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Historia

Manuel García Morente –IV-  La etapa argentina

Manuel García Morente

 

“Sabiduría es Juzgar correctamente para obrar correctamente”. (Descartes)


Morente calculaba con acierto que la guerra española se prolongaría, y pensó recluirse en lo recoleto del claustro, allí en donde es hacedera la meditación y se adensa el silencio, singular medicina del alma. Por mediación del abate Pierre Jobit, se relacionó con el abad benedictino de Ligugé, en las cercanías de Poitiers. Admitido como huésped por él, se dispuso a completar la quietud espiritual que alcanzara en la maravillosa noche del 29 al 30 del pasado mes de abril, aunque, ni siquiera lo manifestará a sus más íntimos.

Nueva interferencia en los propósitos. De nuevo la otra fuerza que conformaba su vida se ponía en actuación para trocar sus planes de refugio y meditación en la abadía benedictina. Cuatro días después de la revelación del Hecho Extraordinario le llegaba a Morente carta de sus hijas. Había caído el Gobierno en España[1] y Negrín es nombrado presidente, lo que, unido a que la satrapía de Galarza, el gran majadero de tendencias vesánicas, no preponderaba en el aspecto delictivo. Podían sus hijas sustraerse al máximo esbirro[2] y podría reunirse toda la familia en París. Ya se encontraban en Barcelona en el posible seguro que les permitían la plaza catalana y la tutela de unos parientes. Valencia, la efímera sede de un Estado inexistente, quedaba lejos, con sus banderías, su fauna delictiva, sus fracasados políticos, su impotencia…

El gozo de la llegada de sus hijas quedó unido a la preocupación que en la economía hogareña representaba una familia numerosa. Por ventura para ellos, conservaba su vigencia el ofrecimiento argentino. Solución admirable, que el profesor utilizó en seguida. Con brevedad quedó todo arreglado, y el 20 de junio pudo la familia Morente embarcar en Marsella. El 10 de julio estaban en Buenos Aires, y siete días después alcanzaban Tucumán, final de su viaje.

Se conoce este período como “etapa” argentina en la filosofía de García Morente, porque se  considera que es un momento representativo en su vida y sobre todo en su pensamiento filosófico donde se da una profunda transformación, en un constante diálogo consigo mismo que le lleva a un cambio radical en su manera de entender el mundo. Sin embargo, para entender lo sucedido en este periodo, conviene hablar del primer viaje que efectuó tres años antes, en 1934 en el que durante tres meses impartió curso en Buenos Aires y conferencias en varias ciudades argentinas (Buenos Aires, Rosario, Paraná, Córdoba, Santa Fe, Tucumán) y Montevideo en Uruguay. En casi todas se da el espectáculo resaltado en su presentación en Buenos Aires por Francisco Romero: “La sala de la Facultad de Filosofía y Letras está colmada desde una hora antes de que usted inicie su lección, y densos racimos humanos la siguen desde fuera a través de las puertas abiertas[3].

En la Universidad de la ciudad de La Plata dio una conferencia el 13 de Septiembre de 1934, titulada “Definición de las épocas “modernas” en la Historia. En esa conferencia critica la división clásica de la historia en periodos (Edad Antigua, Edad Media, Edad Moderna) y se basa en la dificultad que conlleva fijar un determinado acontecimiento dentro de una edad u otra cuando el tiempo está en constante movimiento. Además señala la importancia que tiene para el historiador no solo fijar esos hechos sino sobre todo averiguar el sentido de los mismos.

En ese curso en Buenos Aires, llamado “De la Metafísica de la Vida a una Teoría general de la Cultura” enseña que a Dios no se puede acceder ni por la razón, ni por la fe, pues esta es irracional y sin valor cognoscitivo, sino solamente por el sentimiento religioso. Por esta vía (puramente sentimental) afirma como “idea de Dios” un algo infinito, no delimitable por la razón, incógnito, totalmente trascendente, lo que responde a su concepción filosófica. García Morente niega la existencia de un Ser providente, es decir, de la Providencia, dejando la existencia humana y la historia de los pueblos en manos del hombre. Por tanto, la vida de los individuos y la historia se forjan como si Dios no existiera. Conclusión: agnosticismo radical y hasta ateísmo o, al menos, pragmatismo. A su vez, el hombre y la humanidad debe guiarse por la luz de la razón o de la filosofía, no por la de la fe ni de la religión, que han imperado en etapas ya superadas de la humanidad y que dificultan su progreso. “La religión no es para nosotros (los librepensadores masónicos) una orientación radical en la vida, sino un consuelo en esta vida, lo que pensamos que sea de nosotros cuando no vivamos. La filosofía es para la vida; la religión para la no vida, para el ensueño, para después de la vida, para la muerte. Muy en línea con el planteamiento de un librepensador. La relativista y laicista de origen e impronta masónica, propia de la Ilustración, que endiosa a la Razón, marginando lo sobrenatural y contraponiendo ciencia y fe, razón y religión; somete la religión a la ética-moral despojada de lo específico de las religiones positivas existentes (pensamiento y criterios predominantes en Morente entre los 14 y los 51 años de edad.

