Al Maestro Rubén Darío

"Nadie esta lira suene si no es el mismo Apolo,
nadie esta flauta suene si no es el mismo Pan" (Antonio Machado)

No contento de edenes,  la Arcadia conquistaste, 
Y del proteico verso la música inefable,
coral y solitaria, sonora, incomparable.

Acaso en la cimera montaña a que llegaste,
te detuviste, absorto, a contemplar ufano
la nueva  primavera del verso castellano,

al que tú, auriga insigne, que el ritmo domeñaste,
salvaste de un abismo de solemnes tunantes, 
invocando a  Quevedo, a Góngora y Cervantes.

De cuádruple flamante divisa memorable:
de Nicaragua el hijo, de América radiante
el sol que torna a España, tras ser de Francia amante.

De góndolas y cisnes el solitario dueño,
de Golconda y de China, peregrino encantado,
de Grecia milenaria, Heráclito impensado;

alquimista en nocturnos de mágico beleño,̀ 
en romances de ensueño, de clavel y de nube,
en dáctilos de bronce y en salmos de querube.

Con Verlaine el ambiguo y con Hugo el tonante,
con Whitman populoso y con Gautier el esteta;
del Parnaso, el heraldo,  del Elíseo,  el poeta…

Redivivo Quijote, que con lanza en la pluma,
viril arremetiste contra endriagos nefandos
que ciegos agostaron, en tiempos de Fernandos, 

los jardines de Hispania plenos de sal y espuma,
de gracia y de donaire de abriles y de nardos,
a cuya busca fuiste cual  lírico cruzado.

Oh Darío, que eres de Hispania signo y suma;
de América el prodigio, de Paris el destello;
de Castilla el guardián del tesoro más bello:

la lengua que vibrando dejara Garcilaso
la epístola rotunda del recio sevillano
la espada de Quevedo, de Calderón el raso

de Góngora la gema, de Lope los aplausos,
y del Manco glorioso la mano que cimera
trazará para el orbe su colosal quimera.

Darío de mi España, Darío de mi América:
tantos millones de hombres ya hablamos el inglés,
hemos callado un siglo para llorar después.


Nos predican Babeles desde Esfinges feroces,
Medusas implacables petrifican las almas
y huestes infernales  han puesto al mundo en llamas…

Mas vuelven al combate los bravos caballeros,
y hay Rodrigos y Nuños y hay Alfonsos y Jaimes,
y ya un grito se extiende de Hispania por entero:

"La noche anuncia el día ¡La aurora, la aurora
 es inmortal! ¡Oh tierras de sol y de armonía:
aún guarda la Esperanza la caja de Pandora!"


Edgar Rolón

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