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Análisis

La degradación y banalización del feminismo en España

Conviene empezar por recordar brevemente la historia del feminismo en España y sus más destacados agentes fundadores.

La investigación feminista en occidente, se inició en Europa y Estados Unidos desde mediados de los años sesenta del siglo XX. Sin embargo, sus antecedentes se remontan por lo menos, a la antigüedad griega, en donde podemos encontrar el pensamiento hegemónico masculino en las grandes figuras de Sócrates, Aristóteles y Galeno quienes discurrían acerca del papel cuasi irrelevante de las mujeres en la sociedad, requeridas para la procreación y la atención de los hogares en calidad de “ama de llaves”. Tres claras excepciones a la norma fueron las vidas y contribuciones de Aspacia de Mileto, Safo e Hipatia de Alejandría, quienes, rompiendo los esquemas establecidos, sin leyes feministas que las protegieran, desarrollaron importantes aportes filosóficos, matemáticos, científicos y poéticos, por lo cual fueron admiradas y reconocidas en su medio social.

Entre el siglo V y el XV se produjo la etapa más oscura para las mujeres, oscuridad que se achaca –como suele suceder por parte de estos grupos− a la hegemonía absoluta de la Iglesia Católica que llegó a discutir si las mujeres estaban en el mismo nivel cognitivo y espiritual que los hombres, sin percatarse de que quizá esa deficiencia que le achacaban tuviera su origen en la marginación que la mujer sufría en cuanto a recibir enseñanzas de cualquier tipo. Quizá esta desconsideración favoreció que, durante esos diez siglos, el hombre abusara del derecho de pernada, del cinturón de castidad y de la quema de brujas (pero de ningún brujo). El Renacimiento marcó el paso del periodo medieval, en el que Cristo era el centro, al mundo moderno dejando de lado el espíritu escolástico medieval y las preocupaciones religiosas. Se vuelve después al clasicismo greco-romano en las artes, las letras y la filosofía, donde el hombre (solo el varón) ocupa la posición central, a diferencia del Medievo cuyo eje era Dios. Fue un periodo de gloria y esplendor en las bellas artes, la técnica y la cultura; destacaron figuras como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Sandro Boticelli, entre otras grandes figuras del arte. Para las mujeres, sin embargo, el panorama no fue el mismo y la situación en que vivían dependía de la clase social a la que pertenecían. Así, en las clases bajas, eran panaderas, verduleras, lavanderas y ejercían toda clase de humildes oficios, en tanto que las de clase alta estaban obligadas a verse atractivas para los hombres, pero segregadas del mundo masculino.

A mediados del siglo XVIII, Europa vuelve a ser el centro de atracción para el desarrollo de un movimiento cultural e intelectual denominado la Ilustración, que se mantuvo hasta los primeros años del siglo XIX, en donde los principales países protagonistas fueron Francia, Inglaterra y Alemania. En general, el pensamiento de la Ilustración abogaba por construir una sociedad en la que el conocimiento fuera el eje sobre el que girara la humanidad, con el fin de superar la ignorancia, el analfabetismo que alcanzaba a las tres cuartas partes de la población y los problemas sociales. En este periodo brillaron figuras como Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Diderot y muchos filósofos e intelectuales que con su pensamiento refrescaron el pensamiento anterior, creando los cimientos de la modernidad. ¿Qué pasó con las mujeres durante el periodo ilustrado? Un gran número de ellas engrosaron las filas de la clase trabajadora y participaron en revueltas sociales con la finalidad de mejorar su situación económica mediante progresos salariales para sus esposos. En el caso de las mujeres de la aristocracia, algunas de ellas participaron en la Ilustración como anfitrionas de reuniones con filósofos, escritores, científicos y políticos.

En España el clérigo Benito Jerónimo Feijoo, fue autor de la obra Defensa de mujeres (1726), por lo que es considerado un pionero en el reconocimiento de los derechos que reivindican las antiguas feministas. Dos años después, 1728, el duque de Wharton funda la primera logia en Madrid con seis ingleses que se acogieron al patrocinio del duque y fue conocida con el nombre de «La Matritense. Fue la primera logia reconocida en el continente europeo por la Gran Logia de Londres y Westminster con el número 50. Las ideas que transmitieron y las que ya desarrollaban las Sociedades Económicas de Amigos del País facilitaron la entrada de mujeres en ellas con el apoyo de Jovellanos y López de Ayala, aun cuando con la oposición de Cabarrús. Josefa Amar y Borbón[1] en la Real Sociedad Aragonesa de los Amigos del País, defendió la equidad de las mujeres ante el hombre. Una de sus obras disponibles, es el Discurso en defensa del talento de las mujeres, en 1787. Los discursos de la lectura femenina revela la tensión causada por la transformación social que suponía la transferencia del poder durante la transición del Antiguo Régimen a la sociedad moderna. La intervención pública de la mujer en la vida social, aparece instituida en la Económica Matritense con la creación de la Junta de Damas de Honor y Mérito, permitió que pudieran figurar como socios, casi desde los primeros días, algunas damas ilustradas[2] como  Doña María Luisa de Guzmán y Lacerda, la Condesa de Benavente, la Duquesa de Alba, la Duquesa de Almodóvar, la Condesa de Montijo, la Princesa de Asturias, y otras distinguidas damas, que desempeñaron en las Sociedades Económicas brillantísimo papel. Fueron autoras de Memorias celebradísimas y tomaron sobre sí prontamente la organización y cuidado de las Escuelas y Centros de educación femenina, cuya creación fue uno de los grandes méritos de la Matritense. La Junta de Damas, entre otros acuerdos, mantuvo la necesidad de no utilizar otras sedas y adornos en los vestidos que aquellos «que se fabricasen en el Reino», para favorecer la industria nacional. Reunieron importantes bibliotecas, como la de la duquesa de Osuna, quien solicitaba novedades literarias de París e Italia e intercambiaba libros y opiniones con literatos como Moratín; la marquesa de Guadalcázar y Mejorada a quien se requisaron en 1787 en la aduana 129 libros, o la duquesa de Liria, que reunió un total de 327 títulos y 1217 volúmenes en latín, francés e inglés, incluyendo obras prohibidas; Mª Antonia del Río y Arnedo, traductora de Mme. Le Prince de Beaumont y de Saint Lambert y madre del bibliófilo Luis Usoz y del Río que formó una biblioteca bien nutrida, en particular de obras didácticas y novelas, y Josefa Amar quien cita en sus escritos numerosas obras eruditas, pedagógicas y morales, textos de gramática castellana, griega y latina y textos médicos que pudo poseer o bien leer en su biblioteca familiar o en la Biblioteca Real y la de San Ildefonso en Zaragoza. Seguían también la prensa periódica, de la que parecen haber sido lectoras más asiduas de lo que da a entender el modesto porcentaje de suscriptoras registradas entre 1781 y 1808 (un 2’5% como media entre las distintas publicaciones).

En este periodo, de 1789 a 1799 aconteció la Revolución Francesa, conflicto político y social en el que se buscaba cambiar el antiguo régimen, logrando tras cruentas batallas discursivas y militares, el fin del absolutismo y el feudalismo. En este movimiento participaron un gran número de mujeres que tenían sus propias demandas de acceso a la educación y la cultura, así como a mejores condiciones de vida, por lo cual, y para defensa de dichas demandas se agruparon en clubes que finalmente no fueron reconocidos excluyendo a las mujeres de toda actividad política. Durante la Revolución Francesa, en octubre de 1798, tres meses después de la Toma de la Bastilla, las mujeres pobres de París marcharon a Versalles con la esperanza de obtener una justicia efectiva; pero quedaron estupefactas al percatarse de que el Estado emanado de este movimiento revolucionario, el cual pregonaba la igualdad universal, las dejaba sin derechos civiles y políticos, aun cuando ellas participaron activamente para que dicha revolución adquiriera la cohesión necesaria. Sin embargo, esas circunstancias que empeoraron la situación de las mujeres, fueron las que propiciaron el despunte del feminismo en el siglo XIX, siendo la Revolución Francesa el escenario en el que se dieron contundentes demandas de igualdad sexual.

Se reunieron los tres Estados (nobleza, clero y pueblo) para redactar las inconformidades que serían presentadas al rey Luis XVI y, para sorpresa de las mujeres, se vieron excluidas, ante lo cual, comenzaron a redactar sus propios “cuadernos de quejas”(Cahiers de doleances) para presentarlas al soberano. Con ello puede apreciarse la manera en que tomaron plena conciencia de ser un colectivo oprimido y que dicha opresión era transversal a los tres estamentos mencionados.  Tomaron conciencia también de haber sido piezas importantes en un movimiento popular armado tan relevante como el de la Revolución Francesa. Las mujeres buscaron ser parte de la vida política: se formaron clubes en los que se plasmó su voluntad de participación pública y, en algunos casos, buscaron defender y ejercer el derecho de integrarse al ejército. Reclamaban también el derecho a la educación y a la ciudadanía, que, a diferencia de los hombres, se les negaba. En este contexto, destaca la escritora francesa Olympe de Gouges (1748-1793), considerada una precursora del moderno feminismo por defender la igualdad entre el hombre y la mujer en todos los aspectos de la vida pública y privada. Entre los puntos medulares de sus demandas estaba el derecho al voto, el acceso al trabajo público, a hablar abiertamente de temas políticos, acceder a la vida política, poseer y controlar propiedades, formar parte del ejército, incluso demandaba la igualdad fiscal, así como el derecho a la educación y a la equidad de poder en el ámbito familiar y eclesiástico. Sus demandas no fueron bien vistas por los jacobinos y después de haber escrito la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadanía, fue enviada a la guillotina en 1793, acusada de sedición y de haberse burlado de Robespierre en la famosa carta titulada Sr. Robespierre, pronóstico de un animal anfibio. Robespierre seguía las directrices filosóficas tanto de Rousseau como de Kant, ya que ambos consideraban que las mujeres, al igual que los niños, estaban excluidas «por naturaleza» del derecho de ciudadanía. Los principales autores varones de la Ilustración, salvo excepciones, relegaron el papel de la mujer en la modernidad.

En 1792, un año antes de haber sido condenada Olympe de Gouges, Mary Wollstonecraft (1759-1797), de nacionalidad inglesa, escribió la Vindicación de los derechos de la Mujer (1792) en donde plantea demandas inusitadas para la época: igualdad de derechos civiles, políticos, laborales y educativos, así como derecho al divorcio como libre decisión de las partes. En esta obra, la autora comienza preguntándose si es la carencia de educación la culpable de la disparidad de los sexos y muestra cómo el lugar que ocupan las mujeres, obedece estrictamente a la decisión de los hombres; ella condena la educación que se daba en aquel tiempo a las mujeres porque las hacía más artificiales y débiles de carácter, haciéndolas más estúpidas y superficiales, preocupadas en exceso por su belleza y sus atractivos físicos, fomentando de esta forma su incapacidad de razonar y sus limitaciones. Los jacobinos cerraron los clubes de mujeres en 1793 llegando a  prohibirles en 1794, participar en cualquier tipo de actividad política. El destino de las líderes del movimiento revolucionario y de los clubes de mujeres fue el exilio o la guillotina, bajo la acusación, que incluso aparecía en la prensa, de “haber transgredido las leyes de la naturaleza abjurando su destino de madres y esposas, queriendo ser hombres de estado.”