Morente es seguramente el pensador en el que más se nota el influjo de la educación recibida y el de sus profesores. Y esto ya desde sus estudios de filosofía en el Liceo de Bayona. Él mismo lo expone en su primer artículo, publicado en el “Boletín de la Institución Libre de Enseñanza” cuando tenía 20 años de edad. En él expone la finalidad: “Aprender a pensar es quizá el fin de todo estudio filosófico” y sus principales objetivos, a saber, la libertad de investigación y la liberación de todo dogmatismo, en una palabra, el masónico librepensamiento. Seguirá publicando en este mismo “Boletín de la ILE” con cierta periodicidad hasta casi sus 40 años de edad (1907-1923)[4].

De los influjos indicados, tal vez el más eficaz e íntimo sea el del masón Francisco Giner de los Ríos[5] y su Institución Libre de Enseñanza, nacida en 1876 como “proyecto masónico”[6]. José Mª Montiu en su libro  Pensamiento y vida, (pgs 101-102,) trata de discernir si la ILE era una logia encubierta o una organización-pantalla de la masonería. Se inclina por la segunda. Es posible. No obstante, es innegable que en la ILE había una “fraternidad masónica”, o sea, un grupo de masones de la misma profesión (docente en este caso) de la misma o de distintas logias, así como de cualquier Obediencia o rama y Rito masónico, que tenía como proyecto la reforma de la educación española, transformándola de cristiana y dogmática con enseñanza religiosa católica, en relativista, laica y librepensadora para realizar un cambio estable de valores y mentalidad en la sociedad española[7]

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Entre los discípulos de Francisco Giner de los Ríos descuellan los ciertamente masones: su sobrino Fernando de los Ríos Urruti (1879-1947, rector de la Universidad Central (Madrid), Luis Simarro y Lacabra (Gran Maestro o director del Gran Oriente de España, 1917-1921), Álvaro de Albornoz y Liminiana (1879-1954), Antonio Machado (1876-1941), Ramón Pérez de Ayala (1880-1962), Manuel Azaña (Presidente del Gobierno y de la República), Luis Jiménez de Asúa, Augusto Barcia Trelles (1881-1961, Gran Maestro del Gran Oriente de España desde 1921), etc. Dada la peculiar relación con Giner, “algo así como un director espiritual laico (laicista, masónico)” en palabras de Montiu, (el mismo Morente reconoce agradecido su influencia), muchos se plantean si Morente llegó a pertenecer a la secta.

También  fue discípulo de Giner en Derecho. Invitado por él, con 20 años explicó un curso de filosofía en la ILE en 1908, año en el cual ingresó formalmente en la Institución y publicó en su “Boletín” otro estudio sobre La filosofía en París. Durante sus estudios en Alemania (1911-1912) Morente, becario de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, fundada en 1907, tuvo relación muy activa con la Residencia de Estudiantes, fundada en 1910, así como con sus publicaciones: el “Boletín de la ILE” y “La Lectura”, en las cuales colaboró. Se incorporó a organizaciones político-culturales de signo masónico cuyos miembros más destacados pertenecían a la secta: Antonio Machado, Salvador de Madariaga, Ramón Pérez de Ayala, Fernando de los Ríos, Ricardo Baeza, Ángel Galarza Gago, Gustavo Pittaluga. Nació en la cuna o entorno del Partido Reformista, fundado también por masones: Melquiades Álvarez y Gumersindo de Azcárate. A la Junta Nacional de este partido pertenecieron Morente y José Ortega y Gasset y a él se incorporaron bastantes de los llamados entonces “intelectuales”, o sea, pensadores y escritores  vinculados con la ILE, como Augusto Barcia, Luis Simarro, Fernando de los Ríos, Gustavo Pittaluga Faterini (proveniente del Gran Oriente de Italia), Miguel Moya Gastón (Gran Maestro, suegro de Gregorio Marañón) y Manuel Azaña[8].

