Investigadores americanos desarrollan un test para determinar en personas mayores sus posibilidades de morir en los próximos tres meses.
Según sus creadores el test está destinado a “proporcionar una evaluación objetiva y la definición del paciente moribundo como punto de partida para la comunicación honesta con los pacientes y las familias sobre el reconociendo de la muerte como parte del ciclo de vida”.
Uno de los objetivos de nuevo test llamado CrisTAL (Criteria for Screening and Triaging to Appropriate Alternative Care – Criterios para la Selección y Clasificación para una Atención Alternativa Apropiada) es minimizar el riesgo de tratamientos adicionales inútiles.
“Retrasar la inevitable muerte contribuye a insostenibles y crecientes costes sanitarios, a pesar de las intervenciones agresivas y caros,” relatan los autores. “Estas intervenciones no influyen en resultados de los pacientes; a menudo no mejoran calidad de vida de la paciente; pueden comprometer los resultados del duelo para familias; y provocar frustración para profesionales de la salud.”
El objetivo de la investigación es contrastar los resultados en caso de pacientes moribundos con el fin de obtener las predicciones más probables de la muerte a corto plazo (30 días) y a medio plazo (12 semanas).
Los investigadores redactaron una lista de 29 predictores de muerte, incluyendo edad avanzada (por lo menos 65 años de edad); dos criterios de deterioro; por lo menos dos criterios de fragilidad; una puntuación de advertencia temprana de más de 4 (una evaluación de la enfermedad aguda); por lo menos una condición de salud subyacentes; residencia de ancianos; deterioro cognitivo; admisión de la emergencia anterior o tratamiento de cuidados intensivos dentro del año anterior; monitor cardíaco de anormal trazabilidad; y proteína en la orina.
Los investigadores destacan que la lista no pretende sustituir la salud para los ancianos enfermos. Por el contrario, está destinado a “proporcionar una evaluación objetiva y la definición del paciente moribundo como punto de partida para la comunicación honesta con los pacientes y las familias”.
Igualmente consideran que el test es práctico para profesionales de la salud, muchos de los cuales están bajo presión para seguir prolongando la vida de un paciente contra todos los pronósticos, según los investigadores.
En su estudio insisten en que la “capacitación de enfermeros y médicos en el uso de la herramienta de detección y en el abordaje de los pacientes y las familias con información concreta sobre la inevitabilidad de la muerte y la falta de beneficio de un tratamiento más intensivo es primordial”.
Si el test resulta acertado en la predicción de la muerte dentro de los próximos 30 días, se podría difundir una versión acortada para su uso en la toma de decisión en la admisión de ingresos hospitalarios con el fin de evitar ingresos innecesarios y que el proceso de la muerte se desarrolle en los hogares de los pacientes y no en un hospital.