El pasado martes se hizo público un informe de la Organización de las Naciones Unidas en el que se reflejaba que un tercio de los trabajadores que desempeñan su labor profesional dentro de la ONU ha denunciado ser víctima de acoso sexual.
Los datos reflejados en el informe son el resultado de una encuesta realizada entre todos los empleados el pasado mes de noviembre.
Sin embargo, parece que una vez más la ONU pretende hacer valer sus prejuicios ideológicos, pues no queda claro cuál es la definición de acoso sexual, dado que el informe da el mismo valor a bromas sexuales, comentarios sobre actividades sexuales, y acoso sexual propiamente dicho.
Otro dato significativo es que solo dos de cada tres acosadores son hombres, es decir que de la propia encuesta cabe deducir que las mujeres comenten las conductas de acoso en uno de cada tres casos, sin que se puedan ponderar estos datos, al desconocerse la composición de la plantilla en relación al sexo.
¿La ONU emite este informe para confesar su inactividad en materia de acoso sexual, o parar tratar de transmitir a la sociedad las principales tesis de la ideología de género?
A cualquier persona razonable le resulta sorprendente admitir que un 33 % de los empleados de una organización son víctimas de acoso sexual, por lo que sólo cabe hacer dos interpretaciones: o la ONU es un centro de corrupción y sus oficinas y empleados viven en una auténtica Sodoma y Gomorra, o se pretende hacer pasar como acoso sexual, lo que en todo caso es un comentario fuera de tono, o una broma de más gusto.