Podemos decir que el separatismo catalán no es sólo un peligro inminente sino una auténtica realidad. ¿A que parece una frase descabellada o exagerada? Pues a sacar la cabeza de avestruz de la arena y a mirar el horizonte, que es desolador.
El triunfo de este separatismo catalán, aunque era vicio ya venía de lejos, se empezó a gestar a la muerte de Franco, especialmente a raíz de la Constitución más nefasta de nuestra Historia, desde que tenemos Constituciones. Y nos basamos en esta condena al hecho de que es la primera Constitución que pone en quiebra legal la unidad de España. Porque, al acabar el sistema llamado hasta la extenuación “franquista”, se propició el triunfo de la nueva/vieja clase política, la de los partidos, no así de la “clase social”, que vio aumentar exponencialmente el paro, crecer la Deuda de forma suicida (vender España) y descender del puesto logrado entre los países más industrializados del mundo. Pero eso sí, haciendo creer al personal votante que era, como pueblo soberano, quien manejaba ahora el timón de la política española.
Y como queremos hablar del separatismo catalán, centrémonos en el tema.
Los que parieron la Constitución, honrados hoy por los medios periodísticos poco menos que como Padres de la Patria, cometieron varias vilezas porque, siendo presuntamente tan inteligentes, podían haber previsto lo que iba a venir, a menos que fuera eso lo que en el fondo buscaban. Que Dios les confunda.
Y desde los primeros días, los separatistas, más o menos disfra-zados de nacionalistas, supieron que tenían las de ganar porque enfrente no tenían más que a majaderos cuyo único bagaje era el “anti-franquismo”, cuya misión era echar abajo, aun a costa de los españoles a los que se les embaucaba diciéndoles que ya eran libres, la España que había crecido unida durante casi 40 años.
La impune entrega de la enseñanza a los separatistas ha sido la clave de su éxito. Al machacar con un catalán obligatorio hasta en los recreos de los niños, y por supuesto desde el parvulario, ante la vacua mirada de unos gobiernos centrales traidoramente per-misivos, se ha conseguido una sociedad catalanizada hasta la náusea. Y ya antes del “Estatuto”, que hasta en Madrid, nuestros políticos y periodistas nos aburrían diciendo “Estatut”, iba siendo cada vez más obligado el saber catalán para encontrar trabajo, incluso de jardinero o albañil. Con el “Estatuto”, que según los separatistas era un deseo unánime del pueblo catalán, que luego no votó ni el 50 % de los votantes (48,85 % de abstenciones, que daba un resultado final para el SI de sólo el 36 %), se endurecieron estas leyes catalanistas, refrendadas por el miserable Zapatero diciendo en Cataluña que su gobierno apoyaría lo que votaran los catalanes. Luego, un inútil y caro Tribunal Constitucional o Supremo, cualquiera sabe, dijo que varios artículos de ese “Estatuto” eran ilegales. Daba igual, los gobiernos catalanistas ignoraron la decisión del Tribunal, aplicaron lo que quisieron, mientras los sucesivos gobiernos dejaban hacer, y el pueblo, ya “soberano”, se preocupaba mucho más de quien iba a estar en la portería del Real Madrid en el próximo partido.
La auténticamente brutal imposición del catalán, permitida en “Madrid”, pese a ser inconstitucional, ha hecho imposible estudiar en colegios, institutos o universidades catalanas en español, con la misma facilidad y los mismos derechos que un francés estudia el francés o el alemán, alemán. Se impone como idioma “vehicular” el catalán, lenguaje que, al contrario que el español, es absolutamente inútil fuera de Cataluña, lo que no impide decir a Trías, alcalde de Barcelona, que sus hijas apenas saben español porque él les prohíbe ver la televisión en castellano.
Otro triunfo más, un trágala inicuo, es el de las multas por no poner los letreros de las tiendas en catalán. La Hacienda taifa de esa tropa ha recaudado millones de euros con estas multas, “pelas” que sirven para abrir “Embajadas” o para subvencionar periódicos separatistas, entre otros, la versión de LA VANGUARDIA en catalán. Y todo, ante la indiferencia (¿indiferencia o acuerdo?) del gobierno español de turno.
