Nos ocurre con cierta frecuencia: después de ir por aquí y por allá, tenemos que reconocer que perdimos mucho tiempo en Internet. No sólo porque el reloj no perdona y dejamos de hacer cosas importantes por seguir ante la pantalla, sino porque a veces vimos y leímos páginas que realmente no merecían ni un minuto.
Por eso necesitamos buscar pistas para aprovechar mejor nuestra navegación en la red, para que el tiempo que empleemos en ella sea, de verdad, de provecho (y sin excesos).
Los consejos pueden ser muchos. Aquí van algunos, por si sirven como ayuda a la hora de determinar qué vamos a leer.
1. Evitaré páginas llenas de chismes, escándalos e intrigas, sobre personas o sobre instituciones. Preferiré páginas serias, basadas en datos y con fuentes de valor.
2. Huiré de articulistas que engañan con sus titulares. Daré mi tiempo a aquellos escritores que titulan sus trabajos desde la honestidad, un sano ingenio y con palabras que reflejen bien el tema abordado.
3. Dejaré a un lado a quienes faltan a normas básicas de respeto, que se burlan de los apellidos, que insultan a las personas, que desprecian a los que piensan de otra manera. Escogeré aquellos escritores que saben distinguir entre las personas y sus actuaciones, que muestran educación y respeto también hacia quienes defienden ideas diferentes de las propias.
4. No seguiré páginas que me llevan a perder el tiempo sin dejar nada bueno en mi alma. Buscaré aquellos sitios que enseñan a pensar, a perdonar, a amar.
5. Renunciaré a escritos que envuelven con palabras vacías y valoraciones confusas importantes hechos de nuestro mundo. Daré espacio a quienes saben distinguir con equilibrio entre los hechos y sus interpretaciones.
6. No perderé el tiempo con periodistas que no controlan datos informativos y que saltan apresurados a comentar lo que todavía no está del todo claro. Preferiré aquellos periodistas y bloggers que antes de opinar controlan los datos recibidos y pisan sobre terreno seguro.
7. No seguiré a quienes sólo destacan lo malo y olvidan lo bueno. Acogeré a quienes saben apreciar lo positivo y sano presente en cada corazón humano.
8. Huiré de quienes siembran dudas gratuitas e insinúan malas intenciones en personas inocentes (mientras no se demuestre lo contrario). Aplaudiré y difundiré a quienes respetan el derecho a la buena fama de los demás.
9. Dejaré a un lado frivolidades sobre artistas y famosos. Hincaré el diente en tantos textos que presentan los miles de dramas que sufren tantos hombres y mujeres del planeta.
10. Evitaré discusiones con quienes actúan de modo impositivo, pasional, engañoso, sofisticado. Dialogaré con quienes saben razonar, con respeto y paciencia, sobre temas importantes.
11. Prescindiré de textos y autores que ahogan la esperanza, que construyen castillos en una ciencia autorreferencial, cerrada a todo lo que huela a espíritu, alma y eternidad. Buscaré y acogeré textos y autores que ayudan a abrir los corazones hacia Dios, hacia la verdad, hacia la belleza y hacia la justicia.