Ante la manifestación del pasado 2 de junio, en Pamplona, la Comunión Tradicionalista de Navarra mostró su plena adhesión a sus objetivos y por ello la CTC asistió al igual que sus afiliados y simpatizantes. El propósito de la manifestación es rechazar la política lingüística diseñada por los partidos políticos nacionalistas y sus cómplices, que utilizan la lengua vasca no como lo que es, un idioma para el entendimiento, sino como bandera política o ariete para extender su proyecto político antinavarro.
La lengua vasca nunca fue un problema ni un elemento de confrontación en Navarra. Por el contrario, todos los navarros, también los no euskaldunes, siempre sintieron un respeto y una simpatía especiales hacia el euskera en tanto que lengua materna de una parte considerable de la población. Hasta la irrupción de las ideologías liberales y particularmente del nacionalismo vasco siempre se entendió que las cuestiones culturales y lingüísticas debían gozar de plena libertad. Nunca se pensó que se pudiera ser más o menos navarro por hablar un idioma u otro.
Hoy, sin embargo, hemos de lamentar la amenaza de prácticas políticas totalitarias que mediante cambios legales en los procesos de contratación de funcionarios, en el ordenamiento de la enseñanza, en las subvenciones o en la rotulación oficial ponen al idioma vasco al servicio del sueño euskadiano y lo convierten en instrumento de dominación ideológica y política, de enfrentamiento y segregación entre navarros. Que la Diputación Foral invierta dinero público en el cuidado del euskera, lengua minoritaria, allí donde es un idioma arraigado y se habla con normalidad de forma cotidiana entra dentro de lo razonable. Pero que desde la Administración se fomente el empeño de extenderlo más allá de la llamada “zona vascófona”, con una finalidad política evidente, es una traición a Navarra y también a la propia cultura vasca que dicen defender.