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Entrevistas

Horacio Fernando Giusto analiza en profundidad El libro negro del Ecologismo

Horacio Fernando Giusto Vaudagna. Docente en Lic. de Filosofía (IEX – Ecuador). Diplomatura en Filosofía por la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino. Certificación de IEX – Ecuador, con aval de la Universidad Católica de Nueva España, en “Introducción a la Filosofía”, “filosofía medieval,” “Lógica y Pensamiento Crítico” y “Gnoseología”. Autor del libro “El conservadurismo en 10 reflexiones” y “El libro negro del ecologismo”. Conferencista internacional y ensayista. Director del medio periodístico independiente “La Resistencia Radio”.

¿Por qué un trabajo titulado El libro negro del Ecologismo?

La presente obra es una continuación de aquella tradición que surge primero con “El libro negro del comunismo” y luego siguieron Agustín Laje y Nicolás Márquez con su obra “El libro negro de la nueva izquierda”. En este sentido, “El libro negro del ecologismo” expone tanto una crítica a la hegemonía progresista como al metacapitalismo que se protege políticamente bajo el poder de organismos internacionales.

Para comprender la tesis principal vale considerar a Ernesto Laclau y Chantal Mouffe en “Hegemonía y estrategia socialista”, publicada en el año 1985, que sostienen: “la nueva izquierda tiene que hegemonizar nuevos sujetos de la revolución que ya no necesariamente tengan que ver con el problema económico, pues es precisamente esta área en la cual la izquierda ha perdido terreno”. Tal como bien expone el gran pensador Pablo Muñoz Iturrieta quien prologa el Libro Negro del Ecologismo: “El ecologismo se ubica dentro de un marco ideológico que poco tiene que ver con la ciencia y mucho que ver con la renovación y recreación de la nueva izquierda, la que a su vez es usada como la mano de obra barata del poder financiero internacional, que en definitiva son quienes realmente gobiernan este mundo y en ese programa de reingeniería social buscan controlar la población, eliminar a los pobres (en vez de ofrecerles una solución y salida a su pobreza) y limitar el número de nacimientos para que en un mundo automatizado no exista ninguna persona “de más”.”

Por ello es que resultó prudente seguir con la tradición de exponer todo lo oscuro que hay en una izquierda que se ofrece al mundo como una nueva religión salvífica.

¿Dónde está la negrura de esta ideología verde?

Lo irónico es que antes de hablar de lo “negro” del libro, debería hablarse de lo “rojo”; de hecho, el libro menciona que el ecologista es similar a una sandía en tanto que verde por fuera mientras rojo por dentro. Bien se marca que el movimiento ecologista es, en esencia, un movimiento político-cultural que se consolidó en la agenda pública de los países de Primer Mundo durante la década de 1960, con autores como la bióloga marina Rachel Carson, en Estados Unidos, quien publicara en 1962 su obra culmine: “La primavera silenciosa”; el entomólogo Paul Ehrlich, cuyo best seller “The population bomb”, publicado en 1968, lo lanzara a la fama en la misma década; el ex-candidato presidencial estadounidense Barry Commoner; el profesor del MIT, Dennis Meadows; el ecólogo Garrett Hardin, o el padre de la ecología política francesa, André Gorz –sobre quienes volveremos más adelante-, entre otros.

Explicar las bases teóricas del movimiento ecologista constituye un verdadero desafío. Pues el ecologismo, como tal, no tiene una identidad propia, sino que sus nociones básicas y sus construcciones teóricas son sino premisas contra el sistema de producción capitalista y los valores de la sociedad occidental. Como lo compendia la activista climática Naomi Klein, este movimiento pone “directamente en cuestión nuestro paradigma económico dominante”, al tiempo que “los relatos sobre los que se fundamentan las culturas occidentales […] y muchas de las actividades que dan forma a nuestras identidades y definen nuestras comunidades”.