Morente trató con no pocos de cuantos se han mencionado, bien por ser amigos personales suyos, bien por estar vinculados -como él- a la ILE: Juan Negrín López (ministro y presidente de la IIª República española), Luis Jiménez Asúa (vicepresidente de las Cortes constituyentes, 1931), Rodolfo Llopis (masón grado 33º, ministro de Instrucción Pública. Presidente de la IIª República en el exilio, Secretario General Adjunto del PSOE), etc. ¿Es tan extraño pensar que una persona inmersa desde tan joven en este ambiente resultara impregnado por sus doctrinas?

En ese mismo viaje de 1934, pasó por la ciudad argentina de Córdoba. Regresando a esta ciudad tuvo un accidente automovilístico. Unos días más tarde, el 6 de Octubre, lo encontramos en la Universidad de Montevideo, allí impartió la primera lección del “Breve Curso de Introducción a la Metafísica” titulada “Una lección de Metafísica”. Y el 21 de octubre de 1934 pronunció en el Club Español de Buenos Aires la conferencia titulada “La Filosofía en España” en la que planteó un resumen histórico del recorrido que el pensamiento filosófico español ha tenido a lo largo de la historia, contextualizando el panorama filosófico español en la historia y en la visión de García Morente sobre la forma en la que esta situación podía evolucionar según su punto de vista. Parte del hecho de que en la historia de la Filosofía en España no se encuentran en el pasado grandes figuras filosóficas.

Además él no entiende que se hable de filosofía española, como tampoco de filosofía inglesa, francesa o alemana, hay “Filosofía” porque “la filosofía no tiene patria”. Si tuviese patria dejaría de ser filosofía. Otra cosa diferente es que se pueden señalar las contribuciones que autores de España, Francia, Alemania o Inglaterra han hecho a la Filosofía. En este sentido sí se puede hablar de las contribuciones de cada país. Sin duda, lo que los autores españoles han aportado a la Filosofía es mucho menos que lo hecho por otros autores de Europa. Y da una serie de razones, que García Morente llama, superficiales, históricas: España ha estado durante la Edad Media ocupada defendiendo Europa de la influencia árabe. Cuando termina este esfuerzo de contención fronteriza, empieza la conquista del nuevo mundo y esto le resta fuerzas para poder dedicarse a la investigación puramente especulativa. Después da paso a otras razones más profundas. Y es que para García Morente, el alma española no es apta para la filosofía que ha venido haciéndose en Europa, porque adora a otros ídolos, que no la pura inteligencia. El español ha preferido vivir a pensar o, en términos más exactos, ha puesto el pensamiento al servicio de la vida y no la vida al servicio del pensamiento. Se encontraba cómodo en Argentina. Tanto, que proyectó “la fundación de una Residencia de Estudiantes –antes de un año“, adscrita a la universidad de Tucumán. Así se lo comunica en su escrito a don Alberto Jiménez Fraud[9] .

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Vuelve a España. Se suceden los violentos hechos de la guerra civil española y los sufrimientos que le acarrearon de los cuales ya hemos hablado en anteriores artículos y, por fin, reunida su familia, puede volver en 1937 a Argentina, acudiendo al llamado del masón Francisco Romero. Muy bien pagado y muy bien acogido por aquellos que veían en Morente a aquel que tres años antes había impartido exitosos cursos y conferencias. Desconocían, claro, la experiencia que el filósofo tuvo en su noche parisina que él llamó El Hecho Extraordinario que provocó un tremendo cambio en sus concepciones filosóficas. La transformación que sufrió le hizo, consciente de las ideas predominantes en la universidad tucumana, exponer sus lecciones y conferencias como el más fino equilibrista. Se le ofrecía ofuscante la ciudad en que podía reiterar la negación de Dios. Empero no lo negó. Se mantuvo en la tensión religiosa del nocturno abrileño, cuando, en la noche extendió sobre él, el hálito confortante la Divinidad: «Procuré, creo que con éxito, dar a los cursos en la Universidad de Tucumán un carácter anodino en lo que toca a los problemas coincidentes con la santa religión.» La conversión y el Hecho extraordinario transfigurarán y trastocarán esta mentalidad poniéndole en una perspectiva muy distinta a lo enseñado en aquellos días de 1934.

