Por Vladimir Dimitrijević

Esto es lo que publicaron los periódicos hace diez años:

“Brittany es una morena natural con ojos azules y piel blanca suave, le encanta el lápiz labial color melocotón y usa solo un poco de maquillaje. Viste de forma clásica, se sabe de memoria la historia bizantina, cocina bien y es una amante increíble. Ella cumplirá las fantasías más salvajes de un hombre, no acosa, no hace escenas y en teoría le es imposible engañar a un hombre. ¡Todos los hombres estarían de acuerdo en que $ 6,800 por una mujer con tales cualidades es un buen negocio! “

Los fabricantes estadounidenses de Android RealDoll , que se enorgullecen de fabricar muñecas anatómicamente perfectas desde 1996, se sorprendieron bastante con la noticia de que en la ciudad alemana de Neumark, cerca de Nurnberg, un fabricante ha comenzado a producir androides con piel suave y cálida al tacto, y con pies fríos. Y los entendidos saben que estas son las características de una mujer real.

“Su piel es sintética, pero no muy diferente a la piel humana. Tiene sensores incorporados y si se programa para un hombre, no aceptará a nadie más en su cama, de lo contrario los sensores se apagarán. Esta “criatura” puede caminar, hacer té, recitar a Goethe … “

El comprador (el futuro “esposo”) puede elegir todo: desde el color de ojos, cabello y piel, pasando por la altura, el tamaño de los senos, el tamaño de las caderas y los labios, hasta el conocimiento que se depositará en su cabeza. Además, esta “mujer” es infinitamente paciente, no odia a su suegra, no le importa que su marido beba con sus amigos los sábados por la noche, mira juegos, deja cosas por todos lados, pone los pies sobre la mesa, o memorizar …

“Estos androides son nada menos que los heraldos del nuevo orden mundial”, dice David Levy, autor de Love + Sex With Robots: The Evolution of Human-Robot Relations . “¡La evolución de la especie humana implica que en el futuro, los humanos harán el amor con los robots! Ocurrirá en menos de 40 años. Los robots se volverán muy atractivos para los humanos como socios debido a sus ventajas y posibilidades. “

El ético judío Barak Lurie ya ha expresado su más sincera aprensión: “Pronto tú y yo tendremos conocidos, principalmente hombres, que vivirán con robots sexuales. Dado que estos robots se verán lo más reales posibles, estas personas tendrán “relaciones” con sexbots, que pueden ser tan hermosos como quieran, sexualmente atractivos como quieran y tan obedientes como se les pida. La pornografía en Internet ha cobrado su precio antes, ya que los teléfonos inteligentes han llevado a los hombres a dejar de intentar atraer a las mujeres. ¿Qué nos espera cuando tengamos sexbots que se puedan comprar fácilmente? Lurie no es optimista sobre el futuro de la humanidad: “Los robots sexuales serán peores que la pornografía porque crearán una ilusión de relación, una ilusión de contacto físico, piel con piel, que es muy importante para los hombres. Tendrán la ilusión de que no se trata solo de complacencia y que no son meros perdedores. “

Los sexbots no pueden ser abusados ​​o acosados ​​sexualmente, y los hombres renunciarán a las mujeres que siguen preguntando y acosando todo el tiempo.

James Young es presentador de noticias de la BBC. Está muy interesado porque, gracias a la robótica, pudo reemplazar partes del cuerpo que había perdido en un accidente de tren. Sin embargo, en su documental “¿El futuro del sexo? Los robots sexuales y nosotros ” , señala que este tipo de robótica puede ser el lado oscuro de la IA. Llegaremos a un punto peligroso cuando una relación con un robot sea como una relación con una mujer.

Noel Sharkey, informático y profesor emérito de robótica e IA en la Universidad de Sheffield, cofundador y codirector de la Foundation for Responsible Robotics, destacó que la producción de sexbots tendrá graves consecuencias: “También crea una actitud fácil con el sexo porque los robots siempre están disponibles. Si bien amo la inteligencia artificial, lucho por asegurarme de que tratamos de mantener una cultura humana, de mantener lo que es significativo para nosotros. Hacemos todo esto con máquinas porque podemos, y no pensamos lo suficiente en el impacto social, cómo podría cambiar completamente a la humanidad, quitarle todo el significado a nuestras vidas y convertirnos en zombis. Estos pensamientos me despiertan por la noche ”, dice.

Aunque los japoneses allanaron el camino para la fabricación de muñecas sexuales, una empresa española fue más allá. Los muñecos ahora están equipados con inteligencia artificial, pueden hablar y, gracias a sensores, pueden reaccionar a diferentes estímulos en las “zonas erógenas”, recopilan datos sobre las relaciones sexuales y adaptan su comportamiento a su “pareja”. Cuestan alrededor de $ 20,000. Por la calidad de su piel, su rostro y su voz humana, se les llama muñecos “hiperrealistas”.

Los burdeles de Barcelona siguen la tendencia: los clientes pueden elegir entre mujeres reales o robots.

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Cuando Young visitó una fábrica de robots sexuales en Japón y vio modelos que parecían niñas prepúberes, se le llenaron de lágrimas los ojos: fue testigo del horror del futuro al que nos dirigimos.

Hay quienes luchan contra ese futuro, como el congresista republicano estadounidense Dan Donovan, que aboga por la prohibición de los robots sexuales niños: “Una vez que un abusador se cansa de practicar con una muñeca, ha dado un pequeño paso para pasar a un niño real. Y esto no es solo especulación. Los psicólogos e investigadores creen que estas muñecas refuerzan, normalizan y fomentan el comportamiento pedófilo, lo que potencialmente pone en riesgo a más niños. “

Los defensores de la “libertad” ya han hecho oír su voz, afirmando que el sexo con robots jóvenes ayudará a reducir el abuso infantil. El profesor Sharkey dice que esto no es cierto, ya que esta práctica tendrá un impacto pernicioso en nuestra sociedad y normalizará los ataques a los niños . Será posible realizar una réplica robótica a partir de la fotografía de un niño. El profesor Sharkey cree que se deben aprobar leyes internacionales para evitar que esto suceda.

Este artículo se publicó originalmente en francés, para ver la publicación original pulsa aquí.

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