Lo negro en el ecologismo radica en la falta de claridad, donde surgen exponentes en un inicio de filiación cientificista y eugenésica, hasta pensadores místicos que sin sustento alguno vaticinan catástrofes que nunca se cumplieron. Véase dos ejemplos concretos:

A) Ökologie, término acuñado en 1869 por el naturalista alemán Ernst Haeckel a partir de las palabras griegas oikos (casa, vivienda, hogar) y logos (estudio, análisis), refiere al “estudio del hogar”. En un principio, Haeckel entendía por ecología a la ciencia que estudia las relaciones de los seres vivos con su ambiente. Posteriormente ampliaría esta definición al estudio de las características del medio, donde también envolvería el transporte de materia y la energía, como así también su evolución por las comunidades biológicas. José Alfredo Elías Marcos detalla en uno de sus artículos que en el libro “El enigma del Universo” de Haeckel, se proclamó que la civilización moderna evolucionó gracias a lo tecnológico y lo científico, aunque seguía careciendo de un cambio cualitativo en lo moral y lo social. Advierte “una inquieta sensación de desmembramiento y falsedad” que asolaba Europa impregnando temor a “grandes catástrofes en el mundo político y social”, dirá Haeckel: “La desmedida arrogancia del presuntuoso hombre le ha hecho creer erróneamente que es ‘la imagen de Dios’, dueño de una vida eterna… y poseedor de un ilimitado libre albedrío”. Haeckel sostuvo que la humanidad debía alejarse de las falsas ilusiones prometidas por la religión; el retorno a la naturaleza como directriz del orden parecía ser el destino buscado por el fundador de la Ecología. Dirá José Alfredo Elías Marcos al explicar el pensamiento de Haeckel:

“El nuevo hombre debía ser uno la “ecología”, ya que toda la historia humana era sólo una parte de la “historia de la rama de los vertebrados”. La selección natural de Haeckel está en función de la evolución, la cual corresponde a un sistema de crecimiento orgánico que impregna toda la naturaleza y que Haeckel llamó “monismo” (sistema vitalista determinista donde todas las fuerzas se desplazaban hacia una sola totalidad, incluida la comunidad humana). Esta visión monista de clara inspiración en Spinoza da muestra que el propio origen de la ecología es incompatible con el realismo filosófico tomista que sostiene la Iglesia Católica.

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B) Tal como se muestra en el presente libro, Los denominados “metales raros” son un grupo de 17 elementos -entre ellos el escandio, lantano, itrio, cerio, holmio, praseodimio, neodimio, prometio, europio, samario, gadolinio, terbio, disprosio, erbio, tulio, lutecio e iterbio- que se utilizan en gran medida en la producción de vastos sectores de la economía global, incluyendo el tecnológico, el de la energía renovable y las refinerías de petróleo, entre otros, ya que los mismos cuentan con particularidades físico-químicas que les permiten poner en funcionamiento a las “tecnologías limpias”. En relación con lo dicho, es preciso remarcar que China produce el 85% de los metales raros que utiliza el mundo, lo que le otorga una influencia decisoria en un mercado clave para el sector tecnológico. De hecho, la distribución porcentual de metales raros producidos en el año 2019 muestra a China como el líder mundial, habiendo elaborado el 61,97% de la producción total, superando abrumadoramente a Estados Unidos, segundo productor mundial, con el 12,2%, y a Birmania, con el 10,32%, al mismo tiempo que las minas del gigante asiático representan el 70% de la producción global. China no destaca principalmente por su buen desempeño ambiental.

De hecho, en su índice de desarrollo ambiental publicado en 2018, un estudio que clasifica a 180 países en base a 24 indicadores sobre diez categorías de problemas ambientales, la Universidad de Yale valoró el desempeño ambiental de China con solo 50 puntos sobre 100, siendo uno de los países que más contaminan en el mundo, ocupando el puesto 120 de 180 países . En este sentido, cabe recordar que las autoridades del gigante asiático dictaminaron en varias ciudades del país no salir de sus casas a los habitantes debido a los altos índices de contaminación durante el año 2018 . “Los índices de calidad de aire tienen los siguientes parámetros: debajo de los 50 es bueno; arriba de los 200 es altamente peligroso”. Tal como se observa el ecologismo se sostiene gracias a la alta tasa de contaminación que emana de una nación que se halla bajo el poder del Partido Comunista (allende de la persecución y esclavización de disidentes religiosos).

Tanto en lo intelectual como en lo práctico, el ecologismo es en sí un movimiento por demás antagónico a lo Verdadero y lo Bueno.

¿Cuál es, por tanto, la esencia política y filosófica de esta ideología?

