Hace unos días terminé de leerme el libro que referencio en el título de este artículo. Era una obra de la que no conocía prácticamente nada, pues no la leí en mi niñez. Sin embargo, ahora me he acercado a ella gracias a los medios de comunicación. Éstos afirmaron que la peligrosa ultraderechista, Giorgia Meloni, había conformado su círculo intelectual a partir de las obras de Tolkien y de Michael Ende; así que pensé que no había mejor momento para entender la literatura del segundo, pues al primero ya lo conocía.

La obra más conocida del alemán Michael Ende, La Historia Interminable, trata sobre un niño, Bastian Baltasar Bux, que vive siempre alejado de la realidad. A él no le gustan las clases, ni sus compañeros, pero de camino a la escuela se lleva un libro que se titula: La Historia Interminable; y que le trasladará al mundo de Fantasía.

Encerrado en un desván del colegio, Bastian leerá el libro, mientras se salta sus clases. A través de la obra: conocerá a Atreyu, un joven de piel verde y cabellos negroazulados, al que le encomiendan la misión de salvar a Fantasía de la Nada, y con ello a la Emperatriz Infantil; vivirá numerosas aventuras con seres fantásticos, creados e imaginados por Michael Ende; y se verá dentro de un mundo en el que todo es nuevo para él.

No desvelaré más de este libro por si alguien no lo ha leído. Lo que sí debo señalar es que la obra está calificada como obra juvenil, aunque tiene numerosas referencias. Entre ellas, la dificultad que tiene el mundo adulto para imaginar, ya que éste ha perdido su capacidad de soñar; pero también, el peligro que conlleva el vivir apegado a la fantasía o el tratar de volverle la espalda a la realidad.

Michael Ende utiliza distintas simbologías, alusiones literarias y características que en ningún caso son producto del azar. Bien es cierto que un niño podría entender el libro, pero solo un adulto, a través del niño que fue, podrá darle un sentido total a la novela. 

Únicamente, alguien con valores firmes puede entender la Historia Interminable que es, sin duda, una amenaza contra el relativismo tan presente en nuestra sociedad. Quizás, por ello sea Giorgia Meloni un peligro para las élites. 

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