El organismo de planificación familiar de la ONU (UNFPA, por sus siglas en inglés) se deslizó más hacia territorio polémico con un nuevo informe sobre VIH e infecciones de transmisión sexual entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres (y niños).
El informe del UNFPA sugiere que la promiscuidad y las prácticas sexuales de riesgo son parte dominante de la vivencia homosexual masculina, acusación que el despacho jurídico Southern Poverty Law Center tildaría de «odio» si proviniera de una agrupación cristiana conservadora. Al mismo tiempo, el informe hace caso omiso al hecho de que tener múltiples parejas sexuales, en especial varias parejas simultáneas, aumenta en gran medida el riesgo de infección. El consejo que brinda para modificar la conducta sexual se limita al uso de condones y lubricantes.
El UNFPA comienza con una definición de los HSH como «hombres que tienen sexo con hombres» y que «debe entenderse que incluye a hombres jóvenes, es decir, aquellos que están en el rango etario comprendido entre los 10 y los 24 años». Aunque generalmente se considera que HSH es una conducta más que una identidad, el UNFPA incluye a aquellos «que sienten atracción sexual hacia el mismo sexo».
Esta definición parece crear una «comunidad» basada en un comportamiento o inclinación común, pese al hecho de que algunos hombres que son arrastrados dentro de este grupo pueden no identificarse como pertenecientes a él. En reiteradas ocasiones el UNFPA habla de fortalecer los sistemas «comunitarios» y potenciar a los grupos para promover la aceptación cultural de la conducta homosexual.
El UNFPA escribió el informe en coautoría con varias agrupaciones, entre ellas, la Organización Mundial de la Salud, Usaid y Pepfar (programas estadounidenses de ayuda exterior y para el VIH/Sida). Aunque el informe aparentemente apunta a prevenir la diseminación de enfermedades, en cambio procura convertir conductas de alto riesgo en una «comunidad» que abarca a niños de diez años que son abusados o vendidos por sexo y personas que eligen no obrar conforme a la atracción que sienten.
El UNFPA y sus colaboradores se valen de interpretaciones que defensores de los derechos sexuales hacen de las normas de derechos humanos, citando un programa de desarrollo de la ONU que exige la despenalización de la prostitución y del comportamiento homosexual, y los Principios de Yogyakarta, documento elaborado por agrupaciones no gubernamentales.
El informe nota el «considerable predominio de la violencia íntima de pareja entre hombres que tienen relaciones sexuales con hombres» y admite que «son más propensos al consumo de alcohol y drogas [ilegales] que otros adultos de la población general». Asegura que se drogan y se alcoholizan para «superar inhibiciones sociales y aumentar la confianza en la búsqueda de parejas sexuales», así como para «proporcionar una intensificación psicológica de las experiencias sexuales, [lograr] la capacidad de tener relaciones sexuales por períodos más prolongados y disminuir las inhibiciones sexuales». Las drogas «pueden ayudarles a hacer frente a un diagnóstico de VIH y escapar del temor de rechazo debido a su condición de VIH positivo».
Respecto de las conductas vinculadas con los HSH, el Fondo de Población dice que «se requiere más investigación sobre el uso de enemas y fisting anal, en especial para elaborar directrices». Evita calificarlas de «prácticas culturales dañinas», concepto que a menudo se denuncia en documentos de la ONU.
Gran parte del informe se dedica a la prevención y gestión del VIH mediante fármacos antirretrovirales, la profilaxis pre-exposición (PrEP, por sus siglas en inglés), que son muy costosos, así como la diseminación generalizada de condones y lubricantes.
El UNFPA menciona la terapia de reorientación solo para desestimarla por haber «demostrado someter a los hombres que tienen relaciones con otros hombres a un trauma emocional y psicológico extra».