Por Javier M.C.S

Sí, señor. Es triste pero cierto. Aún no sabemos cuando será el entierro. Españoles, os doy mis condolencias. Para saber si ha muerto o no, primero deberíamos definir qué es España. Esto lo dejaremos para más adelante. Pero, aun así, os invito a reflexionar sobre una cuestión: ¿Qué hay hoy en día en nuestro país que valga la pena defender? Me refiero a cosas que todos los españoles tengamos en común.

¿Dios? Lo han matado, lo han cerrado con llave dentro de una oscura habitación.

¿La Patria? Nos hemos comido las mentiras del nacionalismo y del constitucionalismo. Los parásitos que han carcomido al árbol de las Españas. Ser patriota es amar tu patria, es decir, tu tierra, tu gente, tu cultura, tus tradiciones. Este patriotismo ha desaparecido y se ha instaurado el nacionalismo hortera de la bandera, de las palabras brillantes y de las mentiras. Y me refiero a los nacionalismos del “estás en España, habla español” y del de las invasiones de “maketos” y de “xarnegos” a las tierras sagradas de raza pura.

¿Los Fueros? Nos robaron nuestras leyes y nuestras instituciones, que nos protegían del poder. Ya hace muchos siglos de esto, pero mirad el resultado: estamos desarmados delante de un enemigo poderoso, un enemigo que no conocemos y que no sabemos dónde está. No nos dejemos engañar. ¿Dónde está la democracia? ¿Cómo podemos protegernos de un gobierno que ni siquiera es autónomo, sino que es esclavo de personas y organismos mucho más altos y ajenos al pueblo que dicen representar?

¿El Rey? Ya nos gustaría a muchos poder luchar por un rey que amase a su pueblo, que fuera como un padre que tiene el sagrado deber de proteger a sus hijos de intereses perversos y que atiende sus peticiones. Ahora por ahora nos gobiernan lacayos que sirven a sus deseos más viles: el poder, el dinero o el ser los perros falderos de nuestros enemigos.

Como podemos observar a diario, la Hispanidad está dormida. Quiero pensar que no ha muerto, sino que algún día despertará de su letargo y se sacudirá el yugo que la oprime. Porque no somos un pueblo de bueyes. Nuestras almas de águilas, leones y toros se levantarán y dirán basta.

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