El ecologismo por sí carece de esencia. De allí es que el ecologismo, transversal a la Teología de la Liberación, el Indigenismo, la Eugenesia, el Corporativismo, el Eco-Feminismo, la Revolución Cultural de la Nueva Izquierda, como tantos movimientos más, se explica según sus propios intelectuales de la siguiente manera:

Gorz, padre del ecologismo político francés, dice: “la ecología, por los nuevos parámetros que introduce en el cálculo económico, constituye virtualmente una disciplina profundamente anticapitalista y subversiva […] Ataca la producción capitalista en el nivel de su fin inmanente: el acrecentamiento continuo del capital, y de allí se pasa naturalmente a refutar la lógica capitalista en cuanto al sistema en su totalidad”.

Lowy, sociólogo ecologista y referente de América Latina, dice: “proposición radical que no solo apunta a una transformación de las relaciones de producción, a una mutación del aparato productivo y de los modelos de consumo dominantes, sino también a crear un nuevo paradigma de civilización, en ruptura de los fundamentos de la civilización capitalista / industrial occidental moderna”.

Marcuse, principal intelectual del mayo francés, dice: “la lógica ecológica es la negación pura y simple de la lógica capitalista, no se pueda salvar la Tierra en el marco del capitalismo”.

Tal como se ve y lo explica la politóloga argentina Flavia Broffoni: “Después del Mayo Frances de 1968, las revueltas populares juveniles se convirtieron en movimientos ambientalistas, feministas, culturales, libertarios o autonomistas en contra de la cultura del progreso ilimitado, consumista, jerárquico y patriarcal. El surgimiento de nuevas aspiraciones transformadoras generó fuertes expectativas de traducción política, que finalmente no tuvieron una expresión político-ideológica unificada. Ante el vacío narrativo que tradujera de forma colectiva estas ideas de transformación sistémica, nacieron y se multiplicaron las ONG ambientalistas que todes [Síc.] conocemos hoy. […] El verdadero ecologismo cree, y en consecuencia propone, un cambio profundo y radical en los patrones de consumo que rigen el modelo actual”. Esto permite concluir que el ecologismo es esencialmente un movimiento sin esencia, tan solo se expresa como mera subversión al orden establecido presentándose como proyecto negativo, es decir, como rechazo a lo que es sin aportar una sustancia para ser.

Por lo expuesto es que hace honor hablar del libro negro en tanto que el ecologismo es mera privación, como la oscuridad y la muerte que no son entes en sí sino privaciones de aquello que podría ser y ya no es; hoy el ecologismo es el ocaso de las naciones cristianas que paulatinamente mueren bajo la influencia de metacapitales protegidos políticamente por la Agenda 2030 mientras se le rinde culto pagano a falsas deidades como la Pachamama, la Gaia o la “Madre Naturaleza”.

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¿Dónde radica su maldad intrínseca?

La maldad del ecologismo radica en la propia génesis de su pensamiento que considera al hombre como otro ente orgánico a la par de cualquier especie conocida. Retomando al creador del concepto de ecología, Haeckel radicaliza las posturas de Darwin.

La selección natural, la lucha a muerte por el dominio y el poder, está en función de la evolución, la cual corresponde a un sistema de crecimiento orgánico que impregna toda la naturaleza y que Haeckel llamó “monismo”. Haeckel sostuvo que la humanidad formaba parte de aquel determinismo naturalista donde todo surgía de una sustancia primera y que hacía a la totalidad del ser. Haeckel fundó la “Liga Monista” que pregonó en Alemania las ideas más profundas en orden a la selección natural y la evolución; de hecho, Haeckel focaliza ya a comienzos del Siglo XX sus investigaciones en la embriología y anatomía desde su teoría evolutiva. La evolución de la humanidad era considerada desde una unidad universal y exclusiva del estadío evolutivo más apto. Las ideas de la Eugensia paulatinamente comienzan a asentarse en el campo cultural lo que a la postre favorecería la legitimación de cualquier política pública en dicho orden.

Un personaje conocido en el pensamiento ProVida hereda esta visión. Margaret Sanger (1879-1966) fue una enfermera estadounidense encarda de fundar durante 1916, en Nueva York, la primera clínica de control de desarrollo demográfico en los Estados Unidos. Sanger era activista a favor del control del crecimiento demográfico de la raza negra en EEUU; por tal razón, en 1921, crea la “Liga Americana para el Control de la Natalidad” la cual se convertiría en en 1942 en la Federación americana para la planificación familiar (Planned Parenthood Federation of America – PPFA) que, asociándose a otros organismos internacionales, crea en la India (1952), la Federación Internacional de Planificación Familiar (IPPF) de la que fue su presidente hasta 1959.