En Francia, posteriormente, destacaron también la famosa María Deraismes[3], −una de las masonas más importantes, impulsora principal del movimiento masónico mixto a partir de la creación de las logias «Le Droit Humain».; de hecho, Deraismes fue la cofundadora de la que es considerada la primera logia masónica mixta de París− y Flora Tristán, una de las pensadoras más renombradas del siglo XIX; una de las principales impulsoras de los pensamientos revolucionarios en Francia, aunque su ascendencia era latinoamericana. Es considerada, además, una de las mujeres creadoras del marxismo feminista y una de las más fervientes luchadoras socialistas de su época.

La historia del feminismo, también en España está estrechamente ligada a la de la masonería. Esta institución apareció en la península ibérica en 1728 al amparo del duque de Wharton y, a pesar de la extrema severidad de las persecuciones a las que se vio sometida durante varios períodos, se extendió rápidamente. El reinado de Carlos III, déspota ilustrado, fue el único que permitió la creación del Gran Oriente de España en 1780, pero el absolutista Fernando VII lo declaró ilegal. La masonería española obedencial nace en 1809 del impulso de la logia de San José (en honor del rey José I) con el nombre de Gran Logia Nacional de España (GLNE). Formaron parte de ella la logia Beneficencia de Josefina, la Santa JuliaLos FiladelfosEstrella de NapoleónNapoleón el Grande y La Edad de Oro, todas ellas radicadas en Madrid permaneciendo activas entre 1809 y 1812. La GLNE fue la primera obediencia masónica española, además de una organización legal y sus miembros pudieron reunirse y trabajar en libertad. Fue una masonería de afinidad francesa (vinculada con la administración de José I, quien figuró como Gran Maestre) pero netamente española. Con la invasión de las tropas napoleónicas de 1808 se fundaron logias que en realidad eran un instrumento de la política de Napoleón. En Barcelona hubo seis, una de ellas llevaba el significativo título de “Los Amigos Fieles de Napoleón“, y estaban integradas en su mayoría por franceses pero este tipo de masonería bonapartista desapareció en cuanto las tropas francesas abandonaron el país en 1813.

Al hilo del entusiasmo de las revoluciones de 1848 en Europa, en España apareció un partido que era totalmente inédito, reflejo de la situación europea, pero que estaba perfectamente apoyado en el mundo previo republicano. Se trata del Partido Democrático el cual consideraba que tenía que buscar todas las fórmulas de oposición y desgaste al Estado isabelino. Los demócratas, en cuyo seno existía una doble militancia: una consecuente con el partido Demócrata y otra clandestina formada por sociedades masónicas de tipo carbonario, que, imbuidas de las ideas de Silvio Pellico y de Mazzini, habían ensayado la formación de barricadas, juntas…y siempre habían sido castigados por la represión. Representaban una ruptura con el liberalismo económico del tipo laissez-faire. Los demócratas eran liberales, no en el sentido económico, sino en el politico, implicados en temas como la instrucción pública, la asistencia social… Esto permitió establecer un punto de confluencia con diferentes sectores de la izquierda que facilitó la firma del pacto de Ostende[4], precedente de La Gloriosa (19 de septiembre de 1868) en que parte del ejército, encabezado por el General Prim y Francisco Serrano, protagonizó un pronunciamiento que obligó a Isabel II a exiliarse.

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A  partir  de  la  Revolución  La  Gloriosa  (1868)  surgieron  diferentes  voces  críticas  con  la  situación  y  la condición de la mujer tanto por parte de hombres como por parte de mujeres y se desarrollaron durante buena parte  del  siglo  XIX  y  posteriores.  Estas  voces  fueron  las  que  impulsaron  proyectos  educativos  dedicados  a dignificar  a  la  población  femenina.  Muchos  de  estos  proyectos  fueron  impulsados  desde  sectores  como  la masonería, empeñados  en vincular el protofeminismo  con la masonería del siglo XIX. Figura importante fue Concepción Arenal una  de  las  impulsoras  que  asentó  las  bases  del  feminismo  que  se  desarrollaría  en  España  durante  el  siglo  XX  a partir de la fundación de diferentes proyectos vinculados a la masonería cuya actividad se vio notablemente aumentada, como indica el incremento de las logias y su reorganización. Esta nueva situación política, impulsó que las mujeres –si bien en minoría−, comenzaran a formar parte de la vida pública, aunque muchas de ellas continuaron en el hogar sin instrucción alguna. Sin embargo, fue el fermento que motivó a algunas mujeres a iniciarse en las logias, la mayoría miembros de la burguesía, porque tenían estrechas relaciones o estaban casadas con masones, mientras que unas pocas se iniciaban de manera individual, de manera que entre 1868 y 1900, más de 400 mujeres estuvieran vinculadas a logias en el estado español.

La masonería española que entró en letargo hasta el periodo 1868-1874, despertó al surgir diferentes voces críticas con la situación y la condición de la mujer tanto por parte de hombres como por parte de mujeres, actitudes que se desarrollaron durante buena parte de todo el siglo XIX y posteriores. De modo que se produjeron una serie de reformas liberales como la libertad de culto, de enseñanza y de asociación, que, a su vez, hizo surgir un clima de libertad ciudadana que permitió el desarrollo y la consolidación de logias masónicas que reunían tanto a republicanos como a espiritistas o incluso a anarquistas. En sus inicios, las logias eran exclusivamente masculinas, pero algunos de sus miembros, por el principio de igualdad (que es el código ético intrínseco al movimiento), estaban a favor de la integración de mujeres con el fin de llevar a cabo todos juntos el proyecto declarado del Gran Oriente de España: erradicar el analfabetismo mediante la educación. Su afán era crear escuelas únicas y laicas, con miembros de todas las capas sociales y, especialmente, con los niños, cuyos derechos fundamentales debían ser respetados, pero siempre, lejos de la influencia de la Iglesia. Por ello, y aunque no existía un estatuto que regulara la presencia de las mujeres en las logias, la difusión de ideologías como el krausismo favorecieron el reconocimiento de su condición. En principio, las mujeres ingresaban en las logias masculinas y asumían las tareas en igualdad con los hombres. Posteriormente, una vez que el número de mujeres en una logia masculina se consideraba suficiente, éstas podían formar una logia formada exclusivamente por mujeres, pero al tener que  permanecer, obligatoriamente, bajo tutela y padrinazgo de una logia masculina, recibía el nombre de logia de Adopción siendo la primera registrada, la logia catalana Moralidad el año 1872.

La incorporación de la mujer en masonería, por tanto, fue consecuencia de los discursos de algunos masones que creían en la emancipación de la mujer y el impulso de algunas mujeres defensoras de los derechos de las mismas, como Ángeles López de Ayala. Por poner un ejemplo, masones, como el escritor y político Cristóbal Litrán[5], defendieron la presencia de la mujer en política como consecuencia de un discurso anticlericalista masón; mientras que otros, como el naturalista Odón de Buen, pensaban que la iniciación de la mujer en masonería supondría la perfección de su rol como madre. Esta idea de relacionar la mujer con la maternidad y con su papel en el hogar también fue sujetado por masonas como Mercedes Vargas de Chambo. Como ya se ha mencionado, por tanto, el objetivo principal de la mayoría de masones era alejar a la mujer de la Iglesia, que pudiera asistir a las ceremonias después de sus tareas en el hogar; en realidad, sustituir la vinculación de la mujer con la Iglesia por la masonería. Las logias, como espacio de desarrollo social, se convirtieron en lugares de reunión y asociación de escritoras, novelistas, empresarias, poetas, entre otras. Sin embargo, las mujeres encontraron grandes impedimentos para iniciarse en ellas, pues tuvieron que hacer frente a duras críticas, provenientes, unas desde el exterior, −debido a la mala reputación que tenía la masonería−, y también desde el interior de ésta, por la condición femenina de las solicitantes. Se puede afirmar, por tanto, que en los orígenes del movimiento por los derechos de las mujeres formaron parte las logias masónicas porque sus iniciados defendían la instrucción femenina, a través de la creación de escuelas, academias, asociaciones, entre otras, que fue uno de los primeros derechos que se promovió para la liberación de las mujeres y su integración en la sociedad. Además, a finales del siglo siguiente, este movimiento cogió fuerza, a la vez que la mujer masona recibía educación en familia y fuera de ella para educar ciudadanos (hombres y mujeres, tanto de su descendencia como alumnado) que acentuaban su autoestima y la hacían salir del ámbito privado con argumentos y valores humanistas como la igualdad, la fraternidad, la libertad y la laicidad.

La relación de masonas conocidas es amplia, por ello, relacionamos a aquellas que más destacaron:

Masonas en Madrid

La primera noticia de mujeres masonas en España fue de principios de 1871 en la logia madrileña Comuneros de Castilla, nº 289, perteneciente al Gran Oriente de España llegó a afiliar a 13 hermanas masonas. Una de ellas fue Emilia Martin, Esther de simbólico, esposa del escritor, Venerable y fundador de la logia, Nicolás Díaz y Pérez, Viriato. Emilia Martín, en 1892, alcanzaría el grado 18, al igual que otra de las integrantes de la logia, Antonia Martínez de Das, Amalia Antigüedad, simbólico Cesarea, gr. 3º, y Elvira Chacel, Mariana Pineda, gr. 3º. Madrid fue una de las ciudades precursoras en la creación de Logias de Adopción ya que contaba con la Logia Hijas de Minerva, que se estableció el año 1873 dependiente de la logia Porvenir vinculada al Gran Oriente de España y la Logia Hijas del Sol, creada también el año 1873. En la logia Legalidad hubo ocho mujeres; en la logia Cinco de Abril del 88, seis; en Hijos del Progreso y La Unión es Fuerza, cinco; una de ellas, era Clotilde de Araniguria, Isabel de Valois, grado 18 en 1893. En Puritanos hubo cuatro afiliadas, las hermanas Jiménez de Aguilera: Blanca, Elena y Rosalía. En el cuadro de dignidades del año 1892 de la logia Amor y Ciencia figuran Matilde Fuentes, Mariana, gr. 3º como 1er Vigilante y Enriqueta Fernández, Fraternidad, gr. 3º como Orador. El resto eran varones.

