Todos los años y por todas partes escuchamos o vemos las distintas manifestaciones del sentimiento anticatólico, por una parte, y antihispano, por el otro. Es que no puede ser de otra manera: para ser perfectamente antihispano se debe ser anticatólico. Estas dos fobias, sin embargo, se pueden convertir en filias. En lugar de la Fe Católica podemos tener fe en la Pachamama o en cualquier otro ídolo indigenista. En lugar de conmemorar la gesta del Imperio español que integró a medio mundo por más de tres siglos, en auténtica mezcla de culturas que derivó en un verdadero Mundo Nuevo, podemos tender el paso hacia la izquierda progresista biempensante que ‘reivindica’ las tierras de indígenas que de indígenas originarios solamente les queda el nombre.   

Y como no puede ser de otra manera, los presidentes hispanoamericanos, esos sujetos que se ganan la vida con la venta de discursos, han entendido lo rentable de repetir año tras año el mismo relato de opresores y oprimidos. Otros más ocurrentes hablan de genocidios: nunca nos cuentan cómo es que apenas unos miles de españoles pudieron matar a millones de indígenas. A mi se me ocurre pensar que los habitantes de estas tierras no tenían manos y, por lo tanto, no se podían defender. Solamente así es que puedo creer que tan pocos conquistadores hayan matado tanta gente en tan poco tiempo. En este punto, ningún historiador serio (por muy antihispano, que los hay) puede respaldar semejantes cuentos de hadas.

Como bien diría Marcelo Gullo: la leyenda negra antiespañola es la primera noticia falsa de la historia moderna inventada por el marketing político británico. Y de esta han abrevado muchos intelectuales, periodistas y hasta académicos anglófilos tanto en España como en Hispanoamérica, y de ahí se ha construido una verdadera propaganda que hoy los mismos hispanos han creído como verdadera. Lo bueno de todo es que son muchos los que ya han comenzado a abrir sus ojos a la realidad. Son muchos los que están escapando de aquella caverna donde solo miraban sombras: un continente supuestamente sometido por una banda de rapaces conquistadores. Hoy sabemos que eso y todo lo demás que se ha dicho en contra de la enorme empresa civilizatoria y espiritual de la conquista española, es mentira. El trabajo desmitificador que nos toca conquistar apenas comienza, pero ya da sus buenos frutos en los campos de Hispanoamérica y España. Que Nuestra Señora del Pilar, patrona de la Hispanidad, interceda por nosotros.

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