Válido es recordar las propias palabras de Sanger para justificar la segregación de discapacitados cuando dijo en Control de población y Salud de las mujeres (1917): “En la historia temprana de la raza, la llamada «ley natural» [es decir, la selección natural] reinaba sin interferencias. Bajo su inmisericorde regla de hierro, sólo los más fuertes, los más valientes, podían vivir y convertirse en progenitores de la raza. Los débiles, o morían tempranamente o eran muertos. Hoy, sin embargo, la civilización ha aportado la compasión, la pena, la ternura y otros sentimientos elevados y dignos, que interfieren con la ley de la selección natural. Nos encontramos en una situación en la que nuestras instituciones de beneficencia, nuestros actos de compensación, nuestras pensiones, nuestros hospitales, incluso nuestras infraestructuras básicas, tienden a mantener con vida a los enfermos y a los débiles, a los cuales se les permite que se propaguen y, así, produzcan una raza de degenerados” .

Incluso, en “Un Plan para la Paz” (1932), afirmó que se debe: “mantener cerradas las puertas para evitar la entrada de ciertos extranjeros cuya condición se sabe es perjudicial para la raza, como los débiles de mente, idiotas, retrasados, locos, sifilíticos, epilépticos, criminales, prostitutas profesionales y otros de esa clase… Apliquen una rígida política de esterilización y segregación a aquellas partes de la población cuyo progenie ya esté corrompida o cuya herencia sea tal que características perjudiciales puedan ser transmitidas a su descendencia”.

Sanger creía, al igual que los defensores de la Eugenesia, que existía un determinismo biológico del cual no se podía escapar porque el mismo ya está grabado en la carga genética, similar al pensamiento del precursor del ecologismo. El racismo, la desigualdad social, la competitividad, las guerras, el hambre, las enfermedades, la agresividad, las diferencias entre sexos, el libre albedrío o el altruismo, son justificados por los deterministas biológicos, esencialmente, a partir de factores heredados por los genes, los cuales a su vez se rigen por los procesos evolutivos que operan en la selección natural. Dicha selección natural justifica el ejercicio de autoridad, dominio y opresión, sobre los “naturalmente” menos favorecidos, sobre la base de una aparente escasez de recursos o al notable y progresivo crecimiento de las poblaciones, factores que en última instancia, según los deterministas biológicos, condicionan la conducta humana.

Sanger fue en Ginebra 1927 (29 de agosto – 3 de septiembre), quien dirige la publicación de las Actas en la primer conferencia internacional de control demográfico, donde expresamente se mostró la preocupación por las tasas de natalidad de los latinos y el eventual peligro sobre los recursos naturales. Así también tantos pensadores más como Piaka o Kelly bregarán por el control de natalidad en nombre del ecologismo. Esta visión va a estar presente en cada pensador ecologista sin excepción en tanto que el hombre es una especie que debe ser controlada como si de un virus se tratara.

¿Hasta qué punto es incompatible con la cosmovisión cristiana?

El ecologismo es incompatible con el cristianismo esencialmente en su filosofía de base. El libro bien explica un punto cultural a tener en cuenta. una izquierda ecologista que comienza a inmiscuirse en aquel opio del pueblo viene a plantear en el Siglo XXI que para “deconstruir” la racionalidad capitalista y dirigir la sociedad hacia un nuevo paradigma ambiental es preciso potenciar un sistema axiológico que defina los valores que guiarán a las acciones concretas. Es este ámbito idea de religiosidad (con sus respectivos rituales, veneraciones, narrativas, conocimiento de la naturaleza caída del hombre, promesa del paraíso venidero, amenaza del castigo, autoridad espiritual, profetas) se amalgama perfectamente al discurso ecológico para un profundo calado cultural. Ello permitiría que con los mítines veganos (rituales), la romantización del animalismo (veneración), las ediciones de “La Bomba Demográfica” (narrativas), los discursos ecofeministas contra el hombre capitalista (pecado original), las promesas del New Green Deal (paraíso venidero), el fatalismo de la obra “La Bomba Demográfica” (castigo divino), las cátedras de Peter Singer (autoridad espiritual), los presagios de Greta Thunberg (profeta), se genere una religión posmoderna que quiebre la cosmovisión tradicional del mundo.