Una de las primeras en constituirse independiente como tal, fue la logia de adopción Minerva, de Madrid, fundada en 1873 a partir de la logia Porvenir. Según el Boletín Oficial del Grande Oriente de España, en 1881 todavía contaba con “un número respetable de señoras, esposas en su mayor número de hermanos nuestros”, y se distinguían “por la seriedad de sus trabajos”. Un caso particular lo constituye la logia Hijas de Memphis, que existió en Madrid y que llegó a reunir –al menos– a 14 mujeres entre 1877 y 1880. Fue dada a conocer por Françoise Randouyer a partir de la revista masónica francesa La Chaîne d’Union. Dicha revista en su número de julio-agosto de 1880 recogía en su crónica de noticias del extranjero que la condesa de Apratxin había sido iniciada en la logia Fraternidad Ibérica de Madrid, según el rito masculino y añadía que era la primera mujer iniciada en España. Con este motivo, todas las integrantes de la logia de adopción Hijas de Memphis, desde la «Soberana Maestra» a la Guarda Templo, en reivindicación de la antigüedad y categoría de sus cargos, firmaron una carta indicándolos: Soberana maestra, secretaria, dos inspectoras, Maestra de Elocuencia, Tesorera, Maestra de Ceremonias, Limosnera y Guarda Templo.

La logia San Albano es la primera y única organización que trabaja en Madrid representante de la comasonería entre 1900-1939. También es la primera organización del Derecho Humano fundada en España. Hay que recordar que el Derecho Humano es una obediencia francesa de carácter internacional, con sede en París, creada en 1893 por María Desaisme y Georges Martin, tiene carácter mixto desde su origen y reconoce la iniciación masónica de las mujeres en igualdad con los hombres.Las mujeres afiliadas son: Armisen y Tomas, Julia (grado 2), Fernández Guerrero, Rosario (maestra), Gutiérrez de Joseph, Guadalupe (grado 18), Garro de Velasco, Sofía (compañera), Gil Gil, Hilaria (aprendiz), Guerrero, Rosario (grado 18), Olano Rodríguez, María Rebeca (aprendiz), Guyard, Celine (aprendiz), Borillo, Juana (aprendiz).

En la zona de Cataluña, Baleares y Valencia

Paralelamente, la primera logia femenina en la zona de Cataluña, Baleares y Valencia fue la Cámara de Adopción dependiente de Lealtad nº 78, creada en Barcelona el año 1879 en la cual se inició Àurea Rosa Clavé, la hija de Anselm Clavé, Mariana de Pineda, profesora de música, esposa de Conrado Ferrer miembro de la misma logia y Dolores Fernández de Aranda, Sara . En 1881, ingresa con 18 años, Clotilde Cerdà, hija del ingeniero urbanista Ildefonso Cerdá, artífice del ensanche de la ciudad de Barcelona, profesora arpista de prestigio, conocida en el mundo del arte como “Esmeralda Cervantes”, cuyo primer concierto público lo dio en la Exposición de Viena de 1873, a los 12 años.

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En la logia Emancipación nº 127 de Sallent (Barcelona) de la que era Venerable José López Montenegro, “maestro laico”, ingresaron en 1893 su mujer y sus cuatro hijos, tres de ellos mujeres, que se llamaban – en consonancia con la ideología de su progenitor– Armonía, Federación y Libertad y el hijo Paris. El propio Venerable hizo constar en el Boletín de Procedimientos que, tanto su mujer como sus cuatro hijos, se habían declarado “ateos y anárquicos”. Quizá supusiera algún mérito el serlo y confesarlo.

En Valencia existieron varias: la Logia de Adopción Hijas de la Acacia, que dependía de la logia Capitular Acacia nº25 de la cual era Venerable Maestra Julia Fos; la Logia de Adopción Hijas de la Unión creada el año 1891 que dependía de Valencia nº 119 del Gran Oriente Español cuya impulsora fue Ángeles Sanmillán, quien perteneció desde sus inicios a una logia masculina y la logia Constante Alona de Alicante en la que el 4 de mayo de 1883 se iniciaron tres profanas: Mercedes de Vargas, Juana de Arco; Juana Dagnino, Mariana Pineda; y Juana Velasco, Cristina. Al acto, asistieron 44 masones varones, además de otras cuatro mujeres masonas. Al año siguiente se incrementaron con tres iniciadas más. Es curioso, y da idea de la apertura de la logia Constante Alona, que en la tenida del 28 de abril de 1884 fueron iniciados simultáneamente dos hombres y dos mujeres. Tras el discurso del Orador intervino la hermana Juana de Arco [Mercedes Vargas], ilustrando a los nuevos miembros en los deberes que debían observar y en las obligaciones que habían contraído como iniciados. Y recomendó especialmente a las mujeres “la instrucción, base fundamental para cumplir los deberes de buenas hijas, buenas esposas y buenas madres, punto de partida para que la mujer sea lo que debe ser”. En 1888 formaban parte de la logia 23 masonas. En total, entre 1883 y 1892 pertenecieron a la Constante Alona, de Alicante, 38 mujeres, siendo quizá la más célèbre, la conocida escritora y librepensadora Rosario de Acuña y Villanueva, Hipatía.

En Mahón (Menorca)existió la logia de adopción La Creación, fundada en 1884. Su Venerable Maestra era Encarnación Valls, esposa del general Carmona, que a su vez era el Venerable de la logia Hermanos de la Humanidad, de la que dependía la primera.

En Andalucia

En 1889 implantaron la Gran Logia Simbólica Española de Memphis y Mizraim y las logias Carteia que pertenecían a la Gran Logia Simbólica Regional de Andalucía, e Hijas de la Luz, en Málaga y Estrella Flamígera nº 92, de Córdoba a la que ya, en 1883 pertenecerán Consuelo Delgado de Navas, simbólico Libertad, y la profesora Dolores Navas Delgado, simbólico Astrea.

El caso de Málaga es bastante característico, pues encontramos a 19 mujeres en seis logias: Verdad y Progreso, Nueva Bética, Columna Social, Virtud, Justicia y Luz. Concretamente la logia Nueva Bética nº 342 llegó a contar –en 1889– con siete hermanas en un cuadro de 47 masones, sin que les importara ni tuvieran intención de separarse. Más aún tenían acceso a los altos grados como el resto de los hermanos de la logia. Así, María García Ruiz, Astrea, alcanzó el grado 30, mientras que las hermanas por partida doble (de familia y logia), Dolores Alba Martín y Josefa Alba Martin, tenían el grado 9. Las tres eran relativamente jóvenes: 32, 21 y 18 años, respectivamente. El 13 de junio de 1890, a raíz de ciertos problemas internos, la Nueva Bética se separó de su obediencia, el Gran Oriente de España, y se proclamó independiente. En diciembre de 1891 integraban el cuadro 12 miembros, de los que tres eran mujeres: Dolores Alba Martín que ya ostentaba el grado 18 y era la Tesorera, María García Ruiz, grado 30, Limosnera, y Dolores Zea de Torrubia, gr. 1, orador adjunto.

Un caso particular lo constituyó la logia femenina Audacia nº 80, de Herrera (Sevilla), cuya instalación tuvo lugar el 16 de abril de 1892. La Venerable Maestra Juana J. Moreno, simbólico Paz, tenía el grado 7º, y en su discurso inaugural animó a las hermanas a buscar el “resplandor de la verdad” y la “destrucción del oscurantismo”. La secretaria tenía el grado 4º. Lo más curioso es que formaron la logia directamente con la autorización del Gran Maestre de la Gran Logia Simbólica de Memphis y Mizraim, Ramón Moreno y Roure, desvinculada de toda tutela masculina. Prácticamente todas las componentes del taller estaban casadas con masones de la logia Minerva de la misma localidad. Fruto de estos matrimonios fueron las dos primeras lovetonas[6], que recibieron los nombres simbólicos de Igualdad y Lucifer “a ruegos de su padre”.

Ese mismo año de 1893 Jacinta Navarro Fonseca, Granada, iniciada en la logia Nueva Cádiz nº 21 donde alcanzó el grado 3º y ejerció de secretario, formaba parte de la logia Capitular de Caballeros Rosa Cruz, de Cádiz, que era una logia de militares. A las figuras ya mencionadas, debemos añadir otras, no menos importantes: Amalia Carvia profesora de pintura, y Ana Carvia, estudiante, se iniciaron el año 1887 en la logia Regeneración nº118 de Cadiz, que dependía del Gran Oriente de España, con el simbólico Piedad y Verdad, respectivamente. En esta logia consiguieron el 3er grado (maestro) y, meses más tarde, fueron elegidas como “Orador Adjunto” y “Secretario Adjunto”, respectivamente. En 1890 se trasladaron a Huelva donde participaron en la fundación de la logia Unión y Sinceridad, fusión entre las logias Unión y Sinceridad, y Moralidad. En 1895, las hermanas Carvia, juntamente con otros “hermanos”, hombres y mujeres, como Jacinta Navarro Fonseca, constituyeron Hijas de la Regeneración como logia femenina con iniciación a través del Rito Escocés desvinculándose del Rito de Adopción que mantenía a la mujer en una posición de subordinación bajo la tutela masculina. El año 1897 fundaron la Unión Femenina de Huelva, en la cual Ana Carvia era secretaria y Belén de Sárraga, presidenta, con el objetivo de acabar con la falta de intelectualidad entre las mujeres y , como es propio de la masonería, acabar con la influencia cristiana que regía sus vidas. El mismo año 1897 fundaron la Asociación General Femenina de Valencia.

En Extremadura 

En la logia Castra Xulia nº 20 de Trujillo (Cáceres), Cándida Baltar Bravo tenía el grado 7º en 1890. Su esposo José Impellitieri y su hermano Aurelio Baltar eran miembros de la misma logia. Ese mismo año también fue incorporada a la logia Antonia González, Palmira, grado 4º.  Y la logia Progreso nº 137, de Valladolid, bajo los auspicios del Grande Oriente Nacional de España, tenía –el 22 de diciembre de 1888– cinco masonas, tres con el grado 3º (maestros) y dos con el 1º (aprendiz). Dos de ellas eran profesoras. Sus simbólicos eran Acacia, Sahara, Raquel, Eva y Luz.

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La España de entre siglos fue escenario de diferentes proyectos políticos y sociales ligados al republicanismo, librepensamiento, masonería e ideologías de izquierdas. Sus promotores buscaban una reorganización de la sociedad y regeneración del país con cambios en las costumbres, la política y la educación. Las mujeres también fueron protagonistas en este proceso de revolución social y política. Ellas defendían su derecho a participar en el proceso de construcción de un nuevo orden social, más justo y progresista. Fueron escritoras, oradoras, propagandistas y periodistas, con una extensa obra publicada de difícil localización hoy día.