Muchos supermercados tienen sus letreros de productos exclusivamente en catalán, así que se corre el peligro de querer comprar una merluza congelada y que te den por error un cepillo de dientes.
Los triunfantes separatistas saben que el campo es suyo. Hace algún tiempo hicieron una campaña para poner “CAT” en vez de la “E” de España en la matrícula de los coches, y LA VANGUARDIA de Barcelona regalaba dos ilegales pegatinas “CAT” en su periódico dominical. Un par de multas impuestas por algún guardia civil despistado acabó con casi todos los CAT en las matrículas.
Uno de los mayores triunfos de los separatistas, esta vez imponiéndose a unos sumisos mandos militares, fue el cierre del Museo Militar de Montjuich, después de una larga agonía. Nadie en Madrid se agitó, ni en zonas políticas, ni de Cultura, ni por supuesto militares. Lo que no ha impedido que mandos militares arropen fotográficamente al impresentable Arturo Mas en su toma de posesión o en algún evento catalanista, individuo al que hemos visto en la tele recorriendo los EEUU para hacer propaganda de la independencia catalana y pedir apoyo. En otro país, la policía le habría estado esperando para, de un puntapié, meterlo en la cárcel en espera de juicio, ya que el personaje ha jurado la Constitución y lo que hace en tierras de USAcos es pura traición. Pues aquí se le saca en las noticias sin ningún comentario adverso.
Cataluña ya está catalanizada y desespañolizada prácticamente del todo. Por supuesto que en toda Cataluña sólo se oye hablar en catalán a chicos y mayores, en las calles, tiendas, transportes…, pero también en Barcelona, ciudad más abierta a los aires de fuera por aquello del turismo. Son muchos años machacando en parvularios, colegios, escuelas… En los Hospitales los avisos están en catalán, con suerte también en inglés, y a veces en árabe. Han creado eso de los “Nous Catalans” que ha hecho de Cataluña la región con más musulmanes de España, a cambio de crear votos municipales y con el tiempo de los otros, mientras que los gobiernos de Madrid…
Mas ha dicho, apoyado por el de ER, que después de las próximas elecciones, que ganarán, inmediatamente declararán unilateralmente la independencia ¿Mandará “Madrid” a un general Batet para acabar con ellos con un par de cañonazos? Con las masas separatistas en la calle, ¿quién reprimirá la algarada, ante la mirada de miles de corresponsales extranjeros, invitados a mesa y mantel por la Generalidad, felices espectadores del evento?
Que nadie crea que las dificultades por las que pasará Cataluña, entre ellas la fuga de empresas, es algo que va a coartar a estos miserables, a ellos les da igual, porque los “capos” seguirán siendo ricos, y con dinero seguro aquí o allá… Pasados los años, pocos o muchos, todo se habrá normalizado, reestructurado y mejorado según sus criterios. Lo que importa es dar el primer paso, que indudablemente van a dar.
Nunca ha tenido España unos gobiernos “centrales” más miserables, sin política exterior y sin política interior; ni un Ejército, presuntamente garante de nuestra unidad, más sumiso y sometido a los mandatos de las sedes de los partidos, gobernantes o no.
Hemos llegado en Cataluña a un punto en el que, aun en el caso de que el gobierno reprimiera con firmeza cualquier declaración unilateral de independencia de Mas y sus acólitos, la “calle”, en todas las provincias y comarcas catalanas, es ya predominantemente separatista.
Y si alguien cree que exageramos, que se venga a Cataluña, no importa la ciudad y pueblo, y que observe durante unos días el “panorama”. El tesón de los separatistas y la maldad estúpida del gobierno lo han conseguido.
ESTRAMBOTE.- Alguien dirá: ¿pero es que no hay “españolistas” en Cataluña? Pues sí, los hay, cada vez menos numerosos (las nuevas generaciones están perfectamente catalizadas) y que sólo aparecen, más o menos desunidos, una vez al año en festejos como el 12 de Octubre, a veces con al apoyo de un impresentable, absurdo y cobarde PPC, cuya principal característica es la de los mulos, no por que den coces, que ellos son muy blandos, sino por ser estériles e impotentes, incapaces de crear nada, inabordables, aislados… inútiles, o quizá todo lo contrario, perfectos tontos útiles.