El 10 de noviembre falleció en Liria José Romero Ferrer, Pepe Romero. Su recuerdo está estrechamente vinculado a sus raíces y a sus ideales.
Nacido en 1925 en la misma ciudad de la música, los acontecimientos de la guerra civil, su antes y su después, marcaron sus primeros años. Su trabajo de oficial de la Administración de Justicia que ejerció hasta su jubilación le infundió un interés especial por el testimonio de la verdad documentada. De formación autodidacta, su prodigiosa memoria y su esfuerzo constante le llevó al dominio de datos sobre los temas que le apasionaban: Liria y el Carlismo. Romero era, sobre todo, un hombre de fe, nada neutral ni en religión, ni en política ni en música. Católico, carlista y de la Banda Primitiva. Liriano típico. Pero desde sus certezas y convicciones, su humanidad le hacía valorar más las personas que las etiquetas. Por eso sus amistades llegaban hasta las antípodas de sus militancias.
Sus colaboraciones en el programa de fiestas de su pueblo durante más de cincuenta años, con ayuntamientos de todos los colores, dan fe de su erudición en la cultura local. Su compromiso político con la Causa carlista justifica los trazos más característicos de su vida: su vinculación desde la infancia al Círculo Carlista de Liria desde la preguerra, el trato de intimidad que llegó a tener con correligionarios de la zona, de la región y del resto de España, plasmado en fotografías, cartas y periódicos. Algunos de sus libros hablan, precisamente de El Belén y las funciones teatrales en el Círculo Carlista de Liria”, “La guerra civil en Liria”, “Memorias de Miguel Vergara Gimeno, Miguel Pañarrocha Taroncher y Miguel Asensio Martínez, combatientes del Tercio de la Virgen de la Merced de Jerez de la Frontera”. Y han quedado inéditas más de sesenta biografías de otros tantos carlistas lirianos cuyas efigies ilustran las paredes de la sala de juntas del actual Círculo Católico Cultural San Miguel, proyección de la persona y personalidad de su casi perpetuo secretario. Esa vivencia profunda de sus lealtades explica, entre otras curiosidades, la ruta de su viaje de bodas en 1953 con Remedios Moros Silvestre, por la Navarra carlista, en el entorno del mítico Montejurra. Las amistades nacidas de esas afinidades políticas le han acompañado hasta la muerte.
Uno de sus amigos más entrañables fue, sin duda, José Ángel Zubiaur Alegre, dirigente tradicionalista, requeté excombatiente voluntario, alto funcionario de la Diputación Foral y célebre Procurador en Cortes por el Tercio Familiar promotor con Auxilio Goñi del Grupo de Pamplona y de las “Cortes Trashumantes”. En 1954 Zubiaur volvía a editar clandestinamente un antiguo periódico del carlismo decimonónico, “El Fuerista, órgano antiborregil”. Para despistar a las autoridades de la época, enviaba los originales a su amigo Pepe Romero, experto ya entonces en prensa ilegal (de sus manos y las de Luís Pérez Domingo, habían salido “Avant”, “Clarín”, “El Tradicionalista” y otros). Él mismo componía e imprimía o lo llevaba a imprentas clandestinas y se encargaba de hacer llegar a Navarra los ejemplares camuflados entre cajas de verduras y frutas destinados al mercado de abastos de Pamplona. Cuando la familia Zubiaur eligió para su veraneo un apartamento del Faro de Cullera, Romero organizaba verdaderas peregrinaciones de carlistas de su pueblo a visitar al parlamentario navarro y memorables paellas campestres en Liria en su homenaje.
Aun lo recuerdan con cariño José Ángel y Javier Zubiaur Carreño, que esos días pasaban de la playa al secano. Más de medio siglo de historia del Carlismo valenciano quedaría inconexo sin los hechos y los dichos de Romero Ferrer. La constancia de muchos de ellos se acumula en papeles, fotos, publicaciones, mapas, banderas… que nuestro hombre, secundado por el historiador Héctor Alonso, ha dejado organizado en un Archivo localizado en su querido Círculo.
Esos documentos recogen, entre otras menciones, la trayectoria política de Romero, siempre en la Comunión Tradicionalista, en sus sucesivas etapas: la posguerra y la paradójica clandestinidad de los vencedores en la guerra y excluidos en la paz, durante la unificación por decreto, la regencia de Don Javier de Borbón, su proclamación como Rey, los Borbón-Parma como Familia Real legítima al frente de los carlistas, la reforma ideológica y la fractura del cuerpo social, la reconstitución de la Comunión Tradicionalista Carlista hasta ahora. Romero lo ha sido casi todo en el organigrama carlista: desde boina roja hasta jefe provincial de Valencia, pasando por todas las secretarías, delegaciones y trincheras de combate. Trabajador incansable, leal a prueba de defecciones y decepciones. Amigo de sus amigos, enemigo de nadie. Su hijo, el abogado José Francisco Romero Moros, hereda, con sus genes, una proyección de bonhomía de quien fue toda una institución en Liria y en el Reino de Valencia. Un fuerte abrazo de quien comparte su dolor y su recuerdo.