Cuando se habla o escribe de las masonas españolas se suele insistir en el factor librepensador de algunas de ellas: Rosario de Acuña, Angeles López de Ayala, Belén Sárraga, Amalia y Ana Carvia, Amalia Domingo Soler… o en el espiritista de Macias Pons de Pares, que son algunas de las que constituyen el panteón de masonas ilustres o “masonas de excepción”. Pero se olvida de que, además de ellas, existen otras muchas con planteamientos diferentes, más o menos teístas. Así, y sin olvidar que en España, logias y obediencias seguían trabajando con mayor o menor radicalidad a la gloria del Gran Arquitecto del Universo −a pesar de la querella organizada por el GOF en 1872−, encontramos la respuesta de Isabel Galindo y Osuna de Torres, simbólico Juana de Arco, en la ceremonia de iniciación en la logia Nueva Uter de Rute (Córdoba). A la primera de las preguntas que debía responder en la cámara de reflexión, ¿ “¿Qué debe el hombre a Dios?” Contestó: “Si es verdad que el Dios que aquí se adora es el Dios Caridad, Justicia y Progreso, sépase que para ese Dios y para los que lo siguen, habrá siempre en mi corazón la suficiente fe para adorar al primero, y el sincero afectuoso cariño para los segundos.

Hablemos de las “masonas de excepción” que supieron desarrollar con radicalidad, su trabajo masónico a la altura del de otras ilustres masonas francesas o inglesas.

Rosario de Acuña, (Hipatia de nombre masónico), una escritora partidaria del librepensamiento anticlerical o ateo, fue la primera mujer que, en 1884, consiguió subir aJ púlpito del Ateneo de Madrid con un recital poético. Se enfrentó a la crítica social y a las normas imperantes al separarse de su primer marido Rafael de la Iglesia, y casarse a los 40 años con Carlos Lamo de Espinosa, más joven que ella y combatió públicamente a la Iglesia Católica, a la que consideraba una secta religiosa más (algo muy delicado en una época en que los principios católicos todavía se respetaban). Postuló una enseñanza laica y la necesidad de regenerar la posición de la mujer frente a los convencionalismos y los dictados del orden masculino. Lo que hace a Rosario de Acuña una escritora muy particular son sus ideas, en las que están muy presentes la defensa de las libertades, el matrimonio civil, los derechos de las mujeres, los derechos de los trabajadores, etc … que no dejó de defender durante toda su vida y que le granjearon la enemistad de muchos escritores. Esta lucha proto-feminista coexiste con su radicalización política a partir de 1882, que la llevará a postular una revolución social total con el fin de destruir el orden burgués existente y cimentar una nueva sociedad basada únicamente en la razón. Tras declararse públicamente librepensadora en 1885, Acuña colaboró desde ese año en Las Dominicales del Librepensamiento; en 1886 se afilió a la logia masónica alicantina “Constante Alona” y mantuvo relaciones con otras logias, como “Jovellanos” o “Luz de Finisterre”. Tampoco faltaron en su vida conexiones con intelectuales krausistas y estuvo muy cerca de la segunda generación del movimiento krausista español (Giner, Azcárate, etc.), compartiendo con el mismo, muchos parámetros ideológicos: defensa de una escuela neutra y laica, coeducación de hombres y mujeres y la necesidad de regenerar la posición de la mujer frente a los convencionalismos y los dictados del orden masculino. En 1886, siendo ya una escritora comprometida que afirmaba que las mujeres eran los verdaderos motores de los cambios sociales, fue una de las pocas masonas aristócratas, pero su discurso sobre la emancipación de las féminas, a menudo radical, y su comportamiento, contrario a veces a las reglas estrictas de las logias de Adopción, la convirtieron en un electrón libre y, en ocasiones, denigrado. Fue declarada rebelde, se exilió y, aunque sería indultada posteriormente por Romanones, se dictó contra ella una orden de captura.

Uno de sus proyectos más queridos entronca con la idea de una escuela única y laica (la lucha contra la Iglesia es inherente a la masonería). El protagonismo masónico en este sentido se produce especialmente cuando en el Parlamento se debate la Ley sobre Confesiones y Congregaciones Religiosas, momento en el que como contrapartida a una enseñanza religiosa, algunas logias formaron la Liga de Educación y Enseñanza (LEYE) con el fin inmediato de actuar sobre todas las clases sociales, y principalmente sobre el pueblo, para conseguir un ambiente propicio de obligación y estímulo al Estado que le impulsara a cumplir su deber primordial de protección de la colectividad en cada uno de los miembros que la forman. Dicha liga estuvo dirigida  por dos “hermanas” miembros de la  Logia Reivindicación de Madrid: Ana María Ronda Pérez y Matilde Muñoz. Las masonas españolas del siglo XIX eran anticlericales, feministas laicas, librepensadoras y muy activas: promovían reuniones y publicaban artículos y columnas en la prensa liberal. También crearon asociaciones y organizaban manifestaciones. No todas tenían la misma sensibilidad en el seno del movimiento. Muchas eran partidarias de la emancipación total de la mujer, pero una minoría entre las que se encontraba Mercedes Vargas de Chambo, poetisa y articulista española del siglo XIX, jugó un papel destacado pero menos radical, en la masonería de la zona levantina donde ingresó en la logia “Constante Alona” con el sobrenombre de Juana de Arco y alcanzó el Grado 3 (Maestro).

Conviene aclarar que, a pesar de su defensa del librepensamiento, Acuña se separa de otras visiones femeninas progresistas de la época que participaban de la teosofía y otros grupos espiritistas.

El siglo XIX fue una época de triunfo de lo secular, ligado a la modernidad, aunque las grandes religiones también experimentaron un crecimiento. Frente a esta tendencia, creencias alternativas, como la teosofía, el espiritismo o el misticismo oriental retaron a la racionalidad moderna y a las iglesias. El espiritismo se desarrolló en España poco antes de la Revolución de 1868. Contribuyó a ello la creación de clubes espiritistas y una prensa propia en la que se formularon ideas utópicas. Se introdujo por Cataluña y también por Andalucia, donde ya en Cádiz (1857) fue disuelta una sociedad espiritista. Cuatro años más tarde el obispo de Barcelona quemó en un auto de fe numerosas obras espiritistas del francés Allan Kardec. En 1865 se creó la Sociedad Espiritista Española en Sevilla, aunque no fue hasta el Sexenio cuando el movimiento conoció su auge, extendiéndose por toda la geografía del país, gracias al clima de libertad existente y al movimiento transformador nacido al calor de la Septembrina. Ese liberalismo espiritual, proclive a una síntesis progresiva entre realidad e ideal, fue compartido por krausistas, hegelianos y neokantianos, El espiritismo creyó en unos casos en la reencarnación y en otros en que el muerto iba a un mundo mejor, pero siempre sostuvo la posibilidad de contactar con los espíritus de los fallecidos. A este grupo perteneció Amalia Domingo Soler la divulgadora mundial más importante del espiritismo en lengua castellana durante el XIX.

Amalia Domingo Soler (Sevilla 1835-1909) Su vida ejemplifica la mezcla de religiosidad y compromiso con los derechos de la mujer que caracterizó a muchas espiritistas y médiums. A la muerte de su madre,  Amalia marchó a Madrid. Allí conoció al médico homeópata Joaquín Hyrsen, que fue su puerta de entrada en el mundo del espiritismo. Invitada en 1876 por el Círculo La Buena Nueva, con cuarenta y un años decidió trasladarse a Barcelona. Tres años después, salió a la calle La luz del porvenir, periódico dirigido por ella y realizado por mujeres, en el que colaboraron pioneras del feminismo como Antonia Amat, Carmen de Burgos, Carmen Fuentes, Emilia Pardo Bazán, Natalia Casanova, Pilar Rafecas y Rosario de Acuña, por dar algunos nombres. Amalia Domingo polemizaba sobre espiritismo a través de la prensa con una persona destacada en su tiempo, el doctor en Teología Vicente Manterola, sacerdote vasco difusor de ideas carlistas. En 1888 se celebró en Barcelona el I Congreso Espiritista Internacional, del que Amalia Domingo Soler fue una de sus vicepresidentas, y el programa aprobado incluía cuestiones que aún hoy reivindican los feminismos radicales hoy en día.

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Ángeles López de Ayala una de las feministas más renombradas de los siglos XIX y XX, artista en toda la extensión de la palabra y responsable de la creación de obras tanto teatrales como literarias. Fue una escritora librepensadora relacionada con los círculos republicanos En Barcelona fundó el semanario El Progreso, un medio de circulación escrita que sirvió como el perfecto espacio para quienes se decían apoyar a la república. En ese semanario, se gestaron muchas bases de pensamiento liberal que además eran contrarias a la monarquía, razón por la que fue considerada una radical.  En 1888 ingresó en la logia de Adopción Amantes del Progreso y en 1889, en la logia Hijas de los Pobres. Junto a Amalia Domingo Soler, fue exponente de las doctrinas espiritistas de influencia deísta y sostuvieron estos principios frente a las actitudes librepensadoras materialistas de inspiración atea. Ángeles López de Ayala participaría en la logia Constancia nº 102 de Barcelona como Secretaria del taller. El 17 de septiembre de 1910, la Comisión Organizadora del Primer Congreso Librepensador Nacional en una carta que dirige a Fernando Lozano Montes (francmasón, Demófilo de Buen) Catedrático de Derecho Civil y presidente de Sala del Tribunal Supremo en la que se le pide que Ángeles López de Ayala “preste al acto su adhesión valiosísima, pues sin ella se le restaría al Congreso muchísima importancia”. La escritora se convierte casi en un icono del librepensamiento.

Realmente la vida y obra de esta mujer, la escritora librepensadora, republicana anticlerical, masona y feminista Ángeles López de Ayala (1859-1926), desempeñó un importante papel dentro de los movimientos progresistas de entre siglos pues fue pionera en la lucha por los derechos civiles de todos los ciudadanos, hombres y mujeres.

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 Muy conocida en su  época por su activismo social y político, sus ataques más radicales los dirigió contra la Iglesia y la Monarquía. Desarrolló, a su vez, un discurso moderno a favor de la emancipación de la clase obrera y de la mujer, y desempeñó un importante papel en las campañas a favor de la laicidad de la sociedad española, muy especialmente en lo que se refiere a la educación y a la mujer, y en contra de la guerra y de la pena de muerte. Según se refleja en la prensa de la época, a lo largo de su vida participó activamente en gran número de manifestaciones y actos sociales y políticos, públicos y privados, para defender los derechos de los más débiles y denunciar las injusticias sociales que observaba a su alrededor, lo cual la hizo ser blanco de los ataques de los sectores más conservadores de la sociedad, sufrir la censura de varios de sus artículos, y ser condenada a la pena de prisión en varias ocasiones. Colaboró con los principales líderes de partidos republicanos de la izquierda radical en Barcelona, en mítines, conferencias y otros actos públicos, dentro y fuera de la ciudad condal.  Tuvo el reconocimiento de muchos de sus contemporáneos y de los políticos de la Segunda República, lo cual era previsible dado el gran número de masones instalados en España durante este periodo. Publicaciones posteriores a 1926, fecha del fallecimiento de la escritora, muestran los homenajes que la clase política le dedicó, especialmente durante los años treinta y cómo el legado de su obra social continuó después de su muerte, hasta el estallido de la Guerra Civil.

