Como cada año un grupo de carlistas navarros nos acercamos a este Monumento a la Inmaculada Concepción para rendir homenaje a la Virgen y poner a sus pies nuestra militancia.
Este año la novedad es que, mientras nosotros estamos aquí, millones de españoles están acudiendo a sus colegios electorales para ejercer su derecho al voto. Nosotros no hemos ido a votar porque no nos fiamos de los partidos. Ni siquiera nos convence el argumento de que “si no vas a votar, no puedes quejarte”. No nos convence esa patraña creemos, porque si hoy hemos venido a rendir homenaje a nuestra Madre, la Virgen, es porque podemos ofrecerle hechos, y no palabras.
Los carlistas estamos desarrollando nuestra militancia política, social y cultural a través de diversos cauces. A través de distintas asociaciones, movimientos sociales, alternativas culturales y la propia Comunión Tradicionalista Carlista. Estamos construyendo sociedad, estamos ayudando a hacer patria. ¡Claro que nos podemos quejar!
Hemos estado en la calle, somos parte de la gente, y si no vamos a votar es porque, aunque no sabemos quién va a ganar, sí sabemos quién perderá después de estos comicios: Navarra. Las elecciones son, por desgracia, una patraña, aunque es muy positivo que, por fin, haya buenas propuestas y se hable de política real. Los navarros queremos soluciones concretas, nos da igual que vengan de la derecha o de la izquierda, de arriba o de abajo. Queremos soluciones para nuestra amada Navarra y para nuestras familias. Ojala esta buena voluntad, presente en nuestros barrios, sirva de ayuda para que, de una vez por todas, vayamos todos a una.
El deber de actuar, de emprender una militancia sincera, está llamando a las puertas de todos los navarros y navarras. Por eso nosotros los carlistas, que somos veteranos en esto de construir y hacer política, nos atrevemos a sugerir que ha llegado la hora de patear a las ideologías, abrir las ventanas y ventilar nuestros barrios a base de esfuerzo y compromiso. Desde luego, habrá dificultades. Son demasiados los que viven a costa del régimen político que padecemos. Sin embargo, no hay nada imposible si continuamos trabajando con una sonrisa, desde abajo y tratando de abrir nuevos cauces a la participación vecinal. Tenemos por delante una tarea apasionante.
¡Viva España!