La derechona liberal anda revuelta. Últimamente están sufriendo muchas emociones fuertes, y esto no va con ellos. Por una parte aún no se han recuperado de la desagradable sorpresa de haber sido desalojados del poder por un Pedrito Sánchez más listillo de lo que parecía. Por otra parte están exultantes con su nuevo y flamante líder, joven, guapo (y suponemos que con dinero). Casado parece que va a hacer todo lo que no hizo Rajoy: recuperar el sentimiento patrio de los españoles, dar caña a los separatismos, aplicar el 155 sine die en Cataluña….todo ello bajo la égida protectora de la UE y del euro (esta UE que nos quiere tanto que da asilo y protección a los golpistas catalanes) y lejos de los malvados “populismos” de todo signo.
Es difícil hacer predicciones de futuro y saber lo que realmente va a hacer Pablo Casado si llega algún día al poder. Pero parece que su gran valedor político es José Mª Aznar y, por tanto, parece que estamos ante un aznarismo renovado, y recordar lo que hizo Aznar es, simplemente, hacer historia.
José María Aznar gano sus primeras elecciones sin mayoría absoluta. Ello le obligo, para poder gobernar, a pactar con Jordi Pujol y CiU. Como consecuencia de este pacto se otorgó a la Generalitat competencias totales en educación, se desplegaron los Mossos d’Esquadra, y se replegaron la Policía Nacional y la Guardia Civil de Cataluña. Los que claman contra el adoctrinamiento en las aulas catalanas y ante el hecho de que el golpismo separatista tenga un cuerpo armado a su servicio deberían acordarse de Aznar. También formaba parte de este pacto que Aznar defenestrara a Alejo Vidal-Quadras, golpe del cual el PP catalán nunca se ha recuperado, y actualmente corre peligro de convertirse en una fuerza marginal en Cataluña.
Pero las andanzas de José Mari no acaban aquí. Su actuación en política internacional fue absolutamente nefasta. Dejando aparte la “gloriosa” ocupación militar de las Islas Perejil para consumo interno de patrioteros superficiales, Aznar renunció a una política exterior propia y se puso servilmente a las órdenes de Busch. La absurda intervención española en la Guerra de Iraq (un país aliado de España, y donde no había ningún interés geoestrátegico a defender) destrozó las buenas relaciones de España con el mundo Árabe, o, al menos, con una parte importante del mismo. Las intervenciones diplomáticas en Hispanoámerica, siempre al servicio de los intereses geoestratégicos estadounidenses, no contribuyeron precisamente a la creación de un polo Hispanoamericano liderado por España, sino todo los contrario.
Se habla del “milagro” económico de la “era Aznar”. Es cierto que hubo un gran crecimiento de la economía española, pero era un crecimiento falso, basado en el “ladrillo” y en la especulación y la burbuja inmobiliaria. Aznar no hizo nada para reindustrializar España, para recuperar la industria pesada que el anterior gobierno socialista había cerrado por imposición de la UE. Asumió plenamente que España tenía que ser un país semiperiférico, dedicado al “ladrillo” y a los servicios. Hundido el “ladrillo” solamente nos ha quedado el turismo, con todo lo que ello comporta: empleo precario estacional, sueldos muy bajos, paro….
La última “hazaña” de la esperanza blanca de la derechona tiene que ver con la inmigración. Cuando algún dirigente local del PP gesticula contra la “inmigración ilegal” debería recordar que bajo el mandato de Aznar se modificó la Ley de Extranjería, para hacerla mucho más blanda, y que ello respondía a las presiones de un Lobby de empresarios de la construcción representados por el Ministro Pimentel. A ciertos empresarios (no a todos) les gusta mucho la inmigración, especialmente la ilegal: es una fuente de mano de obra barata.
Esto fue el aznarismo. El patriotismo es algo más que colgar una bandera española de dimensiones gigantescas en la Plaza de Colón.
Por José ALSINA CALVÉS, Presidente de Somatemps.
Este artículo se publicó por primera vez en la Revista Reino de Valencia.