“Nos separan de nuestros padres por cosas que no están haciendo, pero luego ustedes no están haciendo las cosas que se supone que deben hacer. ¿Quién nos va a quitar de ti?”

Un sistema sobrecargado

Estas palabras provinieron de uno de los más de 437.000 niños en el sistema de Foster Care en los Estados Unidos, en este caso, un estudiante de décimo grado en Michigan . NBC News lo citó en una historia reciente. Si bien los casos son anecdóticos, la historia revela problemas importantes dentro del sistema.

El artículo de NBC consiste principalmente en las experiencias de cuatro jóvenes que pasaron la mayor parte de sus vidas en una burocracia que estaba demasiado ocupada para velar por sus intereses. En cada caso, las escuelas estatales a las que el sistema enviaba a estos niños y adolescentes no solo no los educaban sino que ni siquiera les daban créditos que pudieran transferir cuando quisieran continuar su educación.

De hecho, el Estado a menudo les dice a los padres cómo criar a sus hijos sin cuidar adecuadamente a muchos de los que ya están bajo su custodia.

¿Quiénes son estos niños?

La Facultad de Derecho de Cornell afirma que el término “hijo adoptivo” se refiere a “un niño menor que ha sido puesto bajo la  custodia del estado  y colocado con un adulto con licencia estatal, que cuida al niño en lugar de su padre o tutor”. La preferencia es que el “adulto con licencia estatal” sea el jefe de un hogar convencional, que pueda criar al niño temporalmente hasta que se encuentre una familia adoptiva permanente.

Tal situación puede funcionar para niños muy pequeños. Sin embargo, la adopción es altamente improbable en los casos de aquellos que el Estado asume su cuidado como adolescentes. Estos desafortunados van a “hogares grupales” o instituciones más grandes.

Un problema viejo y espinoso

El problema de criar niños cuyos padres no pueden hacerlo, ya sea por muerte, discapacidad o simple incumplimiento del deber de los padres, es tan antiguo como la sociedad humana. En los países cristianos hasta el comienzo de la era industrial, los padrinos criaban a esos niños. Por lo general, los padrinos eran familiares o amigos de los padres biológicos del niño. Su capacidad para criar al niño si fuera necesario fue uno de los elementos que determinaron su selección para este importante papel.

Si los padrinos no pudieran cumplir con este deber, otro miembro de la familia asumiría la tarea. En los casos en que los niños no tuvieran un familiar capaz de criarlos, serían colocados en un orfanato administrado por la Iglesia.

Se produjo una progresión natural en la que el primer recurso fue a los seleccionados por los padres del niño, luego a otros miembros de la familia. Finalmente, en los apuros más desesperados, se recurría a una institución.

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“Soy del Gobierno y estoy aquí para ayudar”

Esa solución se deshizo cuando el Estado comenzó a usurpar las funciones apropiadas de la Iglesia. En Europa, el primer paso se dio cuando el rey Enrique VIII suprimió los monasterios católicos, algunos de los cuales funcionaban como orfanatos, como parte de su revolución contra la Iglesia. Aunque no tan dramáticas, situaciones comparables ocurrieron en la mayoría de los países que adoptaron el protestantismo. Aproximadamente 250 años después de la muerte de Enrique, la Revolución Francesa afectó a los orfanatos de la misma manera que el derrocamiento de los Estados Pontificios italianos en 1870.

Estos procesos sumieron a los huérfanos en la desesperación. Muchos murieron, otros se convirtieron en esclavos virtuales y demasiados se convirtieron en “niños de la calle”, teniendo que mantenerse en los nuevos centros urbanos industriales.

Finalmente, a partir de 1840, la Iglesia y otras organizaciones caritativas reabrieron orfanatos en muchas ciudades. Sin embargo, la necesidad siempre superó los recursos. En última instancia, el Estado intervino para tratar el problema.

Las burocracias no pueden criar niños

Los resultados no han sido buenos. El Estado más laico a menudo sirve a los huérfanos como una burocracia, no como un padre.

Algunas situaciones familiares son tan malas que el Estado tiene que intervenir para proteger el bienestar físico de los niños. A menudo, los padres que usan drogas “recreativas” descuidan a sus hijos. Algunos padres descargan sus frustraciones abusando física y emocionalmente de sus hijos. Durante su carrera docente, este autor recuerda que un estudiante se le acercó y le preguntó: “¿Tengo que testificar en la corte contra mis padres?” Los padres estaban siendo juzgados, y condenados, por matar de hambre a otro de sus hijos.

Esta cultura confusa tiene demasiadas historias de este tipo.

“Justicia Social” y Cuidado de Crianza Temporal

El poder del Estado para intervenir en casos de abuso ahora se está ampliando para incluir casos para promover la “justicia social”. Los adolescentes tentados a adoptar un estilo de vida homosexual o “trans” a pesar de la desaprobación de sus padres pueden recibir “alivio” del Estado. Los padres que se resisten a las cirugías de “afirmación de género” pueden perder a sus hijos de forma permanente.

En 2020, National Review citó un artículo del Journal of Medical Ethics que describe estas políticas:

“En última instancia, permitir que los menores transgénero den su consentimiento para el tratamiento de afirmación de género, es decir, anular el consentimiento de los padres, debe buscarse solo cuando todas las demás vías para tratar de traer a los cuidadores han fallado o si acercarse a ellos representa un riesgo claro y presente para el bienestar del menor”.

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En otras palabras, el Estado puede obligar a los padres (“cuidadores”) a cumplir.

Estos adolescentes, llevados por el Estado por “descuido” de sus padres, terminan en el sistema de acogimiento familiar. El mismo sistema ni siquiera puede garantizar que todos los niños que ya están bajo su cuidado puedan recibir una educación básica.

Sin embargo, a los revolucionarios de izquierda a menudo no les importa si sus pseudosoluciones realmente funcionan. Engañan al público al afirmar que sus motivaciones mejorarán la vida del niño. Sin embargo, su objetivo primordial es destruir los restos de la moralidad cristiana, especialmente la moralidad sexual en la sociedad. Esta visión retorcida de la sociedad ve esta moralidad como el principal mal. para eliminar todos los límites y cualquier apariencia de orden. Trágicamente, los niños se convierten en peones en su interminable búsqueda para eliminar todos los límites y cualquier apariencia de orden.

Este artículo se publicó originalmente en https://www.tfp.org/

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