Tanto Podemos como Ciudadanos nos están recordando la necesidad de regenerar la política (y la sociedad) española, y evidentemente sus líderes (Pablo Iglesias y Albert Rivera) se presentan como los hombres elegidos por la historia para encabezar y liderar esa regeneración.
Ahora bien, ninguno de los dos ha manifestado de forma clara lo que sería objeto de regeneración, ni el objetivo final al que nos quieren llevar.
Lo que si que parece claro es la capacidad que tienen tanto Albert Rivera como Pablo Iglesias de separar el trigo y la paja, enfrentar a la población y separar a la sociedad en dos claros grupos:los bueno y los malos.
Ahora parece que Albert Rivera ha encontrado el bálsamo de Fierabrás capaz de curar todas las heridas del sistema democrático español, bálsamo fácil de aplicar y fácil de identificar pues consiste en apartar de la política y de la sociedad española a todos los nacidos antes de 1978.
Según el ínclito aprendiz de político los nacidos antes del 78 estamos marcados con el 666, con el número del diablo, nacimos en una época en que los astros no nos fueron favorables, nuestro trabajo, nuestras ideas, nuestra experiencia no pueden ser útiles para una política nueva.
Lo que no parece que sepa este joven es algo de historia (su corta edad no le ha permitido adquirir este conocimiento), pues esto de la nueva política, los nuevos partidos, la fuerza de la juventud, el rechazo de las viejas ideas, las viejas políticas, las viejas concepciones, no son términos nuevos creados por los jóvenes Albert y Pablo; las viejas y las nuevas ideas fueron los términos con los que el nazismo alemán y el fascismo italiano llegaron al poder en los años 30 del pasado siglo.
Curiosamente tanto el nazismo alemán como el fascismo italiano tenían la poco sana constumbre de clasificar y separar al pueblo entre buenos y malos, igual afición que tienen ahora los representantes de Ciudadanos y de Podemos.
El problema es que el joven Pablo Iglesias parece tener las mismas ideas segregadoras que el joven Albert Rivera, así si este último separa a los ciudadanos entre los nacidos antes y después del 78, aquel separa a los ciudadanos entre los pertenecientes a las casta y los ajenos a la misma.
No obstante hay que reconocer que los elementos segregadores propuestos por el señor Rivera por lo menos tienen la virtud de la seguridad jurídica, pues la fecha de nacimiento es un dato objetivo y facilmente conocible, sin embargo la pertenencia o no a la casta es algo muy difícil de delimitar.
Si escuchamos a los principales líderes de Podemos se puede pertenecer a la casta si usted cumple alguno de los siguientes requisitos: usa corbata, tiene casa en propiedad, tiene un trabajo por el que recibe un salario de más de mil euros, o tiene usted la costumbre de pagarse sus propios gastos y caprichos sin necesidad de pedir a los poderes públicos una subvención. Para Podemos da igual que usted use corbata por tener un trabajo en la que sea obligatorio portar tal prenda de vestir, da igual que lleve 40 años trabajando para pagar su hipoteca, da igual que su alta remuneración se deba a su excelente preparación y esfuerzo, y da igual que no haya pedido ninguna subvención por considerar que con su trabajo usted puede satisfacer sus necesidades básicas y la de su familia.
Curiosamente el concepto de casta de Podemos parece que lleva a rechazar a las mismas personas que Ciudadanos rechaza por nacidas antes del 78, es decir que más del 50 % de la sociedad española ha de ser neutralizadas y expulsada de la vida social y política.
Todo esto me recuerda peligrosamente a la famosa novela de William F. Nolan y George C. Johnson “La fuga de Logan”, en la que los autores nos relatan una sociedad formada únicamente por jóvenes menores de 21 años, pues una vez cumplida tan avanzada edad el estado decide prescindir de ellos por el procedimiento más expeditivo inventado por los regímenes totalitarios de cualquier color: su eliminación.