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Dos milenios de herencia cultural se interrumpen con la abrupta irrupción de una eco-religiosidad que comienza a germinar hace ya 3 décadas y en los últimos 2 años se consolida (véase el Sínodo de las Amazonias). El modelo de vida occidental es reemplazado por una visión de sostenibilidad que, según expertos en la materia resulta paradójicamente, insostenible; un simple ejemplo concreto y real sirve para exponer el sacrificio involuntario al que se someten millares de persona en ofrenda a la Madre Naturaleza sacra: el Acuerdo Verde.

Allende de lo expuesto, el cristianismo implica una noción realista en torno a la filosofía, mientras que todo intelectual ecologista ha sido netamente inmanentista; conforme al Principio de No Contradicción, no se puede ser y no ser simultáneamente y en el mismo sentido.

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En el caso del culto a la madre tierra, por ejemplo, se ve muy claro…

El “Sínodo para la Amazonía” es un ejemplo claro para entender un fenómeno que mantiene perplejo a muchos católicos. Aquel sínodo dejó preocupantes señales de blasfemia y declaraciones inquietantes que trascienden la Fe para inmiscuirse en las políticas culturales y económicas de cada Estado bajo premisas ecologistas. Prudentes es considerar que el devenir del desarrollo histórico presenta al ecologismo como la más acabada facción antagónica a Occidente que infiltra su pensamiento en cuanto movimiento posible sea. De allí es que resulta común y habitual escuchar a ideólogos anticapitalistas hablar del EcoFeminismo o promover el EcoTerrorismo, pero el reciente “Sínodo para la Amazonía” pone al descubierto un concepto propio de la subversión cultural: la EcoTeología.

Muchos católicos se ven desconcertados al tener que contrastar un dogma milenario con mensajes tercermundistas que unen a delincuentes como Grabois con intelectuales animalistas como Peter Singer. Basta ver como claro ejemplo de ello que, mientras la inmensa mayoría de ecologistas bregan por la reducción poblacional mediante políticas antinatalistas, parte de la jerarquía se dedicó en más de una ocasión a congraciarse con discurso de raigambre socialista antes que a interpelar enfática y denostadamente a la iglesia militante a luchar por la Vida y la Familia. Mientras miles de católicos padecen cruentas persecuciones, el líder espiritual muestra más preocupación por interferir en una selva que no es de su propiedad que por bregar por la seguridad de sus fieles. Tal como expresara el ex presidente de Brasil, cualquier iniciativa para proteger el pulmón verde “debe incluir un total respeto a la soberanía” de su país.

¿Por qué las ideologías de izquierda la han tomado como bandera?

El ecologismo apela a la bondad del discurso y la dicotomía con el disidente, donde el escéptico es tomado como un enemigo que atenta contra la naturaleza. Mientras la corrección política inclina todo el espectro cultural hacia la izquierda, los radicales promueven la degradación total del orden natural mientras tantos los tibios le son funcionales. Tal como señala el joven intelectual Ignacio Vossler, resulta preciso hacer referencia al sociólogo marxista francés Edgar Morin, pensador de los más influyentes de la literatura francesa del siglo XX, quien nos recuerda que “en el seno del marxismo y no en otra parte surgieron desde 1967 las tomas de conciencia capitales. Se comienza a comprender que la revolución no es necesariamente la abolición del capitalismo o la liquidación de la burguesía, ya que la maquinaria social reconstruye, reproduce una nueva clase dominante, una nueva estructura opresiva. Se comienza a comprender que en la raíz de la estructura […] de la sociedad hay estructuras generativas que gobiernan tanto la organización de la sociedad como la organización de la vida.

Es justamente éste el sentido profundo del término […] revolución cultural […]” ; así traza una diferencia sustancial con el viejo discurso de la revolución armada que había sido característico en las experiencias socialistas acontecidas a lo largo del planeta, al menos hasta la segunda mitad del siglo XX. Ahora se comprende que la revolución debe darse ya no desde el plano económico, pues este aspecto comienza a perderse en las distintas experiencias socialistas a escala global, sino que la revolución debe apuntar principalmente a un aspecto que antes no era tenido en cuenta: el cultural. Es decir, en un mundo en que los obreros comienzan a prescindir de las ideas del viejo marxismo, y en un escenario en que afloran nuevos puntos de conflicto social a lo largo de las democracias liberales de primer Mundo, es justamente este el marco en el que, como sintetizó el ambientalista italiano Ettore Tibaldi: “la ecología aparece como la nueva tentativa de hacer un ‘postmarxismo’ de los años 70” , en el cual “los ecologistas”, como escribió Edward Goldsmith, “est[arían] llamados a convertirse en una fuerza intelectual y política importante” con la que la izquierda habría “de contar de ahora en adelante”.