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Una de las instituciones más destacadas a principios del siglo XX en la defensa del papel de la mujer en la sociedad fue La Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona”, considerada la primera organización feminista de España. Esta asociación desapareció para dar lugar en 1898 a la Sociedad Progresiva Femenina, dirigida por Ángeles López de Ayala, quien contó con el concurso de Amelia Domingo Soler y Teresa Claramunt.  La Progresiva se consideraba la asociación feminista más importante de España, aunque sus actuaciones se circunscribían a Cataluña. Entre las mujeres que tuvieron un lugar importante en dicha sociedad (aparte de las ya citadas) se encuentran: la malagueña Dolores Zea Urbano (nacida en el año 1855), maestra laica, masona, socialista y secretaria de la Sociedad Progresiva desde su fundación; ocho años después ocupó este cargo Francisca Benaigues, obrera natural de Valls (Tarragona) y vecina de Gracia; Francesca Diumenjó y Francisca Valdivia, fueron tesorera y vocal respectivamente de la asociación. Esta asociación estuvo profundamente ligada a dos agrupaciones femeninas surgidas del Partido Radical constituido por Alejandro Lerroux en año 1908: Las Damas Rojas y Las Damas Radicales. Desde 1906, las librepensadoras establecidas en Gracia comenzaron a aproximarse a Las Damas Radicales lerrouxistas, hecho que vendría a añadir una prueba más a la estrecha vinculación entre el republicanismo y el librepensamiento femenino entre las clases medias en aquellos años. En este contexto tendría lugar la primera manifestación feminista de la historia de España convocada y organizada por López de Ayala, con el apoyo del radicalismo. En 1919, la Sociedad Progresiva se incorporó a La Asociación Nacional de Mujeres Españolas (ANME), una asociación sufragista y en pro de los derechos de la mujer en España. Estuvo activa durante el primer tercio del siglo XX, desde 1918 hasta 1936. En 1919 contribuyó a la formación del Consejo Feminista de España.

Teresa Claramunt la famosa virgen roja de Barcelona. Considerada por algunos como la autora de los movimientos sindicalistas del siglo XIX en España. Fue responsable de diversas huelgas en España y en Portugal con el objetivo de que los trabajadores tuvieran jornadas laborales dignas. Teresa, en compañía de su esposo, impulsó la creación de la primera Sociedad Autónoma de Mujeres de Barcelona, una especie de protopartido político para la defensa de los derechos de las mujeres y de la clase trabajadora de la época, participó en la redacción de diferentes artículos, la mayoría de ellos contrarios a los regímenes autoritarios españoles que no permitían la inclusión de las mujeres en la vida pública del país. Además contribuyó en diversas revistas y publicaciones de la misma índole como La Tramontana, La Revista Blanca y hasta dirigió el diario El Rebelde. Teresa Claramunt fue iniciada y exaltada al grado de Maestra en una logia catalana, presumiblemente de la región de Barcelona. Sin lugar a dudas, fue una de las masonas más importantes de la historia.

Carmen de Burgos Seguí . Se crió en Rodalquilar (Níjar), donde su padre poseía tierras, minas y el cortijo La Unión. Recibió la misma educación y cultura que sus hermanos varones. ​ En 1872, su padre fue nombrado vicecónsul de Portugal en España, dependiente del consulado de Cádiz. Se casó muy joven pero su matrimonio fue un calvario de malos tratos. Sacó el título de maestra y obtuvo plaza en 1901 mediante oposición en la Escuela normal de Maestras de Guadalajara. A partir de 1902 colaboró con el periódico El Globo, en el que escribía una columna titulada Notas femeninas, que analizaba asuntos como ‘La mujer y el sufragio’ o ‘La inspección de las fábricas obreras’. En 1903, Augusto Suárez de Figueroa fundó el Diario Universal y la contrató para llevar una columna diaria titulada Lecturas para la mujer, bajo el seudónimo de «Colombine», sugerido por el propio editor. Era la primera vez en España que una mujer fue reconocida como periodista profesional.  En 1905 consiguió una beca del Ministerio de Instrucción Pública para estudiar los sistemas de enseñanza de otros países, y viajó durante casi un año por Francia, Italia y Mónaco. En 1907 fue admitida en la Asociación de la Prensa de Madrid, junto con Consuelo Álvarez Pool. A finales de 1906 retomó su labor docente y periodística y lanzó una campaña en el Heraldo de Madrid a favor del sufragio femenino con una columna titulada «El voto de la mujer». Creó una reunión semanal denominada ‘La tertulia modernista’, a la que acudían escritores, periodistas, músicos, artistas plásticos, poetas y artistas extranjeros de paso por Madrid. Aquella tertulia se mantuvo varios años y estuvo en el origen de la Revista Crítica (1908-1909), Con la proclamación de la Segunda República en 1931, la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino, colmando así las aspiraciones de Carmen de Burgos. Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue nombrada “presidente” de la Cruzada de Mujeres Españolas y de la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas Fue también elegida ‘vicepresidente primero’ de la Izquierda Republicana Anticlerical, y en noviembre de 1931 ingresó en la masonería donde fundó la logia Amor, de la que fue gran maestre.​

El 8 de octubre de 1932, mientras participaba en una mesa redonda sobre educación sexual en el Círculo Radical Socialista, Carmen de Burgos empezó a sentirse mal y fue trasladada a su domicilio, donde la atendieron tres médicos, entre los cuales estaba su amigo Gregorio Marañón, pero sin éxito. Falleció a los sesenta y cuatro años de edad. Se le considera una de las primeras defensoras del papel social y cultural de la mujer. Defendió asimismo la libertad y el goce de existir. Decididamente independiente, creyó en un mundo mejor y fue una temprana “feminista”, aunque ella odiaba ese término.En su obra La mujer moderna y sus derechos (1927) definía su postura como un feminismo conciliador al explicar: «No es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre, sino que la mujer desea colaborar con él y trabajar a su lado».5​ No fue muy bien considerada por un importante sector de los críticos y escritores contemporáneos, que en muchas ocasiones colocaron su labor y su obra relegada y reducida a la condición de «amante» de Ramón Gómez de la Serna.

Varias propagandistas, activistas, escritoras y periodistas -todo a la vez- forjaron un linaje femenino rupturista: Belén Sárraga (1872-1950), fundadora de La Conciencia Libre, Ángeles López de Ayala (1856- 1926), impulsora de El Progreso, El Gladiador y El Gladiador del Librepensamiento, Ana Carvia Bernal (1865-1941) , directora de Redención, y su hermana Amalia Carvia (1861- 1949), colaboradora en estos proyectos periodísticos. Mujeres consideradas “doblemente raras” por ligar su ideario político, su trabajo intelectual, su libertad de pensamiento y su rechazo del utilitarismo burgués -rasgos atribuidos por Rubén Darío a modernos, rebeldes, bohemios, radicales y vanguardistas en general en el libro Los raros (1905)- a su condición femenina, que las obligaba, de acuerdo con las normas socioculturales hegemónicas a permanecer en la esfera doméstica. La labor periodística desarrollada por las mujeres republicanas proporcionó a los lectores en general, y a las lectoras en particular, la posibilidad de conocer discursos y prácticas de vida relacionados con los valores secularizadores y participativos de las formaciones políticas federales, blasquistas y lerrouxistas, la promoción de los derechos sociales, cívicos y políticos femeninos, y la adquisición de protagonismo en las redes sociales republicanas y librepensadoras. La Conciencia Libre (1896-1907), El Gladiador (1906-1909), El Gladiador del Librepensamiento (1913-1919) y Redención (1915-1922), revelan la importancia de las tramas culturales republicanas, secularizadoras y feministas.

Belén de Sárraga: Barcelona fue el escenario de sus primeros discursos y escritos. Allí se casó con el joven republicano Emilio Ferrero Balaguer y se impregnó de los ideales deistas espiritualistas defendidos por un sector del librepensamiento y la masonería de entresiglos: el vizconde de Torres Solanot, Amalia Domingo Soler y Fernández Colavida, entre otros. Leyó a Kardec y frecuentó a las librepensadoras de Gracia.  Participó en las campañas de agitación estudiantil provocadas por la separación de Odón de Buen de su cátedra en 1895. Pronto sus dotes oratorias fueron de dominio público. Tras la represión que siguió al estallido de la bomba en la calle Cambios Nuevos, la joven se trasladó precipitadamente a Valencia con su marido. Allí, en plena efervescencia blasquista ( de Blasco Ibáñez), creó la Asociación General Femenina, fundó el semanario La Conciencia Libre (1896-1907) y se afilió a la masonería.

La idea de fundar La Conciencia Libre había surgido en Barcelona, en 1896, ligada a otro proyecto, la Asociación de Mujeres Librepensadoras, impulsado por Belén Sárraga Hernández, una joven republicana que a sus 23 años ya había destacado como oradora, propagandista, maestra laica y escritora en la “prensa de combate”, asumiendo un liderazgo que la sociedad del momento consideraba impropio de su sexo. Tanto el periódico como la entidad femenina, cuyos estatutos fueron denunciados, tuvieron una vida efímera. Su promotora fue detenida porque sus ideas eran contrarias a la ideologia dominante, que, como es habitual en la masonería, lo achacaban a la iglesia católica. El acoso policial llevó a Belén Sárraga a la ciudad de Valencia, donde se asentó hasta el año 1900. Allí materializó los proyectos suspendidos en Barcelona. Editó en 1896 La Conciencia Libre, con el respaldo del librepensamiento y la masonería, y creó la Asociación General Femenina en 1897. El periódico, dirigido por la joven escritora y editado con símbolos masónicos, incorporaba el lema “Libertad, Justicia, Fraternidad”, tenía periodicidad semanal y contaba con un nutrido grupo de redactoras, la mayoría maestras laicas, propagandistas republicanas y escritoras que abrazaron la causa feminista y la defensa de la paz. La Conciencia Libre fue la tribuna de su ideario y de sus prácticas de vida (Sanfeliu, 2005: 102 y ss). En sus páginas hicieron campaña contra la guerra de Cuba y difundieron su participación en la Asamblea Internacional de Mujeres por el Desarme, organizada con motivo de la Conferencia de Paz de La Haya de 1899, entre otras actividades. Recibieron todo tipo de insultos que poco después dieron paso a persecuciones, detenciones y procesos que poco después dio paso a persecuciones, detenciones y procesos hasta 1903 en que recibió la orden gubernativa de cerrar.