Morente fue invitado a dar el curso de introducción a la filosofía en el Departamento de Filosofía recién creado (año 1937) de la universidad de Tucumán (Argentina) en julio de 1937 por su prestigio profesional, por su fama de agnóstico y laicista, o sea, relacionado de algún modo con la masonería, conocido ya desde su curso en la Universidad de Buenos Aires en el año 1934. En ese momento de búsqueda en que se encuentra nuestro filósofo, se debate entre un intento de verbalizar lo que le había ocurrido pero sin tener una adhesión explícita al cristianismo y a su modo de pensar y filosofar, manteniendo el vigor filosófico, la corrección y la precisión que siempre tuvieron sus conferencias, pero sin estar impregnadas del léxico cristiano. Teme además recaer en antiguos errores y sin poder confiar en nadie. Anda por ello en la cuerda floja, pero no contentó a nadie. El ambiente de Tucumán con el doble frente contrapuesto, a saber, los agnósticos, anticlericales y masones de una dirección, los católicos, con el obispo al frente,  de la otra. Éstos, desconocedores de su conversión, lo consideraban un agnóstico y laicista contratado precisamente por eso por los agnósticos y anticlericales tucumanos, enemigos de la Iglesia.  La hostilidad inevitable de sus antiguos amigos anticlericales, masones, en cuanto que no veían clara su posición, aún sin que llegaran a descubrir su conversión, terminó por crear una atmósfera irrespirable para Morente.

Aunque con sufrimiento, disimuló sus convicciones en sus clases y conferencias, pero llegó a experimentar cierto vacío, convenciéndose de que si hubieran conocido su conversión, no le habrían invitado. Romero, incluso llegará a silenciar el nombre de Morente, (la fraternidad que tanto predican solo la practican entre miembros de su propio club, es decir, de su secta, cuando están seguros de su pertenencia).Un vacío asaetado del que se encuentra como en el centro del fuego cruzado. De ahí su “juicio pésimo del ambiente espiritual y moral” de la sociedad tucumana y su sufrimiento al sentir “la más completa y absoluta soledad espiritual”. “Resolví, pues, de momento, dar mis cursos de Filosofía y Psicología, procurando con el más exquisito cuidado no acercarme en lo más mínimo al terrero de las verdades religiosas”.[10]

Empecé inmediatamente mis conferencias y clases. Las empecé; y por dentro estaba yo literalmente aterrado. La prueba que a mi incipiente fe y a mi problemática perseverancia se imponía era rudísima. Ganaba mucho; me pagaban bien. Vivíamos con holgura; y aún más que holgura: ahorrábamos dinero. Por otra parte, tenía yo que explicar dos cátedras, una de Filosofía general y otra de Psicología. ¡Qué de peligros, qué de asechanzas, qué de facilidades para deslizarme de nuevo hacia los viejos cauces, que tan dramáticamente había abandonado!.“Resolví, pues, de momento, dar mis cursos de Filosofía y Psicología, procurando con el más exquisito cuidado no acercarme en lo más mínimo al terrero de las verdades religiosas.” Pretende dar sus lecciones con el mismo rigor de siempre, sin introducir elementos religiosos, porque es consciente de su falta de formación teológica para hacerlo y del lugar en que se encuentra.

En “¡España, gran porvenir!” ataca directamente al internacional socialismo soviético y lo acusa de ingenuo al pensar que podía gobernar España sin dificultad, ve próximo el fin de la guerra y por consiguiente el fin de ese sistema político y atisba un gran futuro al país. “Raíces históricas del movimiento nacionalista” es un artículo que quiere justificar la situación generada por Franco como consecuencia de una serie de avatares históricos. “El nacionalismo como realidad de la vida humana” continúa en esta línea pero esta vez la justificación quiere defender el avance que logra la historia al dejar de lado los sistemas de origen soviético para aferrarse a las virtudes del nacionalismo. En la misma línea de sus artículos de Febrero es la conferencia “Orígenes del nacionalismo español”.

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Tienen otro enfoque diferente tanto “El ideal universitario” como “El cultivo de las humanidades”. En sus palabras pretende dar una descripción de lo que él entiende por vida universitaria y cómo las humanidades juegan un papel primordial en la formación integral de la persona.

La Idea de Hispanidad es el título con el que se recogen dos conferencias dadas por Morente en Argentina. La primera de título “España como estilo” y la segunda “El caballero cristiano”. En la primera quiere defender el papel de su país como sujeto activo de la historia, además de defender el nacionalismo y el tradicionalismo como rasgos distintivos del mismo. Cita a Renan y a Ortega como exponentes de dos teorías espiritualistas de nacionalidad y hace un intento de superarlas al hablar de nación como estilo de vida colectiva en la que existe homogeneidad entre lo que fue, lo que es y lo que será. El caballero cristiano presenta grandeza frente a la mezquindad, arrojo contra la timidez, altivez contra el servilismo, tiene más pálpito que cálculo (es decir, es más impulso que reflexión) y rinde culto al honor. Además se relaciona con la muerte convencido de la vida eterna; está en contra de todo socialismo por el respeto que tiene a la diferencia entre lo público y lo privado. Termina diciendo que ese caballero cristiano es esencialmente religioso. Sorprenden los temas en los que se centra García Morente en sus conferencias y artículos. Toca directamente el tema político defendiendo la posición de Franco y habla explícitamente del caballero cristiano como modelo de Hispanidad. Por un lado defiende la idea de España como unidad basándose en los aspectos históricos que le hacen tener un “estilo” propio y por otro hace una dura crítica a todo lo que suene a socialismo.