¿Por qué se ha sacralizado el ecologismo?

Cuán desafiante sería para el ecologismo sostener un absolutismo moral cuando la propia sociedad que engendró a dicha corriente verde era artífice del secularismo que le ofrecía plena libertad moral a sus ciudadanos. Generar obediencia debida implica ofrecer una visión sagrada para cada acción que legitima la norma moral; la propia cultura debía ofrecer una nueva religión que reemplace, tal como expresó Mijaíl Gorbachov (ex presidente de la Unión Soviética), quien sostuvo que “La Carta de la Tierra debe de substituir a los Diez Mandamientos y al Sermón de la Montaña”.

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Paulatinamente florecen afluentes externos al político, pero cuya ética implica una forma específica de entender las relaciones humanas; la hermandad entre sí por el amor a la naturaleza permite reconocer en el ecologista ya no un activismo político que no había es saciado por René Dumont o Petra Kelly. Comienzan entrelazarse en un discurso de amor a la Madre Naturaleza los médicos y los curanderos homeopáticos, los vegetarianos y los macrobióticos, los nudistas y los montañeros; era el rejunte de toda una pléyade de visionarios, inadaptados y exotéricos que condicionan la heterogeneidad interna del movimiento ecologista, pero le dan un sentido moral a su identidad externa.

Así es que uno comienza a estudiar el paso a la sacralización del Planeta, donde el hombre renuncia a ser creador y omnipotente para volverse un engranaje más en el sistema; se abandona el lugar que el teocentrismo confería a la dignidad humana como también se abandonó la posición superlativa del antropocentrismo, pues ha emergido el biocentrismo, allí donde la creación está por sobre el Hombre mismo.

¿Qué relación tiene con la Agenda 2030, el Nuevo Orden Mundial, confinamientos?

Para comprender este punto vale considerar simplemente 2 fenómenos concretos:

A) Sobre la digitalización de la vida gracias al encierro masivo: “En el año 2015 Bill Gates fundó, junto a un grupo de 28 inversores dueños de las más grandes empresas globales, la Coalición de Energía Breakthroug. Anunciada durante la COP-21 de la ONU, y conformada por algunos de los inversionistas privados, bancos y corporaciones multinacionales más importantes del mundo, el objetivo de la misma es trabajar mediante el impulso y el financiamiento en infraestructuras de energías limpias “para lograr cero emisiones netas” de dióxido de carbono antropogénicas hacia el año 2050, impulsando la transición energética hacia una economía sin emisiones de GEI. Así es que nació BEV -por sus siglas en inglés- como un grupo de influencia dedicado a contactar a inversores e instituciones, que en 2016 ya contaba con un fondo dotado de 880 millones de euros (un billón de dólares) para “apoyar empresas innovadoras que contribuyeran a detener el cambio climático”.

Entre los integrantes de la misma, encontraremos a personajes como Jeff Bezos, fundador de Amazon; Richard Branson, precursor del grupo conglomerado Virgin, dedicado a diversos sectores de la sociedad de consumo; el inversionista y expresidente de Open Society, George Soros; el director ejecutivo de Alibaba, Jack Ma; el administrador de fondos de cobertura y excandidato presidencial demócrata para las elecciones de 2020, Tom Steyer; John Doerr, inversionista de riesgo y compañero de Al Gore en Silver Spring, junto a otros nombres que ya hemos mencionado: Chris Hohn, fundador de Children Investments Foundation, ONG que integra a la European Climate Foundation, que mantiene estrecho vínculo con Greta Thunberg, y Michael Bloomberg, fundador y propietario mayoritario de Bloomberg LP, que también es patrocinador de la Coalición de Energía Breakthroug; el inversor de telecomunicaciones japonés Masayoshi Son; Meg Whitman, CEO de HP y el cofundador y director ejecutivo de Facebook, Mark Zuckerberg, junto a la empresa de inversiones The Engine (perteneciente al Massachusetts Institute of Technology), entre otros.

