Esta es una encíclica profética -fue escrita en abril de 1884- de un Papa que se tomó en serio su deber de preservar la Fe, es una advertencia a los católicos a reconocer y evitar los ataques de los enemigos de la Iglesia, los cuales son guíados por la masonería.
En el estudio de los acontecimientos del mundo desde un punto de vista sobrenatural, el Papa León XIII señala que el mundo está dividido en dos bandos en permanente conflicto: el Reino de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia Católica y el reino de satanás formado por aquellos que se niegan a obedecer a Dios y a la Iglesia Católica, su voz en la tierra.
El Papa elogio a sus predecesores que condenaron a la masonería, advierte a los gobiernos del peligro que representa la masonería y así como exhorta a proteger a la Iglesia.
Muestra que la masonería se basa en el naturalismo, explicando cómo se ataca a la Iglesia, la moral, el matrimonio, la juventud y la educación.La masonería enseña la falsa teoría de la igualdad absoluta, aplicándose en el campo político la democracia capitalista y el comunismo.
Dios al ser excluído del Estado, todas las religiones están en pie de igualdad y estando la Iglesia fuera del control de la educación comunitaria y la juventud viviendo en estado de placer permanente y ruinoso, la declamada libertad genera la decadencia y la ruina de la civilización cristiana.
León XIII advirtió-y advierte- que los Estados deben respetar la Ley de Dios, tienen que encauzar correctamente el orden social y enfrentar a la masonería porque ella no dudará en deponer a los gobernantes de cada estado-nación que no les resulte funcional.
La masonería engaña a la gente con la adulación y promesas de un nuevo orden mundial con paz y armonía, calumniando a la Iglesia Católica como enemiga de las libertades del hombre.
Sin embargo, el Sumo Pontífice nos recordaba que sólo el orden social cristiano puede traer paz y prosperidad ya que sólo la Iglesia defiende el carácter sagrado de la persona, la dignidad de la autoridad civil, la tranquilidad en el orden y la verdadera caridad para con los pobres.
Post scríptum:
A continuación transcribimos extractos de la encíclica:
“El género humano, después de apartarse miserablemente de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, por envidia del demonio, quedó dividido en dos campos contrarios, de los cuales el uno combate sin descanso por la verdad y la virtud, y el otro lucha por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.
El primer campo es el reino de Dios en la tierra, es decir, la Iglesia verdadera de Jesucristo. Los que quieren adherirse a ésta de corazón como conviene para su salvación, necesitan entregarse al servicio de Dios y de su unigénito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad.
El otro campo es el reino de Satanás. Bajo su jurisdicción y poder se encuentran todos lo que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, se niegan a obedecer a la ley divina y eterna y emprenden multitud de obras prescindiendo de Dios o combatiendo contra Dios.”
“Varias son las sectas que, aunque diferentes en nombre, rito, forma y origen, al estar, sin embargo, asociadas entre sí por la unidad de intenciones y la identidad en sus principios fundamentales, concuerdan de hecho con la masonería, que viene a ser como el punto de partida y el centro de referencia de todas ellas.
Estas sectas, aunque aparentan rechazar todo ocultamiento y celebran sus reuniones a la vista de todo el mundo y publican sus periódicos, sin embargo, examinando a fondo el asunto, conservan la esencia y la conducta de las sociedades clandestinas.
Tienen muchas cosas envueltas en un misterioso secreto. Y es ley fundamental de tales sociedades el diligente y cuidadoso ocultamiento de estas cosas no sólo ante los extraños, sino incluso ante muchos de sus mismos adeptos”
“Los frutos de la masonería son frutos venenosos y llenos de amargura. Porque de los certísimos indicios que antes hemos mencionado, brota el último y principal de los intentos masónicos; a saber: la destrucción radical de todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, y la creación, a su arbitrio, de otro orden nuevo con fundamentos y leyes tomados de la entraña misma del naturalismo.”
“arrancar la máscara de la francmasoneria y dejar que se la vea como realmente es, y por medio de instrucciones y cartas pastorales enseñarle a la gente cuáles son los artificios usados por sociedades de esta clase para seducir a los hombres y enrolarlos en sus filas, y hacerles ver lo depravado de sus opiniones y la maldad de sus actos”
“…al abrir los brazos a todos los procedentes de cualquier credo religioso, logra, de hecho, la propagación del gran error de los tiempos actuales: el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos. Conducta muy acertada para arruinar todas las religiones, singularmente la Católica, que, como única verdadera, no puede ser igualada a las demás sin suma injusticia.”
“Tenemos que enfrentarnos con un enemigo astuto y doloso que, halagando los oídos de los pueblos y de los gobernantes, se ha cautivado a los unos y a los otros con el cebo de la adulación y de las suaves palabras. Insinuándose entre los gobernantes con el pretexto de la amistad, pretendieron los masones convertirlos en socios y auxiliares poderosos para oprimir al catolicismo. Y para estimularlos con mayor eficacia, acusaron por envidia, a los príncipes el poder y las prerrogativas reales. Afianzados y envalentonados entre tanto con estas maniobras, comenzaron a ejercer un influjo extraordinario en el gobierno de los Estados…”
“Es necesario, por tanto, implorar con vehemente deseo un auxilio tan poderoso de Dios que sea adecuado a la extrema necesidad de las circunstancias y a la grandeza del peligro. Levántase insolente y como regocijándose ya de sus triunfos, la masonería.
Parece como si no pusiera ya límites a su obstinación. Sus secuaces, unidos todos con un impío consorcio y por una oculta comunidad de propósitos, se ayudan mutuamente y se excitan los unos a los otros para la realización audaz de toda clase de obras pésimas.
Tan fiero asalto exige una defensa igual: es necesaria la unión de todos los buenos en una amplísima coalición de acción y de oraciones.
Les pedimos, pues, por un lado, que, estrechando las filas, firmes y de acuerdo resistan los ímpetus cada día más violentos de los sectarios; y, por otro lado, que levanten a Dios las manos y le supliquen con grandes gemidos para alcanzar que florezca con nuevo vigor el cristianismo, que goce la Iglesia de la necesaria libertad, que vuelvan al buen camino los descarriados, que cesen por fin los errores a la verdad y los vicios a la virtud.
Tomemos como auxiliadora y mediadora a la Virgen María, Madre de Dios. Ella, que vencido a Satanás desde el momento de su concepción, despliegue su poder contra todas las sectas impías, en que se ven revivir claramente la soberbia contumaz, la indómita perfidia y los astutos engaños del demonio.
Pongamos por intercesores al Príncipe de los Angeles, San Miguel, vencedor de los enemigos infernales; a San José, esposo de la Virgen Santísima, celestial patrono de la Iglesia católica; a los grandes apóstoles San Pedro y San Pablo, sembradores e invictos defensores de la fe cristiana. Bajo su patrocinio y con la oración perseverante de todos, confiamos que Dios socorrerá oportuna y benignamente al género humano, expuesto a tantos peligros.”