quieren suprimir y para ello presionan con todo descaro sembrando un miedo psicológico en el arzobispado de Pamplona-Tudela.
Dentro de Navarra el silencio, la tergiversación de la Historia, la inconcebible ingratitud -por dejadez- hacia los que dieron su vida por Dios y por España, y hoy el miedo y el terrorismo psicológico callejero y la injusticia contraria a Derecho de “tener que llevarse bien” con los que mandan, pueden acobardar y paralizar a todos, máxime a quienes debieran ser los más firmes, por ejemplo las instituciones públicas, privadas y el arzobispado de hoy.
Somos amigos del monumento de Navarra a sus muertos en la Cruzada. El edificio es una auténtica obra de arte. Pues bien, ya hemos dicho que algunos talibanes lo quieren derribar. Otros más sutiles se lo han cargado -salvo su Cripta.- transformándolo en otra cosa espiritual y físicamente. Esto va, paso a paso, a peor. Estamos en un momento clave. Dominan hoy el poder político – todos sabemos cómo y unidos todos contra quien y qué- sobre todo la calle, quienes confunden aposta su venganza con una falsa reconciliación para al fin apropiarse del monumento en exclusividad. Tememos el abandono de lo que queda del monumento -su hermosa Cripta- y que definitivamente se prohiba en ella el culto divino, y hasta su entrega al entorno de Bildu.
Pedimos a los católicos españoles ayuda urgente. Todos saben que Navarra se ha dado enteramente por la Religión católica, por España cuya alma es la catolicidad y a la que Navarra pertenece con gozo y por el resto de españoles de toda lengua, sus hermanos. Sobre todo lo hizo en la guerra defensiva de 1936, que fue Cruzada. No somos historicistas, pero los separatistas y neomarxistas nos obligan a volver sobre ello cuando tergiversan y mienten como arma de lucha política sobre Navarra, presionan y amenazan en la calle, la prensa y la política, al Sr. Arzobispo de Pamplona que hoy debe repensar sus decisiones y no claudicar.