B) Sobre la militancia verde gracias al encierro masivo: La militancia ecologista ha sabido usufructuar el estancamiento económico global que trajo miseria y penuria a millones de seres humanos para reafirmar la tesis según la cual somos un “cáncer” para el planeta y que, a falta de actividad humana, el mismo se “recupera”: En este sentido, por ejemplo, el conocido medio de contenido ambiental National Geographic publicaba una nota el 18 de marzo de 2020 titulada “El planeta, el principal beneficiado por el coronavirus”. Aunque también hay quienes han sabido afirmar que, en verdad, la pandemia es culpa de la humanidad, al arrasar con la deforestación el hábitat de numerosas especies, como los murciélagos, haciendo caso omiso al relato oficial de la OMS, o quienes han afirmado que, en esencia, la pandemia por coronavirus tiene su origen en el calentamiento global . La politóloga argentina Flavia Broffoni en “Extinción: ¿Qué estás haciendo para evitar el colapso?”, afirma: “El virus Sars-coV-2 es de origen zoonótico.

Esto quiere decir que su propagación entre los humanos responde a cualquier otra enfermedad: se transmite por un salto desde una especie que no debería estar, en algunos contextos, en contacto con la otra. […] La COVID-19 nos dejó algunas enseñanzas sobre estas interfaces y sus implicancias. David Quammen exploró las razones de las pandemias en su libro de 2012 Spillover: Animal Infections and the Next Human Pandemic. Allí sostiene que una población humana enorme, sumada a una creciente población de animales industrializados, combinada con la destrucción de los hábitats naturales y los ecosistemas alterados, resulta en un combo que podría convertirse fácilmente en la venganza final de la naturaleza contra la humanidad”. Finalmente, concluye: “Más allá de las teorías sobre el origen del nuevo Coronavirus […] los virus asociados con los murciélagos surgieron debido a la pérdida de sus hábitats, a causa de la deforestación y la expansión agrícola”.

¿Por qué el calentamiento global, el cambio climático… es la mayor estafa de la historia?

Es preciso distinguir que el cambio climático existe, pero se discute la incidencia del hombre (si es antropogénico). Pare ello uno se vale de 3 científicos que se expresan al respecto:

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A) Patrick Moore, ecólogo y expresidente de Greenpeace: “hace solo 2.000 años, hemos visto el Periodo de Calentamiento Romano, cuando [el planeta] estaba más caliente que hoy… Luego vinieron los Años Oscuros más fríos… Seguidos por el Medieval Caliente, cuando estuvo al menos igual que caliente que hoy… Luego tuvimos la Pequeña Edad del Hielo, que condujo a los vikingos fuera de Groenlandia [cuyo nombre, en danés: Grønland, significa Tierra Verde]. Y, más recientemente, un calentamiento gradual de 300 años hasta el día de hoy. Eso es un montón de cambios. Y, por supuesto, ninguno de ellos fue causado por humanos”.

B) Javier González Corripio, científico en las áreas de Glaciología, Meteorología y el Cambio Climático, y ha colaborado con estudios de la NASA: “El cambio climático no es nuevo, hay oscilaciones muy extremas, como las glaciaciones, y otras más suaves que han hecho oscilar la temperatura global. Por ejemplo, el glaciar de Mendenhall, en Juneau, Alaska, retrocede de una forma evidente, y bajo el hielo han aparecido troncos rotos de lo que fue un bosque hace un millar de años. Igual pasa en Patagonia, el glaciar Jorge Montt […] ha retrocedido kilómetros en los últimos años y donde antes había hielo ahora aparecen troncos de árboles bastante grandes y que son evidencia de un periodo incluso más cálido que el actual hace algunos siglos”.

C) Ivar Giaever, parte del panel original sobre Calentamiento Global y Premio Nobel: “[Lo que muchos estudios] hicieron fue hacer esta curva conocida […] [en la cual] en el eje vertical aparecen los grados en décimas de grados. Así que toda la escala vertical es aproximadamente 1 grado. En el eje horizontal [son] representa[dos] […] años desde 1860 hasta 1900 y 2000. Y como pueden ver el calentamiento se ha incrementado, pero […] la escala está completamente distorsionada.

