Muchos mensajes han circulado estos días calificando a la fallecida reina Isabel II de “masona”. Pero, ¿qué hay de cierto en esta acusación? ¿Realidad o pura calumnia? ¿Cuáles son las verdaderas relaciones de la familia real británica con la masonería?
La primera noticia que se tiene del origen de la masonería en el Reino Unido data del 24 de junio de 1717, cuando fue creada en Londres la primera Gran Logia , en el patio de la catedral de San Pablo. Se trata, por tanto, de una institución tricentenaria, con estrechos vínculos con la historia británica.
La masonería cuenta con unos cinco millones de miembros en el mundo, de los que unos 200.000 son en el Reino Unido miembros de la Gran Logia Unida de Inglaterra.
Desde hace mucho tiempo se conoce y se ha hablado de la relación de la familia real inglesa con la masonería, aunque sólo una parte es conocida, como corresponde a la proverbial discreción de una organización secreta.
En el pasado, hasta cinco monarcas británicos han sido miembros de alguna logia masónica. Incontables los miembros de la aristocracia, la política o la alta burguesía.
Jorge IV fue el primer rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda que se inició como francmasón.
Su sucesor, Guillermo IV, se incorporó a la masonería el 9 de marzo de 1786 en la Logia Prince George No. 86 de Plymouth, y fue después Gran Maestre de la Logia Prince of Wales desde 1827 hasta 1830, en que cesó al acceder al Trono.
Eduardo VII fue Gran Maestre de la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE) entre 1874 y 1901. Su ceremonia de iniciación en la Logia del Gran Maestre de Suecia fue presidida en el Palacio Real de Estocolmo por Carlos XV, rey de Suecia y Noruega. Después alcanzaría las más altas dignidades dentro de la Orden.
Eduardo VIII fue también conspicuo y público masón.
El padre de la reina Isabel II, Jorge VI, fue Gran Maestre de la Gran Logia entre 1936 y 1937. Se había iniciado el 2 de diciembre de 1919 en la Logia Naval, No. 2612, tras prestar servicio en la Primera Guerra Mundial.
Los reyes reinantes deben abandonar sus cargos oficiales en la masonería, aunque no es claro si siempre lo hicieron. En el caso de Jorge VI, cesó como Gran Maestre, pero aceptó encantado el cargo de Past Grand Master que se creó expresamente para él: “Hoy he alcanzado la cima de mi vida masónica”, declaró al aceptarlo.
Se dice, por el contrario, que la madre de Isabel II fue una fervorosa antimasona, que trató de disuadir a los miembros de su familia que ingresaran en la institución.
El marido de Isabel II, Felipe de Edimburgo se inició igualmente en la francmasonería en la Navy Lodge nº 2612, a la que perteneció durante sus últimos cincuenta años hasta su fallecimiento, si bien nunca pareció sentir una gran pasión por la Orden y su actividad masónica se limitó a poco más que pagar las cuotas.
En la actualidad solo de tres miembros de la familia real británica se sabe públicamente que pertenecen a la francmasonería.
El duque de Kent, el príncipe Eduardo, sobrino de Isabel II y primo del nuevo Carlos III, es el décimo Gran Maestre -y el de mayor duración en el cargo- de la Gran Logia Unida de Inglaterra (UGLE), que gobierna la francmasonería de Inglaterra y Gales. Se inició en la Orden en la Logia Royal Alpha nº 16 el 16 de diciembre de 1963. En 2013 celebró su cincuenta aniversario de pertenencia a la Fraternidad, y en el 2017 sus cincuenta años como Gran Maestre de la UGLE.
El hermano del duque, el príncipe Miguel de Kent, es también francmasón desde 1974 y es Gran Maestre de la Gran Logia de Mark Master Masons, y Gran Maestre Provincial de la Gran Logia Provincial de Middlesex.
El príncipe Harry recibió el ducado de Sussex en recuerdo del primer Gran Maestre de la UGLE, para suceder al actual Gran Maestre, el duque de Kent, cuando cumpla 80 años. El “Meghxit” -espantada tras su matrimonio con Meghan Markle- truncó los planes, por lo que ahí sigue el duque de Kent en su puesto.
Se ha querido presentar al príncipe Harry como masón, y para ello circula por internet una foto fake, que conviene denunciar. Se trata de un montaje en el que el rostro del hijo del nuevo Carlos III se sobrepone a una fotografía del duque de Kent, como puede verse claramente cuando se ponen juntas ambas fotos. Es lamentable querer combatir al mal con la mentira o la calumnia.
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En abril de 2012 el Evening Standard informó de la apertura de una Logia masónica -llamada The Royal Household Lodge- en el palacio de Buckingham, para albergar a los servidores de Palacio y de la policía que trabaja para la protección de la familia real. La iniciativa no gustó a Isabel II, que no se ha adherido nunca a la masonería (la UGLE no admite, por otra parte, mujeres en su fraternidad). Un portavoz de la reina declaró que el Palacio de Buckingham no avalaba la constitución de dicha logia, que no había dado su permiso para la misma, y que, si se solicitaba, sería denegado.
La iniciativa había causado malestar entre el servicio real, temeroso de los ritos iniciáticos, secretismos y códigos de comportamiento característicos de la masonería, incluidos los favores mutuos y promociones entre los miembros de la fraternidad.
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A la vista de ello, la nueva logia tiene su sede fuera de palacio, pero está abierta a los servidores de la familia real, tanto en Buckingham Palace como en las otras residencias reales.
Cualquier católico sabe o debería saber, la incompatibilidad entre catolicismo y masonería, proclamada desde hace muchas décadas por los Papas, en una doctrina que no ha cambiado.
Dicho eso, no puede afirmarse con rigor que Isabel II -mujer, al parecer, de profunda religiosidad cristiana- fuera masona, si bien es evidente que hay una íntima conexión entre la monarquía británica y la francmasonería. Unos vasos comunicantes que fueron trasladados a los Estados Unidos, en los que la práctica totalidad de los padres fundadores pertenecieron a la misma. Recomiendo al efecto visitar en Londres y Filadelfia los respectivos museos de la masonería -muy curiosos, por otra parte- , en los que abiertamente se muestra a los miembros más distinguidos de la fraternidad.
También conviene señalar que la UCLE, de fuerte carácter ritual, simbólico, filantrópico y de ideas liberales en lo político y pluralista en lo religioso, no es el Gran Oriente Francés, la otra gran rama de la masonería. Es esta última, abiertamente anticristiana y volteriana, la que inspira a nuestros actuales gobernantes, Sánchez incluido, cuyas ideas comparten, independientemente de que pertenezcan o no a tan deleznable institución (cosa que consideramos más que probable).
Lo que si conviene saber también, es que la masonería inglesa sirve y ha servido sobre todo siempre a los intereses de Inglaterra -probablemente por eso ha gozado siempre del favor de sus monarcas-, obrando como quintacolumnistas al servicio del predominio anglosajón allí donde están presentes. Y eso a nosotros, como españoles, es lo que nos conviene tener siempre presente.
Nota importante: he escrito este artículo con información procedente de Internet, procurando utilizar fuentes solventes inglesas -incluidas fuentes masónicas- y cruzando la información de distintas procedencias. No puedo garantizar que toda esta información sea exacta, porque no puedo verificar la fuente de las fuentes, tan difíciles de contrastar tratándose de una institución secreta u ocultista como es la masonería. Las fotos son genuinas y bien conocidas, salvo la ya mencionada fake de Harry, subida a la web de Pinterest por Joel G. de Oliveira.
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