Escribe el filósofo Ortega y Gasset en un texto llamado “Para los niños españoles”, lo siguiente:

No hagáis nunca caso de lo que la gente opina. La gente es toda una muchedumbre que os rodea -en vuestra casa, en la escuela, en la Universidad, en la tertulia de amigos, en el Parlamento, (…) en los periódicos.

Fijaos y advertiréis que esa gente no sabe nunca por qué dice lo que dice, no prueba sus opiniones, juzga por pasión, no por razón.

Hace unos días tuve una conversación con un veganista al que le pregunté ¿porqué decís que los animales tienen derechos si necesariamente tienen que ser sujetos de responsabilidades, es decir, tienen que asumir ciertos deberes?

La respuesta no fue muy convincente pues sencillamente me dijo que nuestra especie humana siempre se ha creído superior y por lo tanto, que había que abandonar ese viejo paradigma antropocentrista.

Pero de ese modo únicamente evadió la respuesta e hizo lo que en lógica se llama hombre de paja, es decir, que no respondió mi pregunta si no que argumentó en contra de una cosa diferente de lo que le estaba preguntando.

Y es que, hay muchos militantes de causas sociales, filosóficas o políticas, por ejemplo, el feminismo, el vegetarianismo e incluso, el ateísmo, que lo hacen por una suerte de moda, otros lo hacen movidos por el resentimiento y otros porque de ese modo se sienten parte de una comunidad.

Pero cuando uno les pide razones de lo que creen, sencillamente no pueden articular racionalmente sus ideas.

Ahora bien, para que seamos justos, hemos de decir también, que muchos que dicen ser católicos, tampoco se toman el tiempo de cultivar las razones por las cuales profesan su fe. Sencillamente también suelen recurrir al sentimiento para justificarse pero no se preocupan por bajar hasta las profundidades de lo que creen y de ese modo, como dice el Apóstol Pedro: “(…) santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, y estad siempre prontos a dar respuesta a todo el que os pidiere razón de la esperanza en que vivís” (1 Pe 3, 15).

Yo admiro, particularmente, a los ateos que se han tomado el tiempo para cultivar sus ideas, a esos que no son ateos porque odian a la Iglesia, no son lo que son por resentimiento o por moda. Encuentro provechoso un diálogo con ellos a pesar de que no haya porqué compartir su sistema filosófico.

Si hay algo que todo ser humano debería de cultivar es el pensamiento crítico. Pero muchos no lo hacen porque implica mucho trabajo, tiempo, recursos y esfuerzos.

Todo eso es incompatible con la cultura del consumo masificado, es incompatible con Netflix porque significa que hay que dejar de ser común, significa apartarse por un momento para reflexionar sobre las propias convicciones y ciertamente, son sacrificios que no todos están dispuestos a realizar porque no son agradables…

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Como dijera el filósofo Bertrand Russell en un escrito titulado ¿Nos da miedo pensar? Lo siguiente:

El pensamiento es subversivo y revolucionario, destructivo y terrible. El pensamiento es despiadado con los privilegios, las instituciones establecidas y las costumbres cómodas; el pensamiento es anárquico y fuera de la ley, indiferente a la autoridad, descuidado con la sabiduría del pasado.

Así pues, no está de más hacer como los sabios: alejarse un tiempo para aprender a reflexionar sobre lo que es verdaderamente importante y luego regresar convencidos o disuadidos de lo que decímos creer.

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