La escala total es de 1 grado ¿Y qué es lo que mide esta curva? Mide la temperatura promedio para toda la Tierra en un año. Así que esta temperatura de toda la tierra en un año es medida en una fracción de grado. ¿Qué significa esto? Creo que probablemente nada. […] Desde 1860 hasta 2010 la temperatura ha subido desde 14.85°C a 15.65°C (288°K-288.8°), un 0.3% […] la temperatura ha sido sorprendentemente estable. Si tomo donde vivo en Albany NY, la fluctuación de T° entre invierno y verano es de -77°C en algún momento. Así que ¿creen que 0.8° en promedio hace alguna diferencia para el clima en Albany? ¿Es eso tan sensible para ustedes? […] [De acuerdo con los mapas de la NASA Goddard Institute for Space Studies] Entre los 30° y 60° hay un montón de estaciones, EEUU está cubierto por ellas. Pero si miran al Polo Sur hay sólo 8 termómetros de acuerdo a la NASA, eso es todo lo que tienen […] Así que si tuvieras 8 termómetros para poner en Alemania, ¿dónde los pondrías? ¿sabes? 8 termómetros para un continente no es nada. Y lo que pasa con el Polo Sur es que nunca antes ha estado tan frío como en este momento. Hay más hielo que nunca.

Pero no hablan de eso, hablan del Polo Norte donde hoy el clima es más tibio en el presente. Y lo otro que me molesta es ¿cuál es la T° óptima para la Tierra? ¿es la que tenemos ahora mismo? […] quizás es 2° más tibio… nadie me ha dicho cuál es la T° óptima para la Tierra. […] Tanto los alarmistas como los negacionistas […] miden la T° promedio para toda la Tierra y en todo un año a la fracción de grado y ese resultado les es significativo. Por supuesto que no lo es. Cómo es posible medir la T° de la Tierra en un año y salir con una fracción de grado. […] ¡No se puede medir la temperatura de toda la Tierra! con esa exactitud. Creo que fui en el 74 o 75, y Beijing era una villa. Con 3 o 4 autos controlábamos uno de ellos. Volví a Beijing hace unos años y ya no puedes cruzar la calle debido a la cantidad de autos. Y en todas partes había edificios de 30 o 40 pisos ¿Cómo creen que eso puede haber afectado a la T° en Virginia? Cuando se midió la T° en 1990, el termómetro se ubicó en el campo, luego en 1910 había más población alrededor. Luego el termómetro se rompió y tenemos otros nuevos.

¿Cómo se puede creer que se pueda medir en una fracción de grado? [En] los últimos 19 años…la temperatura no ha subido. Ha sido constante durante 19 años. […] Hubo un pico en el 98 eso es evidente. ¿Y qué es lo que la gente que mide la T° hace con esto? Bueno esta es su última medición y si miran la curva verán que ¡sube! La T° sube ¿cómo puede pasar esto si les mostré la otra curva en que aparece constante? La razón que ahora incluyen el océano. Pero por 100 años el océano no estaba incluido ¿Por qué creen que ahora lo está? ¿Por qué es más exacto o porque pueden chanchullar los datos? […] Obama dijo que el 2014 fue el año más caluroso registrado. Pero no es verdad, no es el año más caliente. […] aquí hay datos satelitales. Este es el máximo del 98 y el satélite muestra lo mismo. La T° no ha aumentado. […] Desde 1898 hasta 1998 la T° se ha elevado 0.8°K y la concentración de CO2 se ha elevado de 295 partes por millón a 367 ppm (72 ppm aprox.). En 100 años […]. Ahora, desde 1998, básicamente el año más caluroso, el CO2 se ha elevado de 367 ppm a 403 ppm aprox., 36 ppm (aprox.). Eso es la mitad del incremento anterior. Entonces ¿por qué no se ha incrementado la T° en 0.4°K?. Si eres un físico, por Dios, y aquí está el experimento, y tienes una teoría que no concuerda con el experimento, entonces debes eliminar la teoría. Estabas equivocado con tu teoría. Ese es el punto, debió haber sido, pero no es”.

Sabiendo que a uno como docente de lo filosofía le discutirían que la ciencia ya ha hablado, es que uno demuestra que no es lo mismo el científico que busca la verdad que un grupo financiado por la ONU para que se diga lo que se quiere que se diga. En todo caso cada lector es libre de buscar la verdad para refutar a los científicos que con gran pericia ponen en duda la causa antropogénica sin por ello negar que el hombre contamina y eso objetivamente es un mal.

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Periodista y guionista. Productor del canal Agnus Dei. Colaborador en diversos medios de comunicación católicos (El Correo de España, Infocatólica, NSE, EWTN, Radio María, Canal San José, Ahora de la Información …)

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