Aunque le ofrecieron la impartición de un segundo curso, por resultarle insufrible tanta tensión y vacío aún de aquellos que se decían amigos, rescindió el contrato y, en mayo de 1938, se despidió de la Universidad tucumana con la alegría de sus hijas que se habían hecho a la idea de una estancia indefinida, de varios años, en Argentina. Rescindido el contrato, pronunció unas conferencias sobre Dios en Buenos Aires. En ellas ya pudo hablar con libertad y “expresar las convicciones básicas y religiosas que desde meses antes se habían apoderado de mi alma” Quisieron publicarlas, pero Morente les pidió que esperaran a que madurara más sus ideas.[11]

Desde Tucumán escribió al señor obispo de Madrid-Alcalá una carta, que lleva fecha 27 de abril de 1938, un año después  de su impresionante y excepcional experiencia parisina. Con toda clase de detalles le daba cuenta de su evolución religiosa, de su tentativa de apartarse al claustro y de su anhelo vivísimo de ser sacerdote. Solicita del prelado su ayuda material porque su pobreza no le permite el abandono de la familia que a sus expensas vive: dos hijas, dos nietos huérfanos, una cuñada, una tía y una vieja sirviente que es modelo de fidelidad. Carta emotiva, sincerísima, en la que un hombre que pudo darse a la política, al agio mercantil o a la especulación financiera, solicita trabajo para sus hijas, ambas bachilleres, para su cuñada… Enternece ver con qué humildad expone sus problemas y solicita ayuda.

El cablegrama de contestación del obispo de Madrid-Alcalá era consonante al contexto del profesor: «Emocionadísimo, le espero. Eijo.»


[1] Cae Largo Caballero y asciende Negrín como presidente el 17 de mayo de 1937

[2] Luis Aguirre Prado: García Morente,Temas españoles, nº 169

[3] Palacios, & Rovira: García Morente, 1996

[4] Infovaticana:BlogMorente

[5] Francisco Giner de los Ríos fue discípulo de Julián Sanz del Río (1814-1869) fundador de la escuela krausista española, traductor del El ideal de la Humanidad. La gestación de la ILE tuvo lugar en relación precisamente con la Universidad Libre de Bruselas y nació para convertirse, como ella, en Universidad Libre. Aunque no lo logró, es innegable que influyó mucho en la Universidad española, lo que, en parte, fue beneficioso,  especialmente en el plano pedagógico. Su conocida Residencia de Estudiantes muestra la misma orientación intelectual y la misma o similar vinculación con la masonería.

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[6] P. Manuel Guerra: Masonería, religión y política, pgs 366-368

[7] [7] Sobre la estrategia de una fraternidad masónica de médicos para influir en la sociedad, han escrito el P. Manuel Guerra y el mismo Pierre Simón, Gran Maestro de la Gran Logia de Francia en su libro De la vie avant toute autre chose describe su programa y modo de influjo eficazmente transformador de la sociedad. Lo hace con tanta claridad y hasta crudeza que fue retirado de las librerías a instancias de las autoridades masónicas.

[8] El 5.3.1932 se inició Azaña –como él mismo reconoce- por motivos políticos, a saber, para contar con el apoyo de los numerosos diputados masones en contra de su contrincante el masón Alejandro Lerroux (Partido Radical), y con el influjo de la masonería internacional a fin de realizar la plena secularización de España. El programa político de Manuel Azaña proponía la secularización del Estado, la separación de la Iglesia y del Estado, el matrimonio civil, la reforma social, etc.

[9] Tafí del Valle, 4.II.1938 y 39.III.1938 (cf. Obras, II/2, 505). 2.5.4.

[10] Se aprecia aquí la prudencia del profesor, dado el contexto mencionado, si bien algunos autores lo achacan a su consciencia de falta de formación teológica.

[11] Carta Eijo; A don Juan Zaragüeta –Vigo, 24.7.1938 y Poyo, 24.2.1939- en Obras, II/2, pp. 510, 517, 546 en “ La etapa argentina de García Morente. Un acercamient” .por Antonio Jesús Nuño López

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Licenciada en Geografía e Historia, fue profesora hasta su jubilación.

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