Sr. Pérez Reverte:
Leo con asombro su opinión acerca de la sentencia dictada por el Tribunal Supremo de Estados Unidos por la cual el aborto ya no es un derecho constitucional.
Según usted ha escrito: “El aborto es un derecho de las mujeres, sobre el que deben decidir las mujeres. Esa es mi opinión. Si fuésemos los hombres quienes nos quedásemos preñados, estoy seguro de que poco se discutiría.”
Sorprende que una persona culta y aparentemente independiente como usted caiga en una falacia tan flagrante. Usted escribe que si los hombres fuesen quienes se quedan preñados seguro que poco se discutiría. Pues verá usted, señor mío, una mujer no se preña sola; probablemente ha olvidado que hacen falta espermatozoides (del hombre) y óvulos, cada uno portador de un ADN que ningún otro poseerá jamás, para dar vida a un nuevo ser humano, repito, portador de un ADN único e independiente, que no cambiará nunca, el cual puede ser hembra, o sea, mujer, para la que no existe ningún derecho ya que a la gestante, que lleva en el útero a un embrión o feto fecundado, se le otorga la potestad de eliminarlo.
Por lo tanto, caballero, el embarazo o “preñadez”, como usted lo califica, solo se produce por la interacción de macho y hembra. Y como habrá podido observar en la definición de gestante, se trata de la que porta o lleva en el útero a un ser humano diferente al suyo, o sea, para entendernos, no hablamos de un miembro del cuerpo de la mujer. Entonces el derecho a decidir sobre su cuerpo no puede ser aplicable al caso del embarazo.
Al expresar usted que si los hombres fueran los preñados no se discutiría sobre esto se equivoca, y al equivocarse en esta afirmación se está desentendiendo de la responsabilidad que asume el padre del nonato. Usted implícitamente borra de la ecuación al cincuenta por ciento de la información genética, que establece la historia y desarrollo del hombre o mujer que crece en el útero de la gestante, responsable del otro cincuenta por ciento de esa historia plena de esfuerzo, sufrimiento, satisfacción, alegría y amor que llamamos vida.
Usted, como tantos, acaba condenando a la mujer a asumir íntegramente la responsabilidad de proteger, educar y acompañar a alguien que ya tiene algo suyo. Usted aboca a la madre a tomar la demoledora decisión de matar a su hija, decisión que en la mayoría de los casos acarrea consecuencias graves para ella.
Me pregunto si las jóvenes que fueron arrancadas de sus hogares para ser vendidas como animales con la única intención de dar placer a hombres sin entrañas, muchos de ellos defensores del ”derecho al aborto”, cuando son llevadas a la fuerza a los abortorios para “quitarse de en medio” el fruto de un “descuido” en el cumplimiento de sus funciones, pensarán que están ejerciendo un derecho, sobre todo si los trabajadores de la “clínica de salud reproductiva” descubren que la jovencita en cuestión fue secuestrada y que sus datos están registrados en la búsqueda de personas desaparecidas, pero callan cómplicemente.
O las muchachitas víctimas del tráfico humano que sufren una y otra vez formar parte de películas pornográficas y que, del mismo modo que las anteriores, pueden quedar “preñadas” por “algún desliz”, siendo arrastradas a esos lugares donde tanto se preocupan por las mujeres sin que nadie denuncie a sus explotadores. ¿Creerán ellas que sus derechos están protegidos?
Una vez establecida la poca empatía y el poco sentido de la responsabilidad que de su opinión se derivan, le nombraré a dos de las mujeres que, ejerciendo el “derecho al aborto”, quisieron ir a más, ejerciendo el “derecho” a enriquecerse desmembrando nonatos y vendiendo sus órganos.
Según declaró la doctora Teresa Deisher en el juicio contra David Daleiden: “Los bebes humanos de cinco o seis meses de gestación deben nacer vivos, así sus corazones se obtienen latiendo, para ser usados en la investigación. Eso se ha estado haciendo, si el corazón no late no es útil. No puedes usarlo, así que estos bebés se entregan vivos y sus corazones son extirpados sin anestesia”.