Resurgió en 1905. Belén Sárraga estaba arropada por Amalia Pérez Congiú, Amalia Carvia, Ángeles López de Ayala, Consuelo Álvarez Pool (Violeta), Lady Prado, María del Mar Cañamaque, María Marín, Soledad Areales y la veterana Amalia Domingo Soler, “maestra” de todas ellas. Entre los colaboradores extranjeros sobresalían las feministas Ida Altman (Alemania) y Nelly Rousell (Francia), y el diputado belga León Furnemont. López de Ayala señaló los caminos que llevarían a la conquista del sufragio femenino. Sus luchas, dirigidas a combatir “los vicios sociales, políticos, religiosos”, y a modificar las costumbres de su tiempo la hicieron muy popular en los sectores afines a sus proyectos, cosechando, en cambio, sentimientos de ira y rechazo en las filas conservadoras y clericales.

Participó en los Congresos de Librepensadores de Ginebra (1902), Roma (1904), Buenos Aires (1906) y Lisboa (1913), donde promovió importantes declaraciones sobre los derechos femeninos y obtuvo resonantes triunfos personales. Viuda y con problemas de salud, llegó a México en abril de 1939. Sobrevivió con una pequeña pensión y algunos trabajos eventuales, asistida por sus amigos mexicanos y sus compañeros del Ateneo Pi y Margall. Falleció el 9 de septiembre de 1950 en Ciudad de México. Atrás quedaban los tiempos en que los públicos de América Latina hablaban de ella como “la Castelar femenina” o la “Diosa Verdad”.

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No es posible dejar de mencionar a Clara Campoamor, la humanista a la que despreció la izquierda. Nació en Madrid en 1888 en el seno de una familia modesta, huérfana de padre, siendo muy pequeña, luchó toda su vida por aprender y perfeccionarse. Tuvo que trabajar desde los doce años en oficios varios hasta que, en 1924, ya con treinta y seis años, obtuvo la licenciatura en Derecho y comenzó a ejercer activamente como abogada en plena Dictadura de Primo de Rivera, manteniendo, con firmeza y sin ambigüedades, posiciones de no colaboración y de crítica a dicho régimen.La prensa de la época dice que fue la primera mujer en actuar ante el Tribunal Supremo y también lo hizo ante Tribunales Militares defendiendo, por ejemplo, a algunos de los imputados por la frustrada sublevación de Jaca de 1930, entre los que se encontraba su hermano Ignacio. Llegó a ser miembro de la Academia de Jurisprudencia y Legislación en la que participó activamente en sus sesiones.

Formó parte de la commisión parlamentaria que elaboró la Constitución republicana de 1931, presidida por el insigne jurista Luis Jiménez de Asúa, y fue la primera mujer que intervino en un pleno de la Cámara legislative el día 1 de septiembre de 1931. Ella fue quien logró que aquella incluyera en su artículo 36 el reconocimiento, por vez primera en nuestra historia, del derecho al voto de la mujer, que decía textualmente que “los ciudadanos de uno y otro sexo, mayores de veintitrés años, tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes”. Este precepto fue el resultado de un largo y tenso debate que, paradójicamente, enfrentó a dos de las tres mujeres que formaron parte de las Cortes constituyentes: Clara Campoamor, del Partido Republicano Radical, y Victoria Kent, del Partido Radical Socialista. Ellas, junto a la diputada socialista Margarita Nelken, habían sido las únicas diputadas elegidas en la primera legislatura republicana merced a la que se había reconocido el derecho electoral pasivo, pero no el activo.

La polémica habida en las Cortes constituyentes entre los diferentes diputados, pero muy en particular entre Campoamor y Kent, fue sencillamente antológica. Campoamor se enfrentó, con una enorme fuerza dialéctica, a sus propios compañeros de partido y a ciertos sectores de otros partidos republicanos, algunos de los cuales defendían, minoritariamente, argumentos basados en consideraciones biológicas sobre la inferioridad de la mujer. Pero, sobre todo, las razones contrarias al voto femenino se fundamentaban en argumentos de pura oportunidad política que entendían que reconocer tal derecho supondría otorgar la victoria electoral a la derecha al darles carta de naturaleza al llamado voto del confesonario.Consideraban que la mujer no tenía aún la formación suficiente como para expresar su voto de manera autónoma y responsable, por lo que condicionaban el sufragio femenino a la adquisición de una mayor madurez política por parte de aquéllas.

Curiosamente, esta fue la posición de Victoria Kent también defendida por un sector minoritario del Partido Socialista, encabezado por Indalecio Prieto, en el que se inscribía la diputada Margarita Nelken. Por el contrario, Clara Campoamor, desde una posición de principios, postuló sola, con una fuerte energía y pasión el derecho al sufragio femenino en idénticas condiciones que el masculino al margen de todo tipo de consideraciones de mero cálculo político basadas en el doble sentido del voto de la mujer, en su falta de preparación cultural y en su hipotético y discutible desafecto a la causa republicana. Ni siquiera el líder de su partido, Alejandro Lerroux la apoyó y Clara tuvo que defender en solitario con mucha tenacidad y una oratoria directa y contundente, el derecho a voto de las mujeres; votación que ganó con un escueto margen de votos. Participó activamente en los debates parlamentarios. Comprometida y republicana, fue una de las primeras abogadas y diputadas españolas, desarrolló una intensa actividad como abogada y ocupó puestos relevantes en política. Defendió tenazmente el sufragio femenino en las Cortes constituyentes de 1931 con la oposición de republicanos, socialistas y, lo que más le dolió, de mujeres que se decían republicanas. Ganó por muy estrecho margen y éste, su éxito contra todos, fue, y así lo escribió, su pecado mortal, porque, al perder la izquierda las elecciones de 1933, se la culpó alegando que las mujeres que votaron por primera vez lo habían hecho bajo la influencia de los confesonarios. Esa “explicación” no se sostiene cuando se considera que las izquierdas ganaron en el 36 y las mujeres votaron en ambas elecciones. Pero Clara Campoamor sirvió de chivo expiatorio. Ella, se defendió por medio de un libro: Mi pecado mortal: el voto femenino y yo publicado en junio de 1936; justo un mes antes del golpe de Estado.

Dejó el Partido Radical y quiso militar en Izquierda Republicana en 1935, pero fue rechazada en una votación asamblearia en Madrid. Injuriada y despreciada por casi todos, marchó al exilio al estallar la guerra. Tras el golpe militar, Clara, que estaba en San Sebastián en ese momento; parte hacia Madrid, donde también se siente amenazada, y marcha a Alicante para embarcar hacia Génova y llegar a Suiza. En Ginebra se instala en casa de Antoinette Quinche; y escribe una obra fascinante en que manifiesta su repulsión por las violencias cometidas en Madrid en nombre de la Revolución: La revolución española vista por una republicana que publicó en francés. En esa obra Clara no sólo se muestra como siempre lo fue, liberal e independiente; sino que proporciona el primer análisis histórico de la Revolución española y de la Guerra Civil, aportando datos de los excesos cometidos también por los republicanos.

Cuando en 1951 quiso volver a España; Clara se encontró otro problema: era masona, iniciada en la logia de Adopción Reivindicación, dependiente de la Logia Concordet, del Gran Oriente Español, en Madrid, junto a María P. Salmerón, Mercedes Hidalgo, Consuelo Bergés, Esmeralda Castells, Matilde Muñoz y Rosalía Goy Busquets.  La policía le propuso, al igual que a otros masones, elegir entre dar los nombres de los masones que conocía, o pasar 12 años en la cárcel. Dijo que ser masona era un delito legalísimo cuando ingresó en la masonería y, antes que denunciar a sus compañeros masones, prefirió seguir en el ostracismo es decir, en el destierro y el olvido.

Es  fundamental  terminar la relación de feministas, masonas o no, refiriéndonos  a  Concepción  Arenal  considerada como  protofeminista,  una  de  las  figuras  impulsoras que  puso  las  bases  del  feminismo  en  España  durante  el  siglo  XIX  que  continuaria su desarrollo a inicios del siglo XX.  Arenal  creía  en  la  necesidad de que las mujeres recibieran enseñanza que les permitiera avanzar en su desarrollo personal sin dificultad y no como le ocurrió a ella que tuvo que disfrazarse de varón para poder asistir a clase en la Universidad y a las tertulias. Solicitaba también libertad  de  pensamiento,  en  la adecuación de la legislación a los nuevos tiempos, en la razón, la libertad y la justicia.  Sentía admiración por el krausismo, y a la inversa, y se nota una cierta  influencia  de  éste  en  su  pensamiento  por  su  tendencia  humanista  desde  una perspectiva  social,  pedagógica  y  ética.  Cabe  decir,  sin embargo,  que  aunque  fue  heredera  de  éste, no  fue  krausista.  No  se  sumó  a  ninguna  corriente  proveniente  de  la  Ilustración  aunque bebió  de  ésta  en  el  nuevo  contexto  político,  intelectual  y  de  desarrollo  del  liberalismo económico,  relacionándose  así  con  un  humanismo  ilustrado  liberal  y  socialista  posibilista que estaba en penumbra. Buscó defender únicamente valores universales a través de las leyes de la naturaleza con el fin de favorecer el desarrollo libre de las personas y las sociedades. Es quizá por este exquisito equilibrio, por lo que nunca fue perseguida, aunque quizá sí, censurada.

Dedicó  su vida  a  reivindicar  los  derechos  de  las  personas  más vulnerables, como las mujeres, defendió  sus  derechos  haciendo  que  se  tomara conciencia  de  ellas  como  personas  ya  que  creía  que  la  humanidad,  tanto  hombres  como mujeres,  era  la  que  alimentaba el  progreso  en  esta  sociedad  de  cambios.  Por  este  motivo trató de atraer  a  muchos  intelectuales argumentando  que  ellos  serían  los primeros en beneficiarse de la obtención de derechos de sus mujeres. A lo largo del siglo XIX, se ve como el modelo liberal, en favor de la libertad y la igualdad,   se   contradice   ya   que   las   mujeres   tuvieron   que   luchar   para   conseguir   su emancipación, aunque  muchos  de  los  discursos  sobre  el tema, reforzaron  su  rol como madre y esposa, sin atacar verdaderamente a la estructura patriarcal. Fue Concepción Arenal,  juntamente  con  algunas otras como  Emilia  Pardo  Bazán,  Rosario  de  Acuña, o  Ángeles López de Ayala, las que fueron impulsando y consiguiendo cambios en las  capacidades  y  derechos  de  las  mujeres  al poner  las  bases  del  feminismo  que  se desarrollaría en el siglo XX.

Trató  sobre  la  cuestión  femenina  por  primera  vez  en La mujer del porvenir (1869) donde dignificaba a la mujer como persona, la integraba en su entorno como individuo y la pretendía incorporar en el mundo laboral, social, familiar y religioso. En su siguiente obra publicada en relación a la condición de la mujer, La mujer de su casa (1883), explicaba que buscar  la  perfección  de  la  mujer  en  el  ámbito  doméstico  no  era  sinónimo  de  progreso.  En esta obra fue más allá que en la anterior ya que hizo un análisis desde una perspectiva más crítica  y,  además,  tenía  el  apoyo  de  feministas  de  otros  lugares  de  Europa  y  sobre todo  de América.  Es  decir,  en  esta  obra  intentó  romper  con  los  argumentos  de  los  sectores  más católicos que defendían que la mujer debía de dedicarse únicamente a la domesticidad.  Concepción Arenal incluso afirmó que la mujer era moralmente superior al hombre ya  que  era  más  bondadosa  y  sensible  y  que  su  relación  de  dependencia,  sobre todo económica,  con  el  hombre  y  la  falta  de  educación  la  dejaban  en  una  posición  de subordinación que, según pensaba, no  favorecía  al  hombre  ya  que  éste  debería ser  el primer  interesado  en  tener  a  su  lado  una  mujer  fuerte  y  perfecta  para  que  la  sociedad progresara. En definitiva, a lo largo de su vida, mostró respeto a la mujer del  hogar y sostuvo la importancia de la lucha de derechos de las mujeres en aquella nueva sociedad moderna en que la mujer había de formar parte de la vida pública pues tenía una misión social.

Concepción   Arenal   trabajó   en   colaboración   con   masones,   librepensadores   y krausistas en calidad de defensora de una naturaleza más digna para las mujeres y aquellas personas desfavorecidas que vivían en la miseria. Algunos expertos afirman que la relación con la masonería le vino a través de su padre, pero parece que no se han encontrado documentos que avalen esta suposición. Tampoco se tiene constancia de que ella fuera iniciada en ninguna logia. Cabe decir, no obstante, que sí  que  colaboró  con  la  logia  las Hijas  del  Sol,  dirigida  por  la  baronesa  Wilson,  que  estaba vinculada  a  la  logia Los  Hijos  del Trabajo del  Gran  Oriente  de  España,  y  que  sus  escritos fueron  recomendados  en  el Boletín  Oficial  del  Gran  Oriente  de  España en  diciembre  de 1872,  los  cuales  se publicaron  también  en  la  “Voz  de  la  Caridad”.  Además,  lo  que  sí  está claro es que, a partir de los años cincuenta, cuando Arenal apoyaba ética y racionalmente  a  alguna  de  sus  amistades  impulsoras  de  la  regeneración  de  la  sociedad, colaboró con masones y librepensadores como Francisco Giner de los Ríos y Gumersindo de  Azcárate.  También  recibió  influencia  de  la  Institución  Libre  de  Enseñanza  en  la  cual participaban  masones, masonas  y  krausistas  y miembros de  la  Asociación  Abolicionista  Española para hacer desaparecer la esclavitud en las colonias españolas a la que también se añadieron algunas masonas como Pilar Amandi de Ozores.

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Los  escritos de  Concepción  Arenal  estaban  enfocados  a  dar  soluciones  prácticas  acerca de aquellas personas que vivían en la miseria, las mujeres, los niños abandonados, los obreros   y   los   presos,   objetivos,  de  proyectos  impulsados  por  sectores librepensadores,  masones  y  krausistas.  Por  ese  motivo,  la  perspectiva  de  Concepción  con relación a cuestiones sociales, hizo que tuviera apoyo en sus acciones de este tipo de sectores. En resumen, Concepción Arenal siempre se situó en el terreno racional y mostró, a la  vez, su  capacidad  de  freno  en  el  surgimiento  de  pasiones  políticas  y confesionales; motivo  por el cual tuvo relaciones con amplios y diferentes círculos  ideológicos  y confesionales, sin estar adherida a ninguno de ellos.

Los principales logros del movimiento feminista español

A través de las figuras descritas hemos ido viendo los objetivos del feminismo. Veremos los logros feministas en España que han producido un gran avance social ya que han sido una fuerza transformadora a nivel nacional.

*Derechos el acceso a la vida pública y política. El acceso de la mujer a la política española es uno de los logros feministas más importantes de la historia de España. Durante siglos, la política ha sido dirigida por hombres y por ello todas las reglas del juego las han impuesto ellos bajo su criterio, estableciendo normas que siempre les han favorecido y, por el contrario limitando a las mujeres en todas sus actuaciones, incluso restringiendo sus derechos.

*Derecho al sufragio femenino. Ambos, hoy en día son realidades legítimas de los que gozamos las mujeres gracias a la lucha feminista. Gracias a Clara Campoamor y su defensa del voto femenino se reconoció el sufragio femenino en la Constitución de 1931, y se pudo ejercer en las elecciones generales de 1933.

*La emancipación de la mujer o liberación femenina, es decir, la evolución que ha experimentado el movimiento feminista y sus reivindicaciones, que han permitido a la mujer dejar de estar sometida al hombre.

*Otro gran logro que se produjo durante el siglo XX fue la tenencia de propiedades y tierras por parte de las mujeres, ya que hasta el momento todas las propiedades estaban a nombre del marido sin posibilidad que las mujeres pudieran optar a gestionar sus propios bienes.

*Derechos como el acceso de la mujer a la educación superior, lo cual representó un hito, ya que el acceso de las mujeres a la universidad estuvo prohibido hasta principios del siglo XX. Es conocido que Concepción Arenal tuvo que inscribirse como hombre en la universidad y, así disfrazada, acudía a las clases.

*Acceso al mercado laboral. Este hecho se produjo durante la Primera Guerra Mundial. El conseguirlo no fue tanto por reconocimiento de derechos de las mujeres como por la falta de trabajadores debido al reclutamiento de la población masculina para acudir al frente. Sin embargo, provocó el acceso inmediato y necesario de la mujer al trabajo remunerado. Hasta entonces, las mujeres se encontraban relegadas al ámbito doméstico, es decir, a un trabajo no remunerado.

*La Revolución en la moda femenina. Como tantos otros cambios, vino impulsado de Francia por Coco Chanel, precursora de esta revolución de modistas y diseñadores que cambiaron radicalmente los estereotipos de la moda femenina al asegurar que los pantalones y trajes convertían a las mujeres en personas más activas y menos “ornamentales”.

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El feminismo español en el siglo XXI

A lo largo del siglo XXI, las reivindicaciones feministas se han centrado en derechos sociales y presencia de las mujeres, expresados con una radicalización de ideas y actuaciones que a veces, llevan al absurdo.

Una vez reconocidos los derechos fundamentales de las mujeres, la lucha feminista ha puesto de manifiesto las dificultades que sufren las mujeres para acceder a puestos de representatividad dentro de las empresas y administraciones públicas, el “techo de cristal” todavía existe y puede que romperlo sea el próximo gran logro del feminismo. Efectivamente,así es,  si no continúan equivocando los caminos para conseguirlo, porque las feministas actuales lo centran todo en el sexo y no en el desarrollo de las neuronas por la preparación como defendían las feministas del XIX , las serias, las preparadas, aquellas que defendían que había que lograr la igualdad entre los sexos en los mismos términos y siempre que aquello que defendìan fuera en beneficio de la sociedad en general y no en el de aquellas mujeres vinculadas de alguna u otra forma al poder.

La decepcionante actitud del feminismo actual se explica por la falta de preparación de sus lideresas que solo saben resolver sus reivindicaciones con gritos y carteles a cada cual más soez. Da lo mismo el grupo al que pertenezcan: hetero o LGTBI, siguen el “credo” hedonista e irresponsable que marcó Aleister Crowley cuando en aras de la defensa extrema de la propia libertad individual decía: “solo tienes derecho a hacer tu querer”,es decir, tu voluntad. Así, para esta degradación del feminismo actual solo cuentan los actos, satisfacer sus instintos, nunca las consecuencias que de ellos se deriven, por ejemplo, los embarazos. Han conseguido que los abortos provocados, es decir, verdaderos asesinatos de bebés formados y con su corazón latiendo independiente del de la madre, sean considerados “derechos humanos” ¿no es una incongruente aberración? Las verdaderas feministas, aquellas que procuraban la verdadera defensa de la mujer, lucharían por conseguir ayudas para aquellas que se ven abandonadas y no abogarìan con extirpar al inocente como si fuera un tumor.

Me pregunto qué dirían, ante esta barbarie, feministas ilustres: Concepción Arenal, Ángeles López de Ayala, las hermanas Cavia, etc. tan preocupadas por la mejora de las condiciones de la infancia, cuando este feminismo tan radical, no les permite ni llegar a nacer. Y, por supuesto, que lo defiendan como un derecho, con toda seguridad, lo considerarían un atraco ante la ley natural.

Empiezan asesinando a los que intentan nacer y quieren seguir con aquellos que encontrándose en el otro extremo al final de su recorrido vital, quieren acelerar su muerte porque según sus “principios éticos” no son personas útiles y, por el contrario, suponen un gasto en hospitales, medicinas y pensiones. Y defienden ferozmente la implantación del modelo transhumanista que  no tiene nada de inocente. Como dice Estulin:El transhumanismo acabará con la humanidad, acabará con la familia, con la procreación…. Ante tales despropósitos alejados de lo que fue la verdadera lucha por la igualdad de la mujer frente al varón, quienes, aún siendo contrarias a la vinculación masónica de aquellos grupos, añora los principios y valores de aquellas valientes mujeres, no puede dejar de reconocer que  lo defendido en el XIX, si era defensa de la mujer, esto de ahora, es seguir servilmente los dictados de la élite, ésa cuyo plan ha sido siempre desindustrializar y despoblar el mundo”, asegura Daniel Estulin. “Somos 7.000 millones de personas en el planeta Tierra, un espacio reducido, pequeño y con recursos naturales limitados. Es muy muy sencillo:  para que ellos coman, nosotros tenemos que morir. Ese es elplan de la élite, reducir la población mundial, de una forma u otra, y desindustrializar el mundo utilizando el crecimiento cero”.  “La pobreza va a ser tan profunda a nivel mundial y el desarrollo tecnológico va a aumentar tanto, que la separación entre el 99% de los pobres y los super ricos va a ser más grande que nunca”, aegura Estulin. Hasta hace muy poco la mejor herramienta que tenían los ricos para controlar la población, y que siguiera habiendo recursos para mantenerse en el poder, eran las guerras. Pero a día de hoy matar sale muy caro. Lo mejor, explica Estulin, es que la población acepte sin grandes pataletas el mundo que está por venir. Personas muy poderosas quieren reducir la población. Por ejemplo, Bill Gates en una charla TED de 2010 dijo: “El mundo actual tiene 6.800 millones de personas. Se dirige a unos nueve mil millones. Ahora, si hacemos un gran trabajo en nuevas vacunas, atención médica, servicios de salud reproductiva, podríamos reducir eso, quizás, en un 10 o 15 por ciento”.