La Dra. Deshawn Taylor, Directora Emérita de Planned Parenthood Arizona, comentaba con satisfacción los beneficios que proporcionaba la venta de nonatos, durante una reunión con David Daleiden, quien se hacía pasar por comprador de restos humanos. En la citada conversación, ella bromeaba acerca de la fuerza que debía de ejercer para descuartizar al nonato: “necesito ir al gimnasio”, reía…
¡Qué manera más perversa de ejercer derechos! ¿No opinan ustedes lo mismo, señor Reverte y compañía?
Con respecto a la definición jurídica de derechos (al fin y al cabo es basándose en la ley como se rige la sociedad, ¿no?), cito textualmente: “El derecho es el instrumento que permite cohesionar el sistema social a partir de la identificación de valores comunes, garantiza la convivencia y promueve el desarrollo armónico del individuo. Constituye en sí un medio y un fin, un medio en tanto es el mecanismo que garantiza el pleno respeto de las libertades individuales y un fin, en tanto que es un ideal de la sociedad.”
A tenor de lo expuesto, ¿encuentran ustedes que la eliminación de un ser humano con personalidad física independiente unifica valores? ¿Promueve el desarrollo armónico otorgar el poder sobre la vida y la muerte a personas que atraviesan un momento difícil y que, como usted ha expuesto, acarrean con una responsabilidad que debería ser compartida con el padre, y a la que se le oculta toda información científica y se le niega cualquier tipo de ayuda?
¿Hallan usted y los demás defensores del aborto algo de armonía en la venta de bebes nonatos vivos para ser troceados sin anestesia?
¿Responde al respeto de las libertades individuales callar cuando una mujer secuestrada es llevada a abortar a la fuerza?
¿Se respeta la libertad individual de las menores que son llevadas a la fuerza por sus progenitores a abortar y, a pesar de sus quejas, no son escuchadas por los responsables de los abortorios? ¿Respetan la libertad de la mujer que es obligada a deshacerse de su hijo por el padre de éste? ¿Ustedes qué piensan?
Por eso, señor Pérez Reverte, señor José Andrés y demás famosos que se han pronunciado tan alegremente a favor del aborto, yo les pregunto: ¿No será acaso que para ustedes es más cómodo jalear el aborto y eludir responsabilidades?
Yo soy mujer, soy madre. Uno de mis hijos, un nonato de 16 semanas, al que tuve en mi mano, un bebé formado, tan formado que pude ver que era un varón, diminuto y hermoso. Ese niño me habló con su cuerpo, inerte y tan frágil, de la realidad del aborto y del Milagro de la vida. Por él, por los otros dos que se quedaron en el camino y por sus siete maravillosos hermanos. Por todas las mujeres que hoy lloran en soledad el error que cometieron. Por todas esas personas que hoy son perseguidas por gritar la verdad. Por los voluntarios de los 150 centros de embarazo gratuitos que han sido quemados, cuyos vándalos autores clamarán el derecho de la mujer, pero sólo de la que aborte, no de la que decide apostar por la vida. Por todas las mujeres chinas obligadas a abortar a sus hijos. Por aquellas madres que se arrepintieron de abortar en el último momento. Por ellos y por el padre de mis hijos, cincuenta por ciento de responsabilidad y de amor, escribo hoy estas letras que me duele escribir porque no entiendo la ceguera del mundo.
Una mujer allá por el año 1300 expresó lo siguiente: “¡Basta de silencios! ¡Gritad con mil lenguas! ¡Porque por haber callado, el mundo está podrido!” Esa mujer era Santa Catalina de Siena, seguro que con su alto nivel cultural la conocen.
Por eso, no callaré hasta que dejéis de empujar a las mujeres hasta los confines de la oscuridad y la tristeza. No puedo callar aunque me encantaría hacerlo, el aborto es el peor genocidio de la historia y no quieren verlo.
Recuerden, señor Pérez Reverte y compañía: las niñas abortadas, desmembradas y vendidas también son mujeres.
Atentamente: Macarena Assiego Jaén
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Ramiro
04/07/2022 at 21:47
Suscribo todo lo dicho por usted, doña Macarena.
¡Gracias por su valentía al ponerlo negro sobre blanco, y a Traición Viva por publicarlo!
Pérez Reverte es un progre de salón, pero burgués en la intimidad.
Creo que, a estas alturas, ya no engaña a nadie…
Indomito
28/01/2023 at 11:43
Muy bueno el articulo