Además, las feministas afirman que sus propuestas de no tener hijos, es por afán cultural para ayudar a “salvar el planeta”, estupidez supina porque el clima siempre está cambiando desde el principio de los tiempos y no ha sido impedimento para que la población se desarrollara.  El profesor Michael Anton publicó, al respecto, un brillante ensayo en New Criterion,  titulado «Sin precedentes». En él examina las tendencias culturales recientes que influyen en la civilización occidental:

“Una característica extraña de nuestro tiempo es la combinación de una hipersexualización masiva con una esterilización masiva. Algunos argumentan, plausiblemente, que el vínculo es directo: la hipersexualización desconectada de la procreación conduce inevitablemente a menos bebés. No obstante, el grado en que el colapso de la fertilidad sea simplemente un efecto de la modernidad versus un plan deliberado de nuestros gobernantes es una pregunta abierta. Ciertamente està comprobado que todas las sociedades desarrolladas económica y tecnológicamente, independientemente de su región, cultura, raza o religión, viven tasas de natalidad que se desmoronan.Pero también es cierto que los gobernantes defienden y celebran, el consumismo, el egocentrismo, el sexo casual, el retraso del matrimonio, las parejas (puede decirse) «no fecundas» y, donde y si todo eso falla, las familias pequeñas: «por el medio ambiente». En otras palabras, cuando y donde el (supuestamente) inexorable proceso de la modernidad es superado por el innato deseo humano de amor y familia, el régimen interviene ansiosamente con propaganda para intimidar a los hombres y mujeres para que abandonen tales anhelos. Supongo que hay un precedente casi histórico para esto, a saber, la política de un solo hijo de China, en vigor desde 1980 hasta 2015. Pero eso se implementó para aliviar (se pensaba) una inminente crisis maltusiana, un temor que no puede aplicarse razonablemente a la América contemporánea, cuya tasa de natalidad es de 1,64 y cae como una piedra. La propia China, cuyos dirigentes quieren que su pueblo siga viviendo, acaba de abandonar esta política. Mientras tanto, Estados Unidos y otros países, hacen todo lo posible para suprimir los nacimientos autóctonos. ¿Ha sucedido esto alguna vez en un país que ni siquiera se enfrenta a su propia «crisis de población»?”

Y sin embargo aplauden insistentemente la ilegal entrada de individuos sin preparación, de culturas ajenas, y hasta opuestas, a la autóctona, lo que provoca graves conflictos en la sociedad.

¡Qué diferencia con las ideas expuestas a las mujeres por Rosario de Acuña en La Luz del Porvenir (05-02-1888):

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….” El amor sexual no es tu único destino, antes de ser hija, esposa y madre, eres criatura racional, y a tu alcance está lo mismo criar hijos que educar pueblos. ¡Alza, pues, tu frente y mira el horizonte ilimitado de tu actividad de ser pensante. Tu misión es paralela a la del hombre. Entre los dos tenéis que mejorar la especie, y tan necesario es que tu cerebro piense como que sienta el corazón masculino. La vida es una repartida de los dos sexos». Las mujeres desatarían así sus exclusivos lazos con la Naturaleza para adentrarse en lo público, participando en las tres grandes actividades que definían la condición humana: la reproducción, el trabajo y la acción política y social.” Qué posición tan distinta tienen ahora! De aquella colaboración entre iguales, han pasado a desatar un odio feroz contra el hombre.

Efectivamente. Pero aun siendo esto malo, lo peor es que cada día su perversidad aumenta. La masonería comenzó colocando al hombre antes que a Dios y ya estamos en el momento en que el ser humano, al menos en España, está siendo sustituido por el mundo animal, de modo que hasta una rata tiene más protección que un bebé. Matar una rata está penalizado, asesinar un nasciturus es un derecho.

La explicación la encontramos fácilmente si comparamos la valía y preparación de aquellas feministas entregadas a la lucha por mejorar la formación cultural de la mujer, con las actuales, obsesas del sexo dispuestas a enseñar su práctica a niños de primaria y muchas más aberraciones, como la ley que favorece más a los violadores que a sus víctimas. Podríamos concluir diciendo que en realidad, lo que actualmente se llama feminismo en España, solo es un chiringuito que sirve: 1º) para que el gobierno controle unos cuantos votos más que le permitan seguir disfrutando del cargo y 2º) asfixiar aún más al contribuyente para que al empobrecerlo les haga más dependientes y serviles, mientras que ese aumento del gasto abusivo e inútil que pagamos los españoles no revierte en una mejora de la situación de la mujer, sino todo lo contrario, porque lo que este feminismo ha conseguido, es prostituirlo y como mínimo, banalizarlo.


  • [1] Josefa Amar y Borbón (Zaragoza, 4 de febrero de 1749​-Ibidem, 21 de febrero de 1833) . Pedagoga y escritora española en elperiodo de la Ilustración. Ingresó en 1782 en la Real Sociedad Económica Aragonesa de Amigos del País, en la que fue la primera mujer, y en 1787 en la Junta de Damas de Honor y Mérito de Madrid. Entre sus muchas actividades,  fue ensayista y centró su producción en defender la capacidad de las mujeres en actividades intelectuales, políticas y de gestión, lo que generó controversia en su época.
  • [2] La mayoría de estas damas tenían relación familiar con miembros pertenecientes a las Sociedades Económicas de Amigos del País, de las que el ilustre polígrafo Menéndez Pelayo en su exhaustiva «Historia de los Heterodoxos Españoles», decía que «vinieron a servir sus Juntas de pantalla o pretexto para conciliábulos de otra índole, hasta convertirse algunas de ellas, andando el tiempo, en verdaderas logias o sociedades patrióticas».
  • [3] Marie Deraismes (1828-1894) ferviente seguidora de la masonería  decidió dar un paso importante el 25 de noviembre de 1881 cuando solicitó su entrada en la logia Les Libres Penseurs de Pecq, ingreso que se haría efectiva dos meses después. En su discurso de ingreso, Marie aseguró que la «puerta que habéis abierto no se cerrará detrás de mi y toda una legión me seguirá. Habéis dado una prueba, mis hermanos masones, de sabiduría y energía». El mismo año, Marie fundaba la Liga Francesa por el Derecho de las Mujeres. En su programa fundacional, Marie especificó las grandes líneas de acción que el feminismo debía trabajar, entre las que destacaba la igualdad legal de hombres y mujeres, lo que suponía, entre otras cosas, la abolición de la sumisión de la esposa respecto del marido y el derecho al sufragio femenino. Marie también insistía en la necesidad de dar el mismo acceso a la educación para que las mujeres pudieran desarrollar su inteligencia en igualdad de condiciones que los hombres. En 1893, además de iniciar a dieciséis mujeres en la masonería, Marie Deraismes, junto a Georges Martin, fundaron la primera logia mixta, la Orden Masónica Mixta, en la que se admitirían en igualdad de condiciones a «hermanos y hermanas».
  •  [4] El Pacto de Ostende fue el acuerdo firmado el 16 de agosto de 1866 en la ciudad belga de Ostende por el Partido Progresista y el Partido Demócrata, a iniciativa del general progresista Juan Prim para derribar la monarquía de Isabel II de España.
  •  [5] Cristóbal Litrán Canet [Reus, 1861] fue uno de aquellos personajes ensombrecidos por la historia, a quien las circunstancias situaron a medio camino entre la educación y la agitación, entre la pedagogía y la revolución. Con destacados antecedentes federales en la familia, sus inquietudes literarias a probar tempranamente como escritor regeneracionista y de ahí a rondar las incipientes efervescencias revolucionarias de la década de los 90 Vinculado a la masonería de una u otra forma cuanto menos desde 1886 en adelante, pronto despuntó como periodista, siendo fundador y director de La Autonomía de Reus [1893-1901], lo que le dio el suficiente prestigio para convertirse en colaborador y corresponsal de buena parte de los periódicos progresistas, y no tanto, con tirada nacional. Destacado orador y escritor, hablaba y escribía lo mismo en catalán que en castellano, cautivando con su correcta oratoria a la gente del campo para la causa obrera y republicana en la que militaba con convencimiento. Con el cambio de siglo se perfilaría como agitador societario en la región, y en especial en su ciudad, Reus, ya fuera como delegado regional en la campaña pro-revisión de Montjuich, o como miembro de la Federación Revolucionaria, siempre cerca de la activa sección local de toneleros y de los comités de huelga.
  • Algo sacudió sus convicciones tras la visita a Reus de Alfonso XIII en 1904, cuando sus correligionarios se pliegan a las exigencias protocolarias, retiraron la placa conmemorativa instalada muchos años atrás en el ayuntamiento  que conmemoraba la celebración del primer matrimonio civil. Este hecho le llevó a la desafección práctica de las filas de la política republicana local, y a emerger desde entonces como agitador cultural en toda regla, centrándose en mantener el buen nivel del Centro de Lectura de Reus, al que había dado nuevo impulso sobre bases racionalistas, que ya había venido expresando mediante sus habituales colaboraciones en la prensa (La Conciencia Libre, El Motín, Las Dominicales..), y que por ejemplo le llevaron a adquirir protagonismo en el Congreso Librepensador de Roma del otoño de 1904, al que asistió representando a un nutrido número de sociedades obreras y grupos librepensadores de toda la península. Aparece afincado definitivamente a principios de 1906, cercano ya al bando lerrouxista, posicionándose como uno de los dirigentes destacados en los actos de la Casa del Pueblo, aunque manteniendo sus inclinaciones federalistas y autonomistas. En paralelo a la suerte de los que dieron la cara por Ferrer Guardia, sufre primero el destierro a Alcañiz en agosto de 1909 el 10 de septiembre de 1913 fuera procesado en consejo de guerra, en aplicación de la ley de Jurisdicciones, por injurias al ejército en un artículo publicado en El Progreso en julio de 1909, siendo condenado al exilio en el mediodía francés -Montpellier-, donde permanecería hasta diciembre de 1914 trabajando eventualmente para la editorial Garnier de París. Litrán, ocuparía la Secretaria del Consejo Regional Federalista de Cataluña hasta su muerte, falleció en Rubí el 27 de diciembre de 1926, en la más austera de las miserias y debilitado por una larga enfermedad, pero sin renegar de ninguna de sus convicciones.
  • [6] Loveton es la forma en que la Masonería llama a los hijos de los maestros masones. Por considerarse a sí mismos los francmasones como “hermanos”, cada hijo de un maestro masón es sobrino de todos